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Con aval del Gobierno y un viejo proyecto en la mira, un grupo de senadores armará un bloque aliado a la Casa Rosada

Presentarán en estas horas la nota en la Cámara alta y estarán liderados por el correntino Carlos Espínola. El rol de Ignacio Torres, un gobernador que pasó de hipercrítico a socio político del gobierno. Las negociaciones y la cena con Santiago Caputo. El plan para mudar la capital

En las próximas horas, media docena de diputados le entregarán a Victoria Villarruel una nota formal con la oficialización de un nuevo interbloque en el Senado que intentará llevar una agenda federal pero que el Gobierno podrá exhibir como un logro en materia política: se presentará, según confiaron, como un espacio aliado que le ofrecerá una suerte de acuerdo de gobernabilidad a la Casa Rosada.

El interbloque se oficializará bajo el nombre de Provincias Unidas, e incluirá a los peronistas Carlos Espínola, Edgardo Kueider y Alejandra María Vigo, que integran la bancada de Unidad Federal; a la neuquina Lucila Crexell, de Comunidad Neuquén, y al salteño Juan Carlos Romero y la chubutense Edith Terenzi, dos de los tres legisladores del bloque Cambio Federal. “Se presenta este lunes, a más tardar el martes”, aseguraron las fuentes. El correntino Espínola, muy cercano al gobierno, será el presidente.

Fuentes del Parlamento aseguraron que, una vez presentado, podrían sumarse además otros senadores como los dos misioneros del Frente Renovador de la Concordia Social, la rionegrina Mónica Silva, que responde al gobernador Alberto Weretilneck, y los dos santacruceños del bloque que se referencia en el gobernador Claudio Vidal. Con ellos también hubo charlas en estas semanas.

La conformación del nuevo espacio legislativo terminó de madurar con una reunión que, según trascendió, tuvo lugar a última hora del jueves en las oficinas porteñas del gobernador Ignacio “Nacho” Torres, uno de los principales impulsores del bloque que trabajó en estos meses en su conformación junto a los senadores -en especial, Romero-, y que le ofrendó la movida al Ejecutivo tras las tratativas por la Ley Bases, en medio de las conversaciones por el Presupuesto 2025 y después de que Javier Milei tuviera que involucrarse públicamente en las negociaciones políticas por la seguidilla de derrotas legislativas de hace varias semanas con la ley jubilatoria y el DNU de la SIDE, una demostración de poder de la oposición y un grupo de bloques aliados que hizo tambalear al Gobierno.

Por esa sucesión de traspiés, el Presidente reordenó internamente su sistema de toma de decisiones, conformó una nueva mesa chica en simultáneo a su “triángulo de hierro” y tuvo que abrir por primera vez la quinta de Olivos para ofrecerles vino y carnes asadas a más de sesenta legisladores que lo acompañaron en el veto a la ley jubilatoria, como un gesto urgente para abroquelar a sus aliados en el Parlamento.

La semana anterior, varios de los senadores del flamante interbloque en la Cámara alta fueron invitados a la Casa Rosada por el Presidente, que les dio detalles del presupuesto que envió al Congreso. En los hechos, la mayoría de esos legisladores acompañaron al Ejecutivo en estos meses, pero la conformación de este nuevo interbloque los blindará en un comportamiento más orgánico.

La oficialización de este espacio presenta, además, otra novedad: decisión de una mayoría de gobernadores de negociar -y acercarse- directamente con el Gobierno más allá de sus pertenencias partidarias y los reclamos acumulados por el ajuste y la asfixia financiera a la que Milei sometió a las provincias, en medio de una reconfiguración del mapa del poder en la Argentina.

Es el caso de Torres, un gobernador pragmático y audaz, con muchísimos intereses cruzados y escasos prejuicios ideológicos, partidarios y financieros, que respeta el liderazgo de Mauricio Macri pero que tiene una agenda propia por fuera de la del ex presidente.

La reconversión del chubutense fue asombrosa porque su relación con el Ejecutivo empezó con el pie izquierdo. En febrero, fue el primero de los gobernadores del PRO -hasta ahora, el único- que golpeó la mesa y se trenzó en una durísima disputa pública con Milei tras la decisión del presidente de cortar el envío de fondos de la coparticipación: Torres advirtió que paralizaría el suministro de gas y petróleo al resto del país, con aval de sus colegas patagónicos. “Nachito”, lo chicaneó el jefe de Estado, y la puja escaló incluso hasta la Justicia. Furioso, Milei exhibió entonces su faceta más desagradable cuando reposteó en sus redes una imagen del gobernador caracterizado como una persona con síndrome de down, como si eso fuera una ofensa.

Torres fue un paso más: dijo que lo amenazaron con “sacar los tanques en las redes” y acusó de “nefasto” a Santiago Caputo, con nombre y apellido. Lo expuso públicamente, mucho antes de que Macri, que se ofreció en ese momento de mediador con Milei, señalara insistentemente al asesor estrella de la Casa Rosada.

