El asesinato de Fernando Gómez, un trabajador precario pasador de hojas de coca salteño en la frontera con Bolivia por parte de la Gendarmería Nacional, y la represión feroz a los familiares y compañeros que reclaman el cuerpo, provoca indignación. Se amplían las denuncias que dan cuenta de la gravedad de lo sucedido y la impunidad con la que buscan taparlo.
Ocurrido días después del anuncio del “Plan Güemes” de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, firmado con el gobernador de la provincia de Salta Gustavo Sáenz, aliado de Sergio Massa en Unión por la Patria, y desde un primer momento cercano a las políticas del gobierno de Milei.
El miércoles pasado, a la madrugada, cerca de las tres de la mañana, fueron interceptados un grupo de trabajadores en el puesto de control de la Gendarmería que comenzó a disparar. A Fernando le dispararon en el pecho y hay cinco heridos por arma de fuego, dos de ellos están muy graves y en estas horas peligran sus vidas.
Después de los hechos represivos ambos funcionarios mintieron, tratando de “narcos violentos” a quienes habían sido reprimidos, y reivindicaron el avance del “Plan Güemes” declaraciones que apuntalan al ensañamiento y envalentonamiento de las fuerzas de seguridad. Deja en evidencia que, con el pretexto de combatir al narcotráfico, buscan tapar el objetivo de criminalizar a los trabajadores pobres que como los de frontera que comercializan en pequeña escala, en una de las zonas más pobres del país.
“Si fueran narcotraficantes vivirían en palacios”
Alejandro Vilca, diputado nacional del PTS-FITU, desde Orán, y Gisela, la hermana de Fernando Gómez, en entrevista radial con Alejandro Bercovich en Pasaron cosas, brindaron más elementos para profundizar en los aspectos sociales, políticos y penales de este nuevo crimen de Estado. El primer crimen bajo el gobierno de Milei, pero no en el caso de la ministra de Seguridad que carga con varios, como los caso de Santiago Maldonado y Facundo Nahuel.
Fernando era un trabajador muy humilde de 27 años, sostén de familia con tres hijos pequeños, de 10 años, 3 y 1. Perdió la vida por trabajar todos los días para llevar algo de comer a su familia. “No tenés más fuente de trabajo, si no trabajás en el ingenio tabacal, o en fincas de citrus o de hortalizas, o sos empleado público, no tenés de qué trabajar”, contaba Vilca. “Mucha gente de ahí de la zona, de Aguas Blancas o de Orán, trabajan de este comercio informal que abastece a muchas zonas del norte. Algunos se le llaman bagayeros, los que transportan mercadería y, los chancheros son los que transportan hoja de coca. Fernando Gómez era de los llamados chancheros”.
Para el diputado del PTS-FITU por la provincia de Jujuy, “esta respuesta es grave porque es gente muy humilde. Tuve la oportunidad de ir a ver a su familia, y viven en una casita de chapa, hacinados, en condiciones muy pobres. Si fueran narcotraficantes vivirían en palacios”. “Vos llegas a esos lugares y las casas más lindas son la de los funcionarios judiciales de la provincia hay mucha pobreza y en esos lugares son muchas veces como tierras olvidadas y que la respuesta sea de esta brutalidad es terrible”, concluyó Vila.
Ni la primera vez ni la última, y lo quieren tapar
Vilca comentó que los propios trabajadores del lugar cuentan que hay más casos, como el de un chico que apareció ahogado. En la frontera argentino-boliviana pasa el Rio Bermejo, que es un río caudaloso.
Si bien las hojas de coca son de libre consumo, hay un control estricto de la Gendarmería en la frontera. Gisela denunció que “los gendarmes se tapan entre ellos. Ellos agarran, quitan la coca, la ropa, se la quedan ellos. Esta vez mi hermano fue a trabajar como todos los días”. La Gendarmería exige el pago de un canon para poder pasar. “Ellos dicen que fue por eso, por el aumento de la tarifa, y porque algunos no querían pagar…”, siguió. “Tenemos prueba que fue arma de fuego de los gendarmes. Los gendarmes dicen que les robaron el arma y dispararon entre ellos. No es así. ¿Sabe lo que pasó? El gendarme le disparó y entre varios otros quisieron agarrar el cuerpo de mi hermano y tirarlo al río. Ellos no tenían ni para defenderse, ¿cómo pueden ser narcotraficantes?”.
Incluso más, no la dejaron pasar para tener noticias en el hospital de Aguas Blancas, donde llevaron a su hermano, avisada en el mismo momento que sucedía. “Los gendarmes no se si estaban borrachos o drogados, nos bajaron de las mechas, me empezaron a pegar, a patear y nos echaban la culpa de que nosotros somos narcotraficantes. ¿Por qué somos narcotraficantes si nosotros vamos a buscar noticias de mi hermano?“.
Para concluir, Gisela hizo una pregunta que fue una sentencia: “El gendarme ¿Por qué no le quitó la carga de coca? No, para él no fue suficiente, le quitó la vida a mi hermano. No lo dejaron ni correr ni nada. Por eso fue que la gente se molestó… ¿Sabe porque pasó esto Don? La gente se ha movido y todo eso. Porque mataron a un chico bueno, mi hermano era trabajador, todo el mundo lo conocía a mi hermanito”.
Una pueblada
Alejandro Bercovich, un cronista durante el momento de los hechos y Vilca coinciden que hubo una pueblada posterior al asesinato y la represión. “Ahí estamos logrando que se vayan los milicos, está toda la gente, se armó una poblada en contra de este Plan Güemes nefasto del gobernador Sáenz, Bullrich y Milei. Ahí se puede ver bien clarito como las fuerzas represivas tiran a matar a la gente. Pero están retrocediendo más de diez cuadras, gracias al coraje de los muchachos que logran que ellos retrocedan”, dice el cronista.
“En ese momento, todas las fuerzas trataron de ocupar la ruta y aún así la gente de los barrios fueron a retomar la ruta, hicieron retroceder varias veces a la fuerza de seguridad. La policía provincial quiso entrar a los barrios, casi a la puerta de dónde vivía Fernando Gómez y su familia. Fueron echados. En los barrios aledaños, como el Milagro, Libertad, 200 años, Che Guevara, Caballito, se agrupaban los jóvenes en cada esquina, para ir a enfrentar a la policía y echarlos, afirma Vilca. Y continúa, en otro momento, “salieron a las calles salieron a la ruta descargaron su bronca sobre el puesto más cercano de la gendarmería, entre el pueblo de Aguas Blancas y Orán. Hubo incidentes ahí. Hay otro momento cuando la Gendarmería trata de dispersar con balas de goma y gases, se retrocede”.
En el norte salteño cocaleros o bagayeros, en respuesta a esta brutal persecución, establecieron un corte total en la Ruta Nacional 50, a la altura del puesto de control 28, entre Aguas Blancas y Orán. Los manifestantes exigen respuestas y denunciaron la violencia y la represión que sufren por parte de los efectivos del Plan Güemes.
Vilca: “Esto no puede quedar impune –concluye–. Ellos son conscientes que hoy le tocó a Fernando y mañana puede tocarle a otro compañero. Esto llegó a un límite. Hay todo un manto de impunidad que está cubierto con el Plan Güemes. Un férreo bloque entre la Justicia, las fuerzas de seguridad y el ministerio de Seguridad de la Nación”.