Sufrió un duro accidente y aprendió a tocar el piano para sanar su depresión: “Me hundí al sentirme solo”

El joven sufrió un accidente en moto en 2020, meses antes de la llegada de la pandemia, y su vida cambió para siempre. Después de tocar fondo, la música, su fe y también un poco de ayuda profesional lo ayudaron a comenzar un nuevo camino hacia la recuperación.

Axa Pacheco

03 de mayo 2023, 16:01hs

Luca Billy decidió contar su historia y cómo hoy sigue recuperándose tras el cambio de vida. (Video: @lucabillyok)

El primer año de pandemia fue un punto de inflexión para el mundo entero, pero para Luca Jáuregui, todo había cambiado desde enero de 2020, cuando sufrió un accidente en moto que le hizo tocar fondo y transformarse en un ejemplo de superación gracias a la música y a su fe.

Jáuregui, o Luca “Billy”, el nombre artístico que prefiere utilizar, es oriundo de Córdoba. Siempre fue músico, creció en una familia en la que todos tocan al menos un instrumento. El suyo era la guitarra, tocaba ocho horas diarias hasta un nefasto 28 de enero.

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“Lo considero el peor día de mi vida”, aseguró en diálogo con TN. Luca Billy estaba residenciado en Buenos Aires, pero fue a visitar a sus padres en la ciudad de Córdoba. El día del accidente, fue a dar un paseo al río en la moto de su papá.

Un paseo que cambió su vida

“Llegué al mediodía y pasé todo el rato sin protector solar. Creo que eso me afectó. Tomé un par de cervezas, pero no estaba borracho”, recordó. Cuando comenzó a anochecer, emprendió el camino de vuelta, pero se detuvo a comer porque sintió que le había bajado la presión. Circulaba por la autopista Córdoba – Carlos Paz. “Pasé la caminera y empecé a sentirme raro. Unos minutos después, pasó un auto a mi lado. Eran unos chicos como de mi edad que se pusieron a la par y me preguntaron si estaba bien, si necesitaba algo”, contó.

Luca Jáuregui, antes del accidente, con su querido compañero Lennon. (Video: Cortesía de Luca Jáuregui)

Viéndolo a tres años de distancia, piensa que eran “ángeles mensajeros” que intentaron evitar la catástrofe. Le ofrecieron pasarse al auto para llevarlo a su casa y que uno de los pasajeros manejara su moto hasta la vivienda, pero no aceptó. El malestar persistió, se le iban los ojos, hasta que otro vehículo pasó a una alta velocidad muy cerca de él y se desestabilizó.

“Me fui a la banquina y no recuerdo más”. Se le salió el casco, le pegó la cabeza al guardarraíl y sufrió una lesión del plexo braquial, el grupo de nervios que se conecta desde la parte inferior del cuello a través de la parte superior del hombro. Estos nervios permiten mover el hombro, el brazo, el antebrazo y la mano.

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Dos colectivos frenaron para ayudarlo. “Me vieron caminando, buscando mi moto para regresarme como si nada”, le contaron. Una pareja de bomberos que viajaba en uno de los colectivos lo auxilió, lo acostaron y fue entonces cuando salió del trance. “Veía caras alrededor, miré al cielo, miré mi mano derecha y la moví, me miré la mano izquierda y no la podía mover”. Cuando la ambulancia lo trasladaba, comenzó a sentir los dolores que no se calmaron con la dosis triple de morfina que le administraron en el hospital.

La música, una terapia

La pandemia fue un peso más para su carga. Pasó de ser hiperactivo y alegre a sufrir lo que describió como “superataques de ansiedad”. Luego de quedarse sin departamento tuvo que mudarse a casa de su novia y se vio obligado a enviar a su amado compañero, su pitbull llamado Lennon, a la casa de campo de un conocido en Córdoba. Tres meses después del accidente, aún en cuarentena, le dieron fecha para operarse. El cirujano le advirtió que, a pesar de la operación, no podría volver a mover su mano.

No poder volver a tocar su guitarra fue lo más difícil para él. (Video: Cortesía de Luca Jáuregui)

En medio de todo, también se separó y, tras una difícil búsqueda, encontró un departamento temporario. “Me hundí totalmente al sentirme solo. Me mataba en alcohol porque me dolía el brazo, no quería tomarme las pastillas porque me dejaban tonto y seguía sintiendo dolor”, confesó.

No quería ver a sus amigos porque sentía vergüenza de su brazo, no quería que le preguntaran cómo se sentía. Además, lo agobiaba ver el regalo de su padre, la guitarra que no volvería a tocar jamás. Con el alcohol, el dolor físico y emocional comenzó a tomar hasta tres botellas de vino por noche o una botella entera de whisky.

Luca Jáuregui había caído en una espiral de depresión, ansiedad y bebida hasta que realmente despertó. “Algo que aprendí siendo artista es que de estos momentos es que se puede sacar material para crear”, remarcó. Volvió a escribir canciones, se compró un teclado y se propuso aprender a tocarlo con tutoriales de Youtube, aunque solo pudiese usar la mano derecha. La esperanza de un nuevo comienzo lo impulsó a aprender a pesar de la dificultad que se le presentaba y, gracias a su talento para la música y su disciplina, pudo volver a componer y a cantar.

Con tutoriales, aprendió a tocar el teclado. (Video: Cortesía de Luca Jáuregui)

Su fe en Dios fue “un cable a tierra” que terminó de restaurar las heridas espirituales y le está permitiendo de a poco retomar su vida normal. El nuevo paso a su recuperación fue la creación de su banda de rock, “Pash”. El nombre hace referencia a la onomatopeya de una bofetada porque misión es “despertar” al público con sus canciones.

También superó la vergüenza de que le preguntaran por su brazo y volvió a ejercitarse en el gimnasio. Además, las sesiones de kinesiología y los ejercicios que aprendió en las terapias de electroacupuntura lo ayudaron a no perder totalmente el movimiento de la mano.

“Empecé a encontrar un propósito”

Superó la vergüenza que sentía por su brazo y volvió al gimnasio. (Video: Cortesía de Luca Jáuregui)

La incursión en las redes sociales es reciente. Creó una cuenta en TikTok en marzo como una catarsis. No mostraba el brazo en los primeros videos, pero cambió de opinión: “Me dije que tenía que contar lo que me pasó, cómo estoy en día y en lo que me transformé para ayudar a esa gente que está como yo antes del choque, que no valora lo que tiene, o que está pasando lo que yo estoy pasando”, expresó.

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Al despertar el día siguiente, se encontró con miles de mensajes de apoyo y agradecimiento. Pasó de tener 50 a 20.000 seguidores, su video alcanzó 1.2 millones de reproducciones, y esto le dio un nuevo sentido a su experiencia. ”Empecé a encontrar un propósito finalmente, me faltaban eslabones con la música. Yo digo, ‘Dios si necesitaste un brazo para que yo le hablara a la gente y salir al mundo, ya está’”, remarcó.

Ahora, su música y sus redes son un canal para crear una comunidad que se ofrezca apoyo mutuamente en lo emocional, lo económico y lo laboral. Adelantó que está organizándose con sus seguidores para alcanzar este objetivo. “La depresión es una pandemia invisible de la que nadie habla”, dijo Luca, que está decidido a combatirla.