La destitución de Pablo Biró del directorio de Aerolíneas Argentinas ha desatado un revuelo innegable en torno a las políticas gubernamentales bajo la dirigencia de Javier Milei. Esta sorpresiva decisión fue oficialmente confirmada por el vocero presidencial Manuel Adorni. La medida surge en medio de tensos conflictos sindicales con los gremios aeronáuticos que han puesto en tensión a la empresa estatal y a sus empleados en las últimas semanas.
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Historia de tensiones y desencuentros acompañan la relación entre Biró y el actual Gobierno. Durante los meses previos a su destitución, el sindicalista había liderado paros, asambleas y medidas de fuerza que buscaban exponer las demandas del sector frente a la administración libertaria que ahora lo remueve de su cargo. Biró había sido incluso objeto de denuncias por amenazas extorsivas, dejadas en evidencia tras sus declaraciones sobre medidas que el Gobierno proponía para reformar al sector aeronáutico.
La remoción de Biró fue ejecutada luego de una asamblea convocada por el Estado nacional, accionista mayoritario de AA. En esta reunión, la decisión de expulsarlo se selló argumentando supuesta deslealtad hacia los intereses de la compañía. El comunicado de la empresa estatal acusa, además, que durante este mismo año, Biró habría perpetrado 13 medidas de fuerza, disfrazadas muchas de ellas como simples asambleas informativas.
Mientras las tensiones aumentan en el interior de Aerolíneas Argentinas, el panorama externo no parece más alentador. Los sindicatos agrupados en la Mesa Nacional del Transporte confirmaron su participación en el anunciado paro del 30 de octubre, una medida de 24 horas que busca visibilizar el desacuerdo sindical ante lo que describen como un intento del Gobierno por erosionar los derechos de los trabajadores de las empresas estatales. Durante el reciente Congreso Mundial de la ITF en Marruecos, el secretario general de Aeronavegantes, analizó el contexto gremial, denunciando congelamiento salarial y ataques a la libertad sindical.
Cada paso en esta confrontación parece seguir una línea que según las declaraciones de los actores involucrados, amenaza con ahondar todavía más la división. Por un lado, una compañía estatal que mediáticamente intenta enviar señales al mercado respecto a sus promociones, alternativas y oportunidades. Por el otro, gremios firmes en resguardar sus conquistas, derechos y autonomía sindical.