En 1937 se dispuso la ampliación del campo para albergar a unos 6.000 prisioneros, con trabajo de los mismos reclusos. Al año siguiente, con la anexión de Austria y la región de los Sudetes, una cantidad importante de presos políticos y gitanos fueron alojados en Dachau, conjuntamente con 11.000 judíos, que luego de iniciada la II Guerra Mundial -el 1° de septiembre de 1939- serían deportados a otros centros de exterminio.
Hacia 1940 el número de prisioneros era de aproximadamente unos 10.000, y la condición de los reclusos empeoró drásticamente debido a la falta de condiciones higiénicas y los trabajos forzados, que además elevaron la tasa de mortalidad.
Luego de la invasión soviética, el campo fue utilizado como sitio de ejecución de prisioneros de esta nacionalidad. Se calcula que fueron fusilados unos 4.000. Además, 2.500 reclusos enfermos fueron llevados al campo de exterminio de Schloss Hartheim, en Austria, durante 1942.
Un año después, sus instalaciones se convirtieron en un punto de recogida y distribución de prisioneros hacia los 140 campos satélites con los que contaba Dachau. Aun así, en 1944 albergaba a más de 30.000 personas. Entre 1933 y 1945, la cantidad de muertos allí ya eran 41.500, un tercio de los cuales murió en los últimos seis meses de la guerra.
Cuando Alemania comprendió que la derrota era inminente, comenzó a deportar a los reclusos. Desde Dachau marcharon a distintas regiones, a pie o en trenes de carga, y muchos perecieron en el camino por el cansancio y la hambruna. Finalmente, el 29 de abril de 1945, el campo fue liberado por el ejército estadounidense.
Después de la guerra
Finalizada la contienda, sus instalaciones fueron utilizadas como un centro para personas desplazadas, y luego de reclusión de prisioneros nazis. Se dieron inicio los llamados Juicios de Dachau, llevados a cabo en su totalidad por personal militar estadounidense. Se juzgaron 489 casos y se presentaron 1.672 acusaciones ante tribunales militares, de los cuales 1.416 fueron declarados culpables, con 297 penas de muerte y 279 de reclusión perpetua.
Una vez que culminaron los procesos en 1948, el campo fue devuelto a las autoridades bávaras, quiénes establecieron un centro de acogida para desplazados al que denominaron «Polígono de viviendas de Dachau-Ost». Una década después, un patronato compuesto por instituciones públicas y asociaciones de víctimas solicitaron la creación de un memorial en el lugar.
En 1960, el obispo auxiliar de Munich, Johannes Neuhäusler, gestionó la construcción de una capilla en el sitio, que fue inaugurada durante el Congreso Eucarístico Internacional y congregó a más de 50.000 personas.
El Comité Internacional de Campamentos se restableció como Comité Internacional de Dachau –CID-, y acordaron con el gobierno de Baviera la creación de un monumento. Muchos cuarteles ya habían sido demolidos, por lo que se decidió reconstruir dos de ellos, y proceder a la reparación de las murallas y torres de vigilancia. El 9 de mayo de 1965 se inauguró el memorial del campo de concentración de Dachau con una exposición documental, y en 1967 se erigieron una iglesia protestante y el memorial judío.
Las obras continuaron. Así, el 8 de septiembre de 1968 se inauguró el monumento creado por Nandor Glid, un escultor judío yugoslavo, quien fue el ganador de un concurso internacional.
Durante la noche del 2 de noviembre de 2014 robaron la histórica puerta del campo que contenía las palabras «Arbeit macht frei» –»El trabajo te hace libre»-, por lo que fue reemplazada por una réplica. Sin embargo, dos años después fue encontrada en un estacionamiento de la ciudad de Bergen, en Noruega, y devuelta a Dachau el 22 de febrero de 2017. Hoy se conserva protegida en el interior de las salas del memorial.
El objetivo que persigue la institución es conmemorar el sufrimiento y la muerte de los prisioneros y promover discusiones sobre los crímenes perpetrados por el régimen nacionalsocialista.
Las exposiciones del memorial
El memorial es un museo de sitio, con una exposición emplazada en los espacios históricos que aún se conservan. El guión que presenta describe la situación y destino de los prisioneros del campo de concentración: la llegada al lugar, la vida y vicisitudes que debieron pasar, el camino de la muerte o liberación, etc.
