Cuando enfrentó por primera vez a esa Colombia que marcaría su carrera en la Selección, a Emiliano Martínez lo sacaron de la cancha en ambulancia, llorando y con cuello ortopédico, aunque sin goles en contra. Y eso fue de algún modo aliviador: haberse ido con uno adentro a Dibu le hubiera dolido muchísimo más que el golpazo que se dio en la cabeza tras chocar contra Yerri Mina.
Las primeras impresiones son las que cuentan, reza el remixado aforismo de tintes naroskianos. Y el marplatense dejaba en claro dos cosas en aquellos 40 minutos accidentados: su compromiso con el buzo que ya vistió en 52 oportunidades -y al que ayudó a bordarle su tercera estrella- pero además su capacidad para blindar el arco del que se adueñó. Y al que aspira volver hermético por al menos otros diez partidos. Para así alcanzar uno de los hitos que lo obsesiona.
Y es que en Colombia fue su primera presentación sin recibir goles (aunque el partido terminó 2-2, el empate llegó cuando en el arco ya estaba Agustín Marchesin). Indicio de lo que Dibu lograría a lo largo de una carrera en la Mayor que hoy cumple cuatro años y que no sólo incluye un Mundial, una Finalissima y dos Copas América: a la vez, un altísimo porcentaje de encuentros con el arco sellado (llegó al 71% luego del 1-0 ante Chile) y un espíritu que hace match con su público, donde resalta la gran ausencia de detractores.
Dibu, amado por los argentinos (EFE).
Cuando de aquí a diez vallas invictas Dibu alcance el hito que pertenece a Sergio Romero -récord que el marplatense admitió que le apetece batir- habrá posteos y palmas para un Martínez autoexigente, que suele revisar por motus propio sus métricas cuando no se las acerca algún amigo. Nunca pierde de vista aquellas varas para saltar, y prescindiendo del egoísmo: todo logro personal, sabe, tendrá correlato en el bienestar de la Selección. Y contribuirá a un repertorio que Emiliano ya patentó.
Uno que incluye sus pasitos de baile ante cada éxito -que no son para mofarse sino más bien un método para agigantar su figura en la psiquis del adversario- o el carácter potente y optimista que incluso vende camisetas: cuando el martes el Monumental se pueble con 85 mil hinchas, probablemente haya centenares de números 23 en las gradas.
Especialmente en las espaldas de los chicos, que lo han abrazado como un superhéroe terrenal. Un Capitán América simpático made in Argentina. Que necesitará, a mediano plazo, de otro incipiente Avenger que lo releve.
El objetivo silencioso del post 2026
Quizás una de las grandes metas postmundialistas del ciclo Scaloni será promover a un reemplazo de la estatura futbolística de este gigante de 1,95 metro. Del mismo modo que al faltar Messi ya no se siente la misma sensación de desprotección que hace unos años, eso deberá ocurrir cuando eventualmente Martínez no esté para jugar en continuado.
Un proceso que siempre es más complejo y del que actualmente participan un Gerónimo Rulli que ya sabe lo que es ser campeón del mundo (enorme ventaja por encima de sus perseguidores), un Walter Benítez que en el PSV se ha vuelto determinante y, más atrás, un Juan Musso al que le pasó factura su falta de rodaje en el Atlético.
Por caso, la cuenta pendiente sigue latente. Y deberá resolverse en el futuro. Porque Dibu atraviesa un pico sostenido. Ganó el Guante de Oro en dos años consecutivos (el premio que se les otorga a los arqueros en la gala del Balón de Oro) y tras su 2022 onírico también se quedó con el The Best.
Y eso es considerado por los clubes UEFA: aunque desde su entorno niegan propuestas formales por la figura del Aston Villa, en Europa ya se lo vinculó con el Manchester United, el Atlético Madrid, el Barcelona y hasta el Arsenal en el que se supo formar.
Dibu y su guante de oro (REUTER).
Este crecimiento aboga por la teoría de que estará en sintonía con la máxima competitividad por un tiempo más. Lo que le permitiría ir por ese récord que tanto desea, y que podría lograr antes del Mundial. Con hasta diez partidos más por delante antes de Estados Unidos/México/Canadá -tres por Eliminatorias y cuatro amistosos en 2024, habría otros tres en 2025- nada es imposible para una bestia del arco que tendrá un nuevo mano a mano con su némesis.
La del “mirá que te como”, a la que le ganó la última de sus finales triunfantes en la Mayor, la que lo sacó de quicio hasta reaccionar innecesariamente mal contra un camarógrafo en 2024. Contra la que buscará el cero. El primero de esos diez para nuestro arquero 10.
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