Una hora después de que balearan a Bastian Nehemias Escalante (10), dos de chicos de su misma escuelita de fútbol fueron víctimas de un robo a la vuelta del club en el que los dejaron, literalmente, desnudos.
La escena, contada por una profesora del club Sociedad de Fomento Barrio La Carne de Wilde, donde entrenaba el nene asesinado, describe la inseguridad permanente que se vive en esa localidad del partido de Avellaneda.
“Te puede tocar a vos, le puede tocar a cualquiera. Lamentablemente le puede tocar a cualquiera”, remarca en la puerta del club el papá de un nene, que se acercó para solidarizarse con la familia de Bastian aunque no tenía gran trato con ellos. Cuando su hijo empezó a ir, hace un año, Bastian ya estaba entrenando en el lugar.
La frase, calcada, la repite otra mamá, mientras espera a su hijo en la puerta de la escuela, a metros de donde cayó herido Bastian. “Le puede tocar a cualquiera”, expresa. Ella dice que nunca sufrió un hecho de inseguridad, pero que “siempre estamos a las apuradas, para irnos lo más rápido posible”, por el comentario recurrente de que en la zona los robos son moneda corriente.
En este barrio de casas bajas, que parece tranquilo y donde vive mucha gente mayor, todos tienen en sus casas alguna alarma vecinal o de una empresa de seguridad. El lugar de la tragedia es un polo educativo, porque al lado de la sociedad de fomento está la Escuela de Educación Secundaria (E.E.S.) Nº 8, en la esquina –y donde se desplomó Bastian– la Escuela De Educación Primaria Nº63 «Granaderos De San Martín» y a la vuelta, la Escuela de Educación Secundaria Técnica (EEST) Nº3 «República de México».
Una de las escuelas que hay en la zona. Foto Luciano Thieberger “El barrio es muy inseguro”, remarca la profesora. Y describe la secuencia que ocurrió sólo una hora después de la tragedia, alrededor de las 21.30. Dos chicos de la categoría 2009 de la escuelita de fútbol volvían para sus casas cuando a la vuelta del club los asaltaron dos delincuentes armados.
“Les sacaron absolutamente todo: botines, conjunto de entrenamiento, bolso, los dejaron en la nada. Son chicos que no llegan a los 15 años. Fueron asistidos por vecinos, y una mamá que estaba leyendo en el grupo de WhatsApp fue rápido al club y uno de ellos era su hijo: los encontró en shock, muy asustados”.
Los vecinos, dice, salieron a tiempo. Y apunta que uno de los chicos reaccionó corriendo “y justo uno de los delincuentes estaba apuntando como para dispararle”.
Este jueves al mediodía, dos nenas aguardaban a la entrada de la técnica con su mamá. Con temor, una de ellas cuenta que los robos son cotidianos en el barrio.
«Salíamos como 20 compañeros de la quinta hora, que es a las 12.50, y vemos que una cuadra antes frena un auto para robarle a mi compañero. Bajaron como cuatro a robar dos celulares«, comenta, y explica que todos los chicos intentan salir del colegio en grupo para poder evitar los robos.
Su mamá, Verónica Cardozo, asegura que en la plaza que está en la esquina del colegio «no se puede estar». «Siempre se juntan en ese lugar y los chicos no pueden pasar, menos los del turno noche», asegura. Otro vecino, que pidió no dar su nombre, también apuntó a la inseguridad en esa plaza, en la que pidieron reiteradamente que pongan una garita, y en el barrio en general. «Después de las dos de la tarde, no andes con celular en la mano», aseguró. Y dijo que nunca se ve un patrullero. «Trabajé en gastronomía hasta el año pasado, volvía y nunca me crucé con uno. Esto se veía venir», lamentó.
Colaboró: Natalia Iocco
AS