En Ginebra quedó sepultada la posibilidad de que el Fideo regrese a jugar a Rosario. Este sábado finalizó el extenso ida y vuelta en torno a la posibilidad de que volviera a vestir la camiseta auriazul de Arroyito. “Di María sigue en el Benfica, esto ya está anunciado, Di María seguirá en el Benfica. Y, similar a lo que pasó hace un año, cuando Di María estuvo en el Mundial y luego volvió a firmar contrato, ahora pasará lo mismo. Di María es jugador del Benfica”, afirmó el presidente del Benfica, Rui Costa, desde la ciudad suiza.
El delantero rosarino había finalizado su contrato al final de la temporada pasada. Antes y durante la disputa de la Copa América que le sumó otra medalla con la Selección argentina, se desataron las expectativas canallas ahora caídas. Al menos, por un año. La temporada pasada, Di María, de 36 años, disputó 48 partidos partidos con el Benfica, marcó 17 goles, dio 13 asistencias y ganó la Supercopa de Portugal.
En Rosario lo esperaban, había ilusión. Pero el lluvioso sábado fue una escenografía adecuada para el triste final de la historia. El flamante campeón de América no cumplirá en este mercado de pases lo que dijo miles de veces que era su sueño: “regresar a Central”.
Tras sus contundentes declaraciones en Ginebra, el presidente del Benfica le puso punto final al culebrón futbolístico de invierno. La de Costa fue la única voz: el futbolista sigue sin anunciar nada sobre su futuro y el por qué de su no regreso al Canalla, una posibilidad que dio lugar a incontables “dimes y diretes”.
El final adverso para la ilusión de los canallas, con todo, no sorprende. Es que el hecho de que Di María no acudiera al reconocimiento del club en la previa al juego ante Sarmiento (por la obtención de la Copa América) fue un indicio de que el futuro de Fideo iba a estar lejos de Rosario.
Lo concreto es que pasaron muchas cosas desde marzo, cuando se produjeron amenazas contra la familia del delantero, hasta hoy. Y el silencio de Fideo y su entorno desató una larga saga de rumores. Desde los fundados en nuevos “aprietes” mafiosos hasta los que remitieron a un acuerdo imposible con los directivos auriazules sobre la duración del contrato.
Así, triste termina la historia con una declaración a miles de kilómetros de distancia. Si se quiere, otra muestra de lo desprolijo de una situación que se extendió de más por la falta de comunicación que, en buena medida, fue decisión del jugador.