La exposición actual, inaugurada en 2003, se divide en seis secciones distribuidas en 13 salas. Las salas 1 y 2 ilustran sobre la llegada del nacionalsocialismo al poder, la dictadura establecida como forma de gobierno, el sistema de los campos nazis, y la historia del campo de Dachau entre 1933 y 1945, basada en los testimonios del historiador checo sobreviviente Stanislav Zámečník.
Las salas 3 a 6 testimonian un período histórico que se extiende entre 1933 y 1939, momento en que el campo se utilizaba para concentrar a presos políticos contrarios al régimen nazi e implantar el terror en la sociedad. La sala 7 corresponde al inicio de la II Guerra Mundial, en el período que Alemania gozaba del éxito en la contienda, entre 1939 y 1941: en este momento los campos contribuyeron a la política de guerra y sirvieron a los trabajos forzados y el exterminio de supuestos «enemigos» internos, como también de soldados prisioneros de los territorios ocupados.
Las salas 8 a 12 ilustran los acontecimientos acaecidos entre 1942 y 1945, y se titula «Despliegue de los prisioneros en la industria armamentística». Refiere a los últimos años del campo y la liberación final llevada a cabo por el ejército de los EEUU.
La exposición permanente finaliza en la sala 13, que presenta la historia de la posguerra y del memorial-museo del campo. Existe además una sala extra, que es conmemorativa y presenta unas 130 placas que evocan a personalidades y grupos que sufrieron el encierro en Dachau.
Pueden verse objetos personales de prisioneros, fotografías y gigantografías, banners explicativos, documentos expuestos en vitrinas, mobiliario original, mapas ilustrativos, planos, maquetas, esculturas, uniformes y vestimentas, biografías, dibujos de los reclusos, etc. La cartelería aclaratoria en alemán e inglés aporta a la comprensión de la situación histórica y es clara, aunque profusa. El espacio es amplio, de tal forma que puede albergar un buen número de visitantes sin afectar la exposición. Presentan además videos que muestran imágenes históricas y clarifican el mensaje.
Además de las salas mencionadas, el visitante puede recorrer sectores del campo que se han mantenido en su estado original, y otros que fueron reconstruidos, como por ejemplo las celdas –algunas de ellas abiertas-, barracas donde dormían los prisioneros –en camastros de tres pisos reconstruidos-, baños y duchas, etc.
Las antiguas barracas fueron incendiadas, pero su ubicación está señalizada y puede recorrerse libremente. Al final se encuentras las capillas católica, protestante, ortodoxa rusa y la sinagoga. Volviendo de este recorrido se accede a lo que fueron las «duchas» –cámara de gas- y crematorios. Todo el predio está circundando por alambrados y fosos de seguridad, y las torres de vigilancia, muy bien restauradas.
Archivo y biblioteca
Además de las salas de exposición que explicitamos y que ilustran la vida en el campo, la institución posee un archivo y una biblioteca creados en 1965. Los documentos y fotografías que posee –la gran mayoría son copias- se almacenan en las dependencias administrativas y se relacionan en forma directa con la vida en el campo, los prisioneros y los campos satélites. Brindan información sobre la historia del lugar, la administración y sobre las personas que estuvieron confinadas. Gran parte del archivo se encuentra digitalizado y dividido en las siguientes áreas: documentos escritos-legado, memorias, biografías, documentos judiciales-fotos, mapas y planos, recortes de periódicos.
El registro digital contiene datos de más del noventa por ciento de los 200.000 presos que estuvieron en Dachau. Lamentablemente, muchos documentos fueron destruidos por las SS antes de la liberación. Puede ser utilizado por el público para fines específicos, tales como tesis universitarias e investigación científica.
El campo de concentración de Dachau en Alemania, al igual que otros como Auschwitz Birkenau y Majdanek en Polonia y Mathausen en Austria, constituyen un patrimonio cultural que preserva la triste historia del terror que sembró el nazismo en Europa. Es la memoria misma de un holocausto que sirve como testimonio del horror y la muerte, pero también de resistencia y supervivencia.