Se los conoce como hibakusha. Son los sobrevivientes a las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial y la organización que los representa, Nihon Hidankyo, recibió este viernes en Oslo, Noruega, Premio Nobel de la Paz 2024. El reconocimiento es “por sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar mediante el testimonio de testigos que las armas nucleares no deben volver a utilizarse nunca”, según explicó el presidente del Comité Nobel, Jorgen Watne Frydnes.
La elección fue una sorpresa. Los favoritos para el galardón eran la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) y el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ). Al menos, así surgía de los pronósticos del Instituto para la Investigación sobre la Paz (PRIO) de Oslo y el Consejo de la Paz noruego. Para el Nobel de la Paz estaban propuestos 285 candidatos, de los que 196 eran individuos y 89, organizaciones.
Nihon Hidankyo es un movimiento de base fundado en 1956 que agrupa a organizaciones de las 47 prefecturas japonesas y representa a casi todos los hibakusha organizados. Todos sus funcionarios y miembros son víctimas de la bomba atómica. El Nobel reaviva la memoria sobre esas masacres, a 79 años de perpetrada. El número de supervivientes que vivían en Japón en 2016 era de 174.080, según la cifra más actualizada de la web de la organización, la mitad de los registrados en 1999.
Los integrantes de Nihon Hidankyo se dedican a contar sus historias para exponer lo que vivieron personalmente y las secuelas del bombardeo atómico. Lo hacen en su país y en otros. Inlcuso en la ONU, para generar conciencia en las naciones que poseen tecnología nuclear bélica.
Uno de lo objetivos centrales de la organización es la “prevención de la guerra nuclear y la eliminación de las armas nucleares” y la búsqueda de una indemnización estatal por los daños de la bomba atómica. “Debe reconocerse la responsabilidad estatal (por los Estados Unidos) de haber lanzado la guerra, que condujo a los daños por el bombardeo atómico, y debe proporcionarse una compensación estatal”, señala la página web de Nihon Hidankyo.
“Nunca soñé que esto pudiera pasar”, reconoció Toshiyuki Mimaki, copresidente de la organización, al enterarse del reconocimiento. “Se ha dicho que gracias a las armas nucleares el mundo mantiene la paz, pero las armas nucleares pueden ser utilizadas por terroristas. Por ejemplo, si Rusia las utiliza contra Ucrania, Israel contra Gaza, no acabará ahí. Los políticos deberían saber estas cosas”, alertó el activista según informó la agencia AFP.
El 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense lanzó la bomba de uranio sobre Hiroshima, al sur de Japón. Tres días después, una segunda arma fue lanzada sobre Nagasaki. Se calcula que el número de habitantes asesinados el día de los ataques y los posteriores, por la radiación, es de 166.000 personas en Hiroshima y de 80.000 en Nagasaki: un total de 246 000. En su casi totalidad, eran civiles. Las cifras de los fallecidos a lo largo de los años por la exposición a la radiación emitida es incierta. Dos semanas después de los bombardeos, Japón se rindió, poniendo fin al conflicto bélico.
Prohibidos por Estados Unidos
Los hibakusha se organizaron pese a la censura que en los primeros tiempos impulsó Estados Unidos sobre su exposición de la atrocidad bélica cometida contra la población civil. Incluso, con la resistencia de muchos japoneses que no querían escuchar los efectos prolongados de la radiación producida por las dos detonaciones atómicas ni estar cerca de quienes habían sufrido la exposición a la misma.
“Durante casi 10 años después del bombardeo, los hibakusha no recibieron ninguna ayuda de las fuerzas de ocupación estadounidenses, que prohibieron terminantemente a la gente escribir o hablar sobre el bombardeo y los daños, incluida la miserable muerte de 200.000 personas”, y tampoco la recibieron por parte de su Gobierno, cuando el país recuperó su soberanía en 1952, explica la organización en la web.
Entre sus objetivos están “la prevención de la guerra nuclear y la eliminación de las armas nucleares” y la búsqueda de una indemnización estatal por los daños de la bomba atómica. “Debe reconocerse la responsabilidad estatal de haber lanzado la guerra, que condujo a los daños por el bombardeo atómico, y debe proporcionarse una compensación estatal”, se lee en su página web.
Hay nueve países con armas nucleares: Rusia, Estados Unidos, China, Israel, Francia, Reino Unido, Pakistán, India y Corea del Norte. Entre todos, suman unas 12.100 cabezas nucleares, según el informe Estado de las fuerzas nucleares en el mundo 2024 de la Federación de Científicos Atómicos, citado por la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares.
Lobbys contra dos favoritos En las últimas semanas se había especulado sobre la posibilidad de que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados los Palestinos (UNWRA) fuera la reconocida con el Nobel de la Paz. Pero más de 12.000 personas firmaron una petición instando al Comité del Nobel a no concederle el premio por su actividad humanitaria en la devastada Franja de Gaza, donde varios de sus centros de refugiados y hospitales fueron bombardeados por Israel.
Otro de los nominados considerados favoritos era la Corte Internacional de Justicia, el principal tribunal de la ONU que actualmente está analizando acusaciones de que Israel ha cometido genocidio en Gaza y ha emitido una declaración instando a las autoridades israelíes a abstenerse de actos genocidas.
En total, el Nobel de la Paz 2024 contaba con 285 candidatos, de los que 196 eran individuos y 89, organizaciones, según informó el Comité Nobel, que el año pasado premió a la iraní Narges Mohammadi por su lucha por los derechos de las mujeres. El de la Paz es el único de los seis premios que se otorga y se entrega fuera de Suecia, en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel, ya que en su época Noruega formaba parte del vecino país.