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La CGT se pronunció: unida detrás de Sergio Massa y contra la reforma laboral

03/05/2023 – 15:22 Opinión

Por Marcos Novaro

El acto en Defensores de Belgrano logró una asistencia casi perfecta de la dirigencia sindical argentina. Había sesentones, setentones y unos cuantos octogenarios. Todos o casi todos con unos cuantos mandatos cumplidos sobre sus espaldas. Faltaron solo algunos pocos gremios muy alineados con el kirchnerismo y Pablo Moyano, peleado con su padre y deseoso de un protagonismo que nadie más, ni siquiera en el propio gremio de camioneros, le reconoce ya.

Los oradores sintonizaron una doble melodía: loas a Sergio Massa y su “peronismo renovador”, que cada vez es más difícil entender qué tiene de renovador, y palos a las propuestas opositoras de reforma laboral, cualquiera ellas sean. Las dos, claro, sintonizan muy bien entre sí.

Massa, el preferido

El ministro de Economía no solo es el candidato preferido de los gremios para suceder a Alberto, es también el peronista para ellos predilecto desde hace bastante tiempo. Lo que cabe atribuir a que siempre se ha esmerado por defender sus intereses: recordemos que cuando se rebeló contra Cristina, en 2013, lo hizo haciendo eje en la exigencia de que se subiera el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, para que ese tributo no siguiera afectando a los salarios de convenio de sectores con ingresos por encima del promedio.

Sergio Massa no estuvo presente en el acto de la CGT (Foto: Ministerio de Economía)

Una ayuda a los grandes gremios que acaba de repetir, ahora como ministro también predilecto de Cristina, con generosas excepciones dispuestas para que ya no se contabilicen las sumas fijas a la hora de calcular ese mismo tributo. Una forma de mejorar el ingreso de una parte de los asalariados, los mejor posicionados, sin enfrentarse con las empresas, que genera situaciones injustas con otros trabajadores, y problemas de desfinanciamiento del Estado, incrementando el déficit fiscal en un momento muy delicado para las cuentas públicas y para sus coletazos inflacionarios, pero que a Massa le asegura otros meses de “paz social” y muchas sonrisas de parte de los gremialistas más poderosos del país.

Massa es también, apuestan los gremios, quien tendrá más chances de mantener unido al peronismo en los duros tiempos que se avecinan, y movilizarlo para bloquear los proyectos de reforma laboral y sindical que más temores les despiertan.

En el acto por el Día del Trabajo, hubo consenso unánime en este punto: lo que proponen tanto Juntos por el Cambio como Milei al respecto les genera un completo rechazo. Eso no es ninguna sorpresa. Lo llamativo fue el intento de plantear posibles alternativas, otras medidas que ellos creen podrían ayudar a generar empleo privado formal, algo que no sucede en volúmenes significativos desde hace ya una década, pero sin afectar el poder de los sindicatos, ni las muy onerosas regulaciones que complican a las empresas a la hora de contratar nuevo personal.

La reducción de la jornada laboral y su viabilidad

En concreto, lo que los gremios vienen impulsando es un proyecto de reducción de la jornada laboral, que también tiene apoyo de ciertos legisladores del oficialismo, y que copia el modelo aplicado en algunas democracias europeas en décadas pasadas, y que a ellas les funcionó: en esos países se ha comprobado que reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas obliga a las empresas a buscar nuevo personal, y reduce en consecuencia el desempleo. La expectativa de los gremialistas argentinos sería que en nuestro país suceda lo mismo: que ellos no pierdan ninguno de sus privilegios, y sean las empresas las que se ajusten, y aumenten sus costos y sobre todo su riesgo laboral. Dado lo oneroso que resulta tener una plantilla más grande en una economía que entra en crisis cada dos por tres. De este modo tal vez podría bajar el desempleo, y sobre todo la enorme tasa de informalidad, que en estos últimos tiempos ha logrado batir todos los récords y llega, según algunas estimaciones, al 45%, diez puntos más que a mediados de la década pasada.

La CGT hizo un llamado a la unidad durante el acto del Día del Trabajador (Foto: Télam/ Mateos Pepe).

¿Tiene alguna viabilidad el proyecto en cuestión? Es difícil encontrársela. Porque la situación argentina es muy distinta a las de las naciones desarrolladas de Europa: ni nuestra economía tiene la productividad de aquellas, ni sus niveles de ingreso, ni mucho menos un aparato público capaz de evitar que las empresas reemplacen más trabajo formal por informal, como se ha podido comprobar en los últimos años.

La “solución” preferida por los gremios, además, ignora el problema central que está detrás de nuestra incapacidad para generar empleo productivo: aun con los bajos salarios hoy imperantes, contratar en blanco sigue resultando carísimo, porque es muy difícil después despedir, si la empresa se achica o cambia de actividad o se reorganiza y necesita otro tipo de personal. También por la industria del juicio, que ahoga a las empresas, sobre todo a las Pymes. Y porque todos estos sobrecostos, trabas y rigideces el sindicalismo peronista insiste en defenderlos como si fueran derechos humanos básicos e irrenunciables.

En este marco, lo más probable que suceda en caso de aplicarse la reducción de la jornada laboral sugerida es que baje aún más la productividad del trabajo en las empresas, estas tengan aún más dificultades para ser competitivas y exportar, y por tanto nuestra economía siga estancada, como está desde más o menos 2012.

Difícilmente estos argumentos, de todos modos, vayan a conmover a ninguno de esos dirigentes. Están plantando una vez más su bandera, y piensan defenderla, inamovible, a como de lugar.

Qué piensa Massa de todo esto

Evitó de momento pronunciarse porque no fue al acto: aprovechó el viaje de Alberto a ver a Lula para pegar el faltazo. Ni se molestó siquiera por el hecho de que los dirigentes cegetistas prefirieran no leer su mensaje de salutación: debió entender que le ahorraban así un disgusto, que los asistentes, menos entusiasmados que los dirigenes con las gestiones del ministro, y mucho más afectados que estos por el alza de precios, lo abuchearan.

Nada de esto, de todos modos, altera lo esencial: el entendimiento firme entre Massa y el sindicalismo sobre los peligros comunes que los acechan, no solo los electorales, sino los que van a venir a continuación: que cualquiera que gane las elecciones de este año no va a tener otra que atender un reclamo social de alcances inéditos en nuestro país contra el statu quo laboral y sindical.

Statu quo que ni siquiera las reformas de los años noventa lograron alterar, y que ya está bien a la vista, desde hace tiempo, que solo beneficia, y en verdad solo a medias, a una minoría cada vez más pequeña de los argentinos que trabajan, o buscan hacerlo.

Fuente: Todo Noticias