4 de julio de 2024 – 00:04
La participación de la senadora nacional Lucía Corpacci en el acto que encabezó el gobernador bonaerense Axel Kicillof por el 50º aniversario de la muerte de Juan Domingo Perón terminó de verificar un enfilamiento de la legisladora nacional con el kirchnerismo, posición que está en las antípodas de la asumida por el gobernador Raúl Jalil y también expone divergencias con el resto de los legisladores nacionales del peronismo catamarqueño.
Las diferentes miradas de Corpacci y Jalil sobre el proceso nacional abierto con el ascenso de Javier Milei a la Presidencia plantean un desafío de primera magnitud al oficialismo provincial, en pos de un objetivo que ambos comparten: preservar a la Provincia de las turbulencias que envuelven la incierta etapa libertaria. Esto, a su vez, requiere congeniar ambas perspectivas en orden de sostener a nivel local la alianza en base a la cual el peronismo viene reteniendo el poder desde hace 13 años.
Corpacci y el gobernador riojano Ricardo Quintela compartieron palco y oratoria en la mítica Quinta de San Vicente con Kicillof y la vicegobernadora de Buenos Aires, Verónica Magario. Dos referentes del interior dentro de un grupo protagónico reducido, en el marco de un acto tramado por las intensas internas entre Kicillof y el diputado nacional Máximo Kirchner, líder de La Cámpora.
La senadora parece apostar todo a una recuperación del peronismo en torno al eje kirchnerista afincado en el Conurbano bonaerense.
Esta proyección se advirtió ya en el tratamiento de la Ley Bases y el paquete fiscal, donde se diferenció al votar en contra ambas propuestas en general y en particular, mientras que los otros cinco legisladores nacionales del peronismo de Catamarca (Guillermo Andrada, Silvana Ginocchio, Fernanda Ávila, Sebastián Nóblega y Dante López Rodríguez) se pronunciaron en contra en la votación en general, como ella, pero en particular refrendaron la reposición del Impuesto a las Ganancias y el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), dos componentes del combo beneficioso para la Provincia.
Jalil, en cambio, adoptó en su condición de gobernador una postura tendiente a robustecer agrupamientos regionales para balancear la gravitación demográfica del área metropolitana y establecer vínculos con la administración Milei que faciliten obtener recursos institucionales y económicos para la Provincia.
Es lo que considera más conveniente para mantener la estabilidad en la Provincia y empieza a fructificar en acceso más aceitado a los despachos nacionales y hechos concretos como la prórroga y ampliación del programa de incentivo al consumo local “Días de Ensueño”, imposible de hacer sin el concurso del Banco Nación que ahora controlan los libertarios.
Al no tener, como hasta 2019, la responsabilidad indelegable de afrontar el pago de obligaciones provinciales que abarcan sueldos, contratos, insumos y obras públicas, Corpacci cuenta con un margen para el purismo ideológico del que Jalil carece, sobre todo frente a un ajuste nacional que, motosierra y licuadora mediante, impacta con mucha fuerza en las economías provinciales.
Baste señalar que Quintela empezó a usar bonos para afrontar los gastos de su gobierno en La Rioja, aunque es pertinente consignar un detalle adicional al meramente doctrinario para explicar su acatamiento a las directivas bonaerenses: su poder está amenazado por el clan Menem, que es aliado de Milei y obtuvo en las elecciones provinciales resultados importantes. Habría que ver en dónde se ubicaría el mandatario de no existir tal acechanza.
Jalil y Corpacci parecen coincidir en la necesidad de no trasladar litigios ajenos al terreno provincial. La senadora, por ejemplo, evitó en su alocución en San Vicente cargar las tintas sobre los legisladores catamarqueños que respaldaron Ganancias y el RIGI. n