Provocadores, fríos y calculadores, Guillermo y Gustavo aprovecharon la extrema similitud que tienen como gemelos y en más de una ocasión sacaron ventaja. Y se divirtieron.
“¿Quién es quién?”, fue una pregunta que se hicieron sucesivamente en el mundo del fútbol, al que pertenecieron desde siempre, acuñando su pasión en su amado Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde su padre, Hugo, además de haber sido un activo socio y fanático del club, supo ser médico del equipo profesional y luego presidente.
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A diferencia de los hermanos Corsos, los Barros Schelotto no fueron separados al nacer, pero desde chicos los dolores de uno repercutieron en el otro. “Los dos eran pícaros y provocadores. Y tocaban a uno y siempre saltaba el otro”, contó alguna vez Roberto Perfumo, quien fue entrenador de Gimnasia a comienzos de los años 90 y dirigió a Guillermo y a Gustavo.
Los mellizos Barros Schelotto cumplen 50 años: la cara de sapo de Francescoli y los kilos de más de Salas
Los mellizos no eran peleadores sino provocadores. El sarcasmo y la ironía eran de su dominio y se divertían con eso. Y, obvio, apostaban a descolocar al rival y así sacar una ventaja. Hicieron expulsar a más de uno y enfurecer a unos cuantos, como le pasó a Enzo Francescoli en un partido entre el Gimnasia de Carlos Griguol y el súper River de Ramón Díaz.
Y fue Gustavo, que jugaba como mediocampista, quien tuvo el cruce con la estrella de River, a quien luego de tirarle (y hacerle) un caño, fue por más: ¿Por qué no te comprás una sotana?”, le dijo el Melli al uruguayo, que le enrostró su chapa económica: “Callate, que yo tengo dos palos en el banco”.
Pero los grandes recursos económicos de Enzo no achicaron a Gustavo, sino todo lo contrario: “Lástima que con esos dos palos no podés cambiarte la cara de sapo que tenés”, redondeó. La irreverencia de los Barros Schelotto no reconocía trayectorias ni camisetas, y por sus actitudes fueron los primeros destinatarios de una frase que con el tiempo José Luis Chilavert hizo slogan: “No sé de qué hablan los mellizos si nunca han ganado nada”.
Ellos eran provocadores por su forma de ser y no por la cantidad de copas en la vitrina o dinero en el banco. Juntos se potenciaban pero separados no perdían las mañas. Años después, en la revancha de la semifinal de la Copa Libertadores 2004 ante River, Guillermo -desde el suelo, donde estaba tirado, dolorido – cruzó a Salas, que se había acercado a apurarlo para que se levantara: “Eh, qué gordo que estás, parecés Quico”.
En ese mismo partido, un rato después, hizo echar a Rubens Sambueza de la forma más ridícula: le hizo creer que el referí lo había expulsado a instancias de juez de línea. Enojadísimo, Sambueza insultó al asistente quien llamó al árbitro y, ahí sí, echaron al jugador de River. Casi de inmediato, aprovechó para señalar a Hernán Díaz -ayudante de campo de Leonardo Astrada- y pedir por su expulsión: “Ese señor, que no se cómo se llama, me está insultando”, le dijo irónicamente al referí Héctor Baldassi.
Los mellizos Barros Schelotto cumplen 50 años: iguales pero diferentes
Cristina, la madre de los mellizos, naturalmente los distinguía a la perfección. Y para ella, sus hijos eran iguales en el amor que les tenía aunque los diferenciaba con el trato: en la intimidad, Gustavo era un poquito más demostrativo que Guillermo. Pero dentro del fútbol, era posible que fuese al revés y que Gustavo se mostrara más temperamental y menos cálido en el trato fuera de la cancha.
Este incidente fue reflejado en un diario al día siguiente y por la tarde, al ver al periodista en el balneario, el que le fue a reprochar vehementemente la publicación no fue Guillermo sino Gustavo: ¡pero haciéndose pasar por Guillermo!
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En medio de la discusión, el periodista sospechó que algo ocurría y terminó haciendo la pregunta que tantos les habían hecho a los mellizos Barros Schelotto a lo largo de los años y les seguirían haciendo con el paso del tiempo hasta el día de hoy: “¿Sos Guillermo o sos Gustavo?”.