un-asesino-serial-quiso-matarla-y-lo-cuenta-por-primera-vez:-habla-una-victima-de-«el-loco-del-martillo»

Un asesino serial quiso matarla y lo cuenta por primera vez: habla una víctima de «El loco del martillo»

“Siempre me acuerdo de sus manos peludas. Es lo único que recuerdo de aquella madrugada”. El relato del horror llega 61 años después. Fue un instante que necesitó de una vida entera para contarlo.

Una sobreviviente de “El Loco del Martillo” narró a Clarín el día en el que uno de los asesinos seriales más célebres de la historia criminal argentina entró a su casa y casi la mata.

Sofía Racinetti tiene ahora 79 años y vive en una casa sobre un local en La Tablada, partido de La Matanza.

Sin embargo, esa no es su casa de toda la vida. Cuando era chica vivió junto a sus cuatro hermanas y su madre en Lomas del Mirador. Allí es donde todo cambió para siempre. Era enero de 1963.

Sólo tres semanas antes, Boca le ganaba el campeonato a River en la Bombonera, después de que Roma le atajara un penal a Delem.

Ya habían pasado los festejos de Año Nuevo y el presidente José María Guido confirmaba la convocatoria a elecciones que más tarde ganaría Arturo Illia. Se vendrían meses intensos.

Sofía tenía entonces 18 años y, junto a su hermana Beatriz, se dedicaban a forrar tacos de zapatos.

Todas las hermanas y su mamá vivían en una habitación alquilada en el primer piso de una casa ubicada en una esquina, y todas dormían juntas en un solo cuarto que no tenía puerta.

La entrada estaba cubierta por una cortina de tela y, al frente, la madre colocaba una silla con ropa amontonada a modo de bloqueo.

«Éramos muy pobres», recuerda Sofía mientras ceba unos mates y recuerda la historia.

La noche del 2 de enero hacía un calor sofocante y los diarios hablaban de «temperaturas récord» en todo el país.

La familia se había ido a dormir temprano. Sofía se acostó a los pies de la cama de su mamá.

Inesperadamente, algo la despertó. Un golpe en la cabeza.

Alguien había trepado escalando paredes vecinas, tomó un martillo, lo envolvió en un gorro de goma y lo bajó con fuerza sobre la cabeza de Sofía, que despertó aterrada. Sólo emitió un quejido.

El hombre dejó el martillo sobre la almohada y llevó a Sofía hacia otra habitación para evitar que las mujeres dormidas escucharan. Allí intentó asfixiarla. Ella recuerda que no podía ver nada porque tenía la cara y los ojos llenos de sangre por el golpe.

“El tipo me quería arrancar la ropa, pero no me la pudo sacar. Yo le agarraba las manos. Siempre me acuerdo de que eran manos peludas. Es lo único que recuerdo de él”, expresa Sofía.

La madre escuchó un ruido, vio que Sofía no estaba y se levantó corriendo. Pidió ayuda a los gritos y, de inmediato, el atacante corrió hacia la pared, la trepó y se escapó. “Yo no estaba consciente de lo que acababa de ocurrir… lo único que hacía era gritar”, recuerda Sofía.

La chica fue trasladada de urgencia al Hospital Güemes de Haedo, donde estuvo internada durante tres meses.

“Me operaron porque tuve traumatismo y hundimiento de cráneo”, dice Sofía. El ataque quedó documentado en el hospital. Ese antecedente serviría luego para que los investigadores establecieran que el hombre que mataba mujeres a martillazos en Lomas del Mirador había comenzado atacando a esa chica que se salvó por milagro.

Sofía, en el casamiento de su hermana Beatriz. El médico le permitió asistir y usó un sombrero para tapar las cicatrices de la operación.Sofía, en el casamiento de su hermana Beatriz. El médico le permitió asistir y usó un sombrero para tapar las cicatrices de la operación.Las fechas sugieren que Sofía pudo haber sido la primera víctima del “Loco del Martillo”. El ataque que ella contó ocurrió el 2 de enero, y no hubo denuncias de ataques similares hasta dos semanas después.

Sofía tiene recuerdos generales vagos de su paso por el hospital, pero conserva algunas sensaciones nítidas de aquellos días. “La policía vino muchas veces a verme y me mostraba fotos para ver si podía identificarlo, pero no pude ayudar en nada porque no lo conocía. Por mucho tiempo me quedaron las marcas de sus uñas clavadas en el cuello”.

Su hermana Beatriz fue quien reconoció al agresor en las fotos. No sabía su nombre, pero sí lo había visto por el barrio. Los vecinos lo miraban de reojo porque tenía actitudes extrañas y violentas: a veces ataba latas a las colas de los perros callejeros. O trataba de prenderles fuego.

Sofía dice que cuando le dieron de alta no pensaba mucho en lo que le pasó: “Para mí fue un sueño”.

