En la serie de moda sobre Fito Páez, El amor después del amor (Netflix), Andy Chango tiene el papel más difícil de todos: hacer de Charly García.
Andy Chango es músico, escritor y comediante. Ahora también, actor. Más conocido por sus intervenciones a favor de la marihuana recreativa, también se lo recuerda por jugar al tenis frente al enemigo número uno de los centros de estudiantes: Eduardo Feinmann. Jugó y ganó.
“Hace tiempo que no me siento ni argentino ni español ni músico, ni escritor, ni actor, ni hincha de River. Cuando era pendejo quería ser estrella de rock y levantarme un montón de minas. Hoy, con que no pase nada, es suficiente para mí. La felicidad radica en no ser molestado… Eso y un poquito de clonazepam”.
-¿Viste la serie?
-Sí, la vi hace poco, hace tres días.
-Mirá, a mí la biopic es un género que no me gusta. Eso de recrear a una persona cuando uno ni siquiera se conoce a sí mismo… Una cosa es la vida de alguien que ya se murió y busca recrearse para otra generación, para los pibes que no conocen al personaje en cuestión. Lo de Freddie Mercury, por ejemplo. Muerto Mercury, el director tiene cierta libertad para inventar un imaginario pensado para los jóvenes que no lo conocieron.
-¿Pero te gustó o no?
-Me pareció fantástica. No es poca cosa que se consuma tanto y además es una serie que habla de Fito, de mí íntimo amigo. Todo me pareció genial, todo, actores, producción, escenografía, producción. Fue súper divertido hacerla y me parece un producto que está perfecto.
-¿Del 1 al 10?
-No puedo ser imparcial, estoy hasta las manos como cualquier argentino. Hay un cariño tan grande que no puedo tomar distancia para evaluar nada. Yo no tengo oficio de actor. Las escenas que hice, para mí, fue como si pasaran de verdad. Fue un multiverso donde yo era Charly, un disparate, y a mí el disparate es algo que me encanta.
Componer a un ídolo
-¿Sos consciente de que fue muy difícil tu papel? Charly es uno de los últimos íconos que nos quedan. Digo, no es lo mismo hacer del padre de Fito Páez que hacer de García…
-¡Totalmente! Si me salía mal, era como profanar al ídolo y no podés salir ni a la esquina. Era una presión gigante y yo, bueno, yo soy de desbordarme fácil.
-¿Cómo lo manejaste?
-No lo manejé, eso también está dentro de Charly. Se nota.
-¿Te pagaron bien por semejante “doble de riesgo”?
-De riesgo psíquico. Y en mi caso, multiplicado –dice y aclara que recién salió de su sesión de terapia-.
-¿Te inspiraste en Capusotto? Tiene algo del personaje de Micky Vainilla tu Charly García…
-¿El personaje de Capusotto? Me muero de risa con él, pero no, yo lo encaré mirando material, videos de la época. Esa parodia de Capusotto hoy es parodia, pero antes era algo normal. Charly, en sus posturas amaneradas, era un desafío para una época de saco y corbata. Yo no lo encaré como una parodia, lo encaré con un compromiso absoluto, y no para ser tomado en broma.
Picardía para el bien y para el mal
-En el primer contacto que tu Charly ve a Fito es por la tele, pero parece que el volumen está bajo. ¿Eso fue deliberado? ¿Podría ser leído como una «maldad» de Charly?
-Charly tenía una picardía que se aplicaba para el bien y el mal. Era malicioso. Ese lado está incorporado a la serie. No le presté tanta atención a la escena, te digo la verdad: fue el segundo día de rodaje y yo todavía no sabía ni qué tono de voz usar. No presté atención. No sé si sonaba su música. Para mí fue como anunciar que llegaba Charly. Eso. O tal vez fue un ninguneo, no lo sé…
-Fabiana Cantilo salió a decir que se mezclaban los tiempos. ¿A qué podría referirse?
-Mirá, para mí el momento de magia fue hacerlo. El análisis posterior se lo dejo al público y a los periodistas. Yo ya solté…
-En la serie, cuando Fito se cruza con Charly por primera vez en persona, él se arrodilla ante García. ¿Eso fue verdad?
-No sé los detalles. Esto está basado en la biografía de Fito que se puede conseguir en librerías. Tiendo a pensar que es la verdad. Yo no soy tan fan como ustedes, una vez que se trata de una biopic, se trata de una ficción…
-Me llamó mientras yo disfrutaba lejísimo de mi trastorno de ansiedad. Estaba mejor que nunca y me tiró esta bomba…
-¿Y?
-Como lo quiero tanto, acepté. Supe que era una locura.
-Jajaja, hacer de Charly me pareció imposible. Nadie puede hacer de Charly. Existiendo esa persona con tanta personalidad, sustituirlo en un país donde es idolatrado, me parece un suicidio.
Te cuento algo: yo tengo mi bigote de la serie. Pasó a ser determinante el bigote. Necesitaba ensayar con bigote, no podía ser de otra manera. Me mandé a traer uno de utilería y Oscar Mulet, el mago del makeup, consiguió el adecuado y me lo dejó de recuerdo.
-¿Ya tuviste devoluciones de tu personaje?
-Sí, muy fulgurantes. Ahora estoy usando redes, obvio, pero sinceramente no estoy muy pendiente de las cosas. Trato de vivir al margen de la realidad, pero sí, me escribieron de España, de Uruguay… Están pasando cosas.
-¿Esto te perfila en un rol impensado de actor?
–Mi vida es un rol impensado. Igual, me dicen que estoy para hacer cosas diferentes y a mí me entusiasma la idea de seguir actuando.
-¿Charly te hizo algún tipo de devolución?
-No, hace mucho que no me comunico con Charly.
WD