Las Fiestas de este fin de año traen consigo la multiplicación de “puestos” de venta ilegal de pirotecnia.
Así lo visibilizaron desde la Municipalidad de Córdoba en los últimos días. Desde la Subsecretaría de Fiscalización y Control adujeron que hubo 400 denuncias de venta ambulante en la víspera de Navidad.
Transeúntes vieron como la propia Plaza San Martín se encontraron con productos expuestos sobre mesas mientras se realizaban las compras previas al festejo.
A grandes rasgos pudo percibirse que la cantidad y calidad del uso creció considerablemente esta Nochebuena y con posterioridad. Y aún resta el camino rumbo a Año Nuevo, con tradiciones repetidas.
Desde el Instituto del Quemado, hasta la mañana de este miércoles se habían atendido sólo dos casos con heridas leves por quemaduras.
Sin embargo, hubo un niño que sufrió lesiones en Bell Ville.
Desde que en 2016 se estableció la “pirotecnia cero” a través de la sanción del Código de Convivencia, en la Capital los comercios habilitados se fueron reduciendo.
Pero para las celebraciones de este año, “el mercado” parece haber renovado su oferta. Desde Alberdi a Uritorco y Alta Córdoba o Los Plátanos, los espacios eran visibles.
Ezequiel Hormaeche refiere que existe “el agravante del riesgo de la venta ambulante”, y aclara que desde la semana pasada realizan al menos una docena de allanamientos.
Desde la Cámara Argentina de Empresas de Fuegos Artificiales (Caefa) lanzaron tiempo atrás una campaña denominada “Fuegos amigables”, apuntando a la concientización sobre los beneficios del uso de pirotecnia menos ruidosa.
“Este tipo de productos reúnen como condiciones el bajo impacto sonoro y la legalidad. Pero cuando se prohíbe, la gente usa cualquier cosa, como ocurre en Córdoba”, sostuvo Hormaeche.
Una ley nacional, que data de 1993, sólo prohíbe la venta a menores de 16 años, pero está autorizado el resto. Tampoco hay normativa provincial.
Sin embargo, desde la Policía de Córdoba se difundió un material audiovisual que apunta a la “concientización” en contra del impacto que tiene la pirotecnia en niños, mascotas y personas que padecen el síndrome del trastorno autista, por lo que genera.