Aún así, recuerda que las consecuencias eran evidentes. Los dolores de cabeza no desaparecían y tuvo que usar lentes oscuros durante mucho tiempo, debido a la sensibilidad que le quedó en la vista: “Salí adelante, pero me llevó casi un año tratar de volver a estar bien”.

Cuando eso pasó, la familia de Sofía no estaba tranquila con la idea de que ella volviera a dormir en su casa. Se fue seis meses a lo de un familiar. Ella recuerda que, cuando regresó, no podía dejar de mirar hacia la puerta del pequeño cuarto.

El El «Loco del Martillo», en una foto de su archivo criminal. Estuvo preso durante 43 años.Pasaron varios años hasta que consiguió hablar sobre lo sucedido. La familia, los vecinos y amigos sabían y dialogaban sobre lo que había ocurrido, pero Sofía no era capaz de verbalizarlo. Recién pudo expresarlo unos años después. Se lo contó a su marido.

Hoy, Sofía asegura no sentir miedo cuando sale, aunque sí en su hogar. “En la calle me siento libre, siento que no me va a pasar nada; pero todavía tengo miedo en mi casa, dice mientras sirve otro mate.

Les cuenta a sus nietos lo que le pasó como una anécdota más: “¡No, abuela, no lo puedo creer! ¡Qué milagro que estés viva!”, le contestan.

Sofía se enteró durante la entrevista con Clarín que el hombre que la había atacado murió en 2007. Se sorprendió. Sólo dijo: «Que Dios lo tenga en la gloria”.

Quién era “El Loco del Martillo”

Raúl Aníbal González Higonet pasó a la historia criminal argentina como «El Loco del Martillo» y fue uno de los asesinos que más tiempo pasó en la cárcel, donde estuvo 43 años. Sólo lo ha superado Carlos Robledo Puch, que ya lleva 50 años preso.

González Higonet había nacido en 1937, era el más joven de siete varones y además tenía cuatro hermanas. Como sus víctimas, vivió en el barrio de Lomas del Mirador, en La Matanza.

De chico perdió a su padre, y su madre, como no podía mantenerlo, decidió internarlo en un reformatorio.

Vivió ahí hasta que comenzó a hacer «changas» para vivir y, más tarde, comenzó a robar. Sin embargo, fue atrapado y condenado a cinco años de prisión en el penal de Rawson.

Unos años después, cuando recuperó la libertad, sembró el pánico entre los vecinos de Lomas del Mirador. Durante 1963 asesinó a tres mujeres e hirió, al menos, a otras seis, utilizando siempre un martillo como arma.

Doce días después de atacar a Sofía, Higonet se metió a la casa de una mujer llamada Emilia y la golpeó con un martillo mientras dormía hasta desmayarla. Luego, tomó algunos objetos de valor y escapó.

Después, Higonet continuó con los robos en casas de mujeres que vivían solas, pero sin cobrarse víctimas fatales hasta el 8 de marzo. Ese día mató a Rosa de Grosso. A lo largo del mes de marzo cometió dos asesinatos más: el 22 mató a Virginia González (Lomas del Mirador), y al día siguiente, a Nelly Fernández (San Justo).

El asesino tenía 26 años y a toda la Policía de la Provincia de Buenos Aires detrás suyo.

Hasta entonces, salvo el “Petiso Orejudo” (había asesinado a varios chicos en 1912), no se conocían casos de asesinos en serie en la Argentina.

El miedo se había apoderado de las mujeres en todas las localidades vecinas a La Matanza: las fábricas autorizaban a sus trabajadoras a retirarse más temprano para que no tuvieran que caminar solas por la calle de noche, mientras la policía difundía el identikit de un hombre de pelo enrulado y con bigote.

El “Loco del Martillo” no pudo esconderse por mucho tiempo más y fue detenido el 25 de marzo de 1963.

Ese lunes, mientras los vecinos celebraban la victoria de Argentina ante Brasil durante el Campeonato Sudamericano – hoy conocido como Copa América –, Higonet fue capturado por dos policías que lo reconocieron por el identikit.

González Higonet, González Higonet, «El Loco del Martillo», poco antes de quedar libre, en 2006. Murió pocos meses después, a los 70 años.Fue condenado a cadena perpetua y estuvo más de 30 años preso en el penal de Sierra Chica. A fines de la década del 90, fue trasladado a la Unidad Penitenciaria Lisandro Olmos de La Plata. Luego, bajo un régimen semiabierto, permaneció durante cinco años más en la Unidad 12 de Gorina (también ubicada en La Plata).

En marzo de 2006, quedó en libertad gracias a la intervención de un joven abogado, Ariel García Furfaro, que se interesó en su caso.

Cuando salió de la cárcel, se descompuso dos veces: el mundo le resultaba desconocido. Más tarde, se mudó a la casa de su hermana, en La Matanza, pero jamás pudo adaptarse a la vida fuera de prisión.

Murió 20 meses después de haber recuperado la libertad.

Entrevista, investigación y textos: Camila Sancci, Sofía Zappia, Carolina Gassmann y Joaquín Pastormerlo

Maestría Clarín – San Andrés

HG