El pasado jueves 17 de enero, en su última medición el índice indicador del riesgo país superó la línea de los 600 puntos. Un movimiento atado a las caídas que tuvieron los bonos soberanos y a los retrocesos de los activos argentinos en la bolsa de Nueva York. Sumado a la necesidad de reservas en dólares del gobierno, un cuadro diferente al de unas semanas.
El indicador elaborado por el JP Morgan volvió a superar la línea de los 600 puntos básicos, llegando exactamente a los 626. Este índice, encargado de medir la diferencia entre lo que pueden pagar los bonos del Tesoro de los Estados Unidos frente al resto de mercados emergentes, se incrementó en un 4,86% en comparación al último cierre medido.
La razón de estas tendencias está atada al comportamiento que mostraron los rendimientos de los bonos soberanos y de las acciones de empresas argentinas, que cotizan en la bolsa de Nueva York. En el caso de los Bonares, enmarcados en legislación nacional, la caída fue del 1,88%. Y los bonos atados a legislación extranjera, los Globales, indicaron un retroceso del 2,26%.
En relación a los activos argentinos que cotizan en Nueva York, muchos retrocedieron. Las caídas más importantes se observaron en las acciones de Edenor (5,8%), Loma Negra (4,9%), Metrogas (4,9%), Corporación América (4,1%).
Este comportamiento demostrado por el mercado tiene varias aristas. Por un lado, está la desconfianza existente por el estado de las reservas del BCRA. A esto también se anota la prudencia que se mantiene en el mercado por el estado en el que se encuentra la negociación entre el gobierno argentino y el FMI. Además, se suma una cuestión global que viene afectando a todos los mercados emergentes, la negativa de la política estadounidense a la hora de bajar la tasa de referencia de las Reservas del Tesoro.
Si bien los retrocesos sufridos en los bonos y en las acciones no determinan un cambio total en la economía, se empieza a observar algunas tensiones dentro del escenario que más le apasiona al presidente Milei. Conectado a este ámbito, la semana trajo varios cambios en materia económica y todos tomados en función de poner parches para el corto plazo.
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Por un lado, luego de publicarse el valor de la inflación de diciembre pasado, el gobierno determinó reducir la velocidad con la que se devalúa mensualmente el tipo de cambio, llevando el crawling peg del 2% al 1%. Según economistas, esta medida tendría que estar acompañada con un cambio en el valor de la tasa de interés, pero el gobierno mantuvo la existente, ubicada en el 32% nominal anual. Al no tocarse esta tasa, el carry trade (la bicicleta financiera) seguirá en funcionamiento. Tal vez el mayor miedo del equipo económico de esta gestión está en la posibilidad de que se abra un espiral de desarme de los instrumentos utilizados que ruedan en esta bicicleta. Un escenario en el que el gobierno tendría nulas posibilidades de hacerle frente por el estado actual de las reservas. Mientras se da la negociación con el FMI por el re endeudamiento, si bien es inicial, el informe del organismo ha puntualizado condiciones concretas sobre la misma, que obligarían a cambios todavía más profundos.
¿Competencia de monedas o desesperación por tener dólares?
Con las reservas del BCRA en negativo y con falta de certezas sobre la posibilidad de conseguir divisas frescas que reviertan este momento, el gobierno anuncia el inicio de la competencia de monedas.
Presentado como el comienzo en el camino hacia la dolarización, Caputo y su equipo anunciaron una medida donde tanto personas y comercios podrán utilizar la moneda que quieran a la hora de realizar sus transacciones cotidianas.
Maquillado con el discurso de la libertad, esta medida busca que los dólares del blanqueo se puedan mantener en el sistema bancario, entendiendo la precaria situación en la que se encuentran las reservas. Por otro lado, también se apunta, en un año electoral, a reactivar el consumo en rubros donde el precio en dólares podría beneficiar al usuario.
Actualmente son pocos los trabajadores cuya principal preocupación sea la de realizar, por débito o QR, la compra de un electrodoméstico. Sobre todo, cuando la mitad de los argentinos se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Todas estas medidas se contienen dentro de una ingeniería económica diagramada para responder a los intereses de un sector mínimo de la sociedad. Mientras que, al mismo tiempo, como lo demostró el mercado, el gobierno todavía no tiene un esquema sólido que pueda responder a las obligaciones que tiene que afrontar en el futuro cercano. Este panorama, más incierto que hace semanas, era el que algunos economistas alertaban cuando el gobierno salía a mostrar sus logros. Hay que ver con qué escenario continúe, complejo seguro, aunque logre atarlo hasta octubre.