«Apoyo totalmente al presidente Donald Trump». Aunque no fue una sorpresa para nadie, Elon Musk aprovechó el intento de asesinato perpetrado el pasado domingo contra el expresidente de Estados Unidos para hacer pública una alianza que viene fraguándose desde hace meses. El hombre más rico del mundo planea donar hasta 45 millones de dólares al mes a la campaña para la reelección del magnate conservador, según The Wall Street Journal.
Musk es la cara visible de una poderosa rama de la élite tecnológica cada vez más entregada al trumpismo y cuya influencia se demuestra en el hecho de haber logrado situar al senador J.D. Vance en el ‘ticket’ presidencial. En las últimas semanas, y especialmente tras el magnicidio fallido, la candidatura del líder republicano ha sido respaldada por figuras como Marc Andreessen, Ben Horowitz, Douglas Leone, David Sacks, Bill Ackman o los gemelos Cameron Winklevoss y Tyler Winklevoss, milmillonarios al frente de algunas de las empresas y fondos de capital riesgo más poderosos del mundo. Varios de ellos han ayudado a que el comité de acción política trumpista America Pac haya recaudado más de 8,7 millones.
Hubo una época en la que Silicon Valley, epicentro de la industria digital en EEUU, era considerado un feudo demócrata, un sector en el que el libertarismo capitalista se daba la mano con ciertas ideas progresistas en lo social. Durante años, gigantes como Google, Microsoft, Amazon, Meta, Apple o Netflix han financiado las campañas de políticos demócratas como el presidente Joe Biden, una robusta tendencia de apoyo que se está manteniendo en 2024.
Rechazo económico a Biden
Sin embargo, el giro conservador de Silicon Valley es una realidad que se está acelerando, en gran parte, por cuestiones de bolsillo. Un número creciente de empresarios tecnológicos rechaza las políticas adoptadas en los últimos cuatro años por la administración Biden al considerar que van en contra de sus intereses económicos. Es el caso del aumento al impuesto a las grandes fortunas, pero también del endurecimiento de las medidas antimonopolio que dificultan las fusiones empresariales o de la regulación de la inteligencia artificial y las criptomonedas, vista como un impedimiento al negocio de las ‘startups’. Esa élite, que incluye a antiguos donantes de los demócratas, se frota las manos con la posibilidad que el regreso de Trump la Casa Blanca sepulte es rumbo.
El repudio a los de Biden también puede vestirse de guerra cultural, omnipresente en EEUU. Así, Musk ha asegurado que moverá las oficinas de X (Twitter) y de SpaceX de California a Texas como protesta por la ley californiana que protege a los menores transgénero que no quieren informar a sus padres de su identidad. En 2022, uno de los hijos de Musk acudió a los registros para cambiar oficialmente su nombre y su género, pidiendo «no ser identificada con mi padre biológico de ninguna forma o manera». Aun así, la elección de Texas, estado abrumadoramente republicano, también se debe a que exime a los más ricos de pagar impuestos.
Un aliado de VP
Tras regar la causa trumpista con sus millones, el brazo conservador de Silicon Valley se ha anotado una importante victoria logrando la elección de uno de los suyos como candidato a la vicepresidencia. Antes de ser senador por Ohio, J.D. Vance trabajó en el sector tecnológico como protegido del influyente empresario Peter Thiel, uno de los padres de PayPal, una relación que le abrió las puertas en la industria, especialmente entre otros miembros de la llamada ‘PayPal Mafia’ como Musk o Sacks. Cuando Vance decidió dar el salto a la política, Thiel financió su campaña y usó su cercanía con Trump para ganarle su respaldo. Ambas alianzas han impulsado su figura. «La lección es que la riqueza y el poder de la tecnología pueden aprovecharse muy eficazmente», ha valorado Jessica Lessin, fundadora de la publicación tecnológica The Information.
En junio, cuando Trump aún no había decidido quién sería su número dos, inversores como Musk o Sacks le recomendaron apostar por Vance, según ha podido saber The New York Times. El ahora candidato lleva meses operando como puente de comunicación y donaciones entre Silicon Valley y la campaña trumpista. Desde Washington, podría impulsar la agenda de las élites tecnológicas. Aunque Vance se ha distanciado de otros republicanos al celebrar el «buen trabajo» de la Administración Biden en su lucha contra la «oligarquía» de las Big Tech, su rechazo también se debe a que las considera «explícitamente progresistas». Además, su discurso contrario a la regulación casa mejor con empresas emergentes y firmas de capital riesgo. Seducirlas será clave para acelerar el giro conservador en la industria.