Siete meses después, la relación entre Torres y el Ejecutivo es diametralmente opuesta. De hecho, el nuevo interbloque apadrinado por el gobernador se trabajó durante meses de manera directa con Caputo, al que conocía de varios años antes: colaboró con él y tuvo una participación como consultor en la campaña del 2021 que llevó al chubutense al Senado.

Es más: hace algunos meses, los senadores y el gobernador cenaron con el asesor presidencial para empezar a darle forma al nuevo interbloque en el departamento porteño del salteño Romero. Por esos días, Caputo comenzó a promocionar, sin éxito finalmente -quedó en manos de Martín Lousteau-, al entrerriano Kueider para que presida la comisión bicameral de inteligencia.

En esa comida, según pudo reconstruir este medio, se habló de un viejo proyecto que, de no mediar imprevistos, entrará al Senador próximamente, y que fue consensuado entre Torres y Caputo, que encontró en ese diseño una buena oportunidad para apuntalar la construcción de un relato épico y refundacional, una herramienta esencial para el plan libertario que en las últimas semanas empezó a exhibir algunas señales de agotamiento.

Se trata de la mudanza de la capital a Viedma, en Río Negro, como aquella propuesta que Raúl Alfonsín lanzó en abril de 1986 conocida como Proyecto Patagonia y que al final quedó trunca por la severa crisis económica de esos años.

El proyecto se había consensuado con el Gobierno para ser lanzado meses atrás. Incluso se negoció que el gobernador de Chubut lo propondría mediáticamente en un programa de televisión, y el Ejecutivo se subiría enseguida a la propuesta. Es, para los impulsores, una oportunidad para descentralizar el Área Metropolitana y federalizar el país. Es un proyecto del que también se jacta el consultor, operador y lobbista Gastón Douek, de muy buen vínculo con Torres. Habrá que ver la reacción pública de Milei cuando se materialice.

Para el Gobierno, sin embargo, son una serie de señales positivas en un contexto político que en los últimos meses obligó al presidente a ponerse al frente de las negociaciones, al menos en cuanto a su puesta en escena. De cara a las conversaciones vinculadas al presupuesto que presentó el propio jefe de Estado el domingo pasado en el Congreso, con bajo encendido televisivo.

En ese discurso, Milei anunció que los gobernadores debían emprender un ajuste presupuestario en torno a los 60.000 millones de dólares. Furiosos, los jefes provinciales hicieron saber el disgusto frente a semejante número. Veinticuatro horas después, Luis Caputo y Guillermo Francos aclararon que en realidad no eran 60.000, si no 20.000 millones de dólares, es decir, 40.000 millones menos.

Desde entonces, los gobernadores empezaron a pedir por deudas por obras, cajas jubilatorias y compensaciones por el pacto fiscal de Macri del 2017. El miércoles, Jorge Macri consiguió en la Corte Suprema que el gobierno le reconociera al menos el 1,40% por goteo diario del pago del 2,95% de coparticipación.

El jefe de Gobierno porteño aún no lo dice públicamente, y su administración aún no le dio ningún argumento sólido para justificarlo, pero trabaja para convertirse en uno de los presidenciables del PRO para el 2027. Lo dice desembozadamente en conversaciones privadas. Es el mismo objetivo que tienen Torres y Rogelio Frigerio. Este último lanzó en la semana, junto a sus colegas de Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe y Formosa la Liga del Litoral, para negociar en bloque el presupuesto y reclamar por fondos para esas provincias.

De enemigo al inicio de la gestión, a aliado clave en estos días, el gobernador de Chubut visitó a mediados de semana al ministro de Economía, con el que también analizó detalles del presupuesto 2025 para su provincia. Llamó la atención un posteo publicado por Juan Doe, el usuario que utiliza en sus redes Juan Pablo Carreira, un empleado de Santiago Caputo a cargo de la estrategia digital del Ejecutivo, después de ese encuentro en el Palacio de Hacienda. “No sé si Nacho Torres sabe, pero si además de todo esto logra reactivar la minería en Chubut no solo va a lograr tener una de las provincias más ricas del país, si no que tranquilamente puede terminar siendo presidente”, posteó el funcionario.

El Gobierno sigue atentamente la discusión por el presupuesto, pero también hay otras negociaciones en curso que son monitoreadas por la Casa Rosada, en este caso por el consultor estrella de Milei y Sebastián Amerio, su delegado en el Ministerio de Justicia. Se trata de las tratativas en torno a la suerte de los pliegos de Ariel Lijo y de Manuel García-Mansilla que todavía esperan por un dictamen favorable en la comisión de acuerdos del Senado.

Según confiaron fuentes legislativas, el nuevo interbloque a punto de ser oficializado tendría, en conjunto, una posición favorable a esas postulaciones. En particular, a la de Lijo. Inquieto, Macri, que tiene una visión muy firme respecto de esa nominación, le preguntó puntualmente por ese caso al gobernador Torres, así como hizo un repaso por el resto de los mandatarios y dirigentes del PRO. El chubutense le transmitió lo mismo que a la Casa Rosada: que él y los legisladores que le responden están para apoyar ese pliego.