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Una mujer fue violada por cinco hombres durante toda una noche en una fiesta de cocaína

El domingo 14 de abril por la noche, una mujer de 22 años oriunda de la zona sur del Conurbano llegó a un departamento en la calle Larrea al 300, zona de Once. Al menos tres hombres la habían invitado allí para beber unas cervezas, tres hermanos oriundos de Perú que conocía de tiempo atrás, según su relato. “Los Josesitos”, lo apodaba. Allí, bebieron. Luego, hubo cocaína, servida en un plato, cortada y delineada con una tarjeta magnética de un local de juegos para chicos.

De un momento a otro, comenzaron a manosearla. La arrastraron a una habitación. La mujer pidió por favor, que no. La penetraron por la fuerza, los tres, sin preservativo, le colocaban cocaína en la boca mientras se filmaban entre sí.

Cuando terminaron, le permitieron ir al baño. La mujer intentó limpiarse, en pánico. El menor de los hermanos entró al baño y tomó un jabón para, supuestamente, violarla otra vez. Horas después, un cuarto hermano entró al departamento. Abuso de ella también. Para ese entonces, el lunes ya comenzaba, cerca del amanecer. Se oyó el timbre nuevamente. “Llegó el Rasta”, escuchó la víctima. “El Rasta” la violaría también. Así, los abusos se sucedieron, uno tras otro, durante ocho horas, mientras la obligaban a tragar droga. Uno de los hermanos la amenazó de muerte, le dijo que tenía “gente por todos lados”.

A las 8:54 AM, la mujer logró tomar su teléfono. Le pidió auxilio a un amigo vía WhatsApp, le envió su ubicación. Su amigo llamó al 911, se dirigió al lugar, llamó al 911 otra vez con la dirección precisa. Un patrullero de la Comisaría 3C de la Policía de la Ciudad llegó al lugar; encontraron a la víctima llorando, aterrada, mientras relataba lo sucedido una y otra vez. Casi todos sus presuntos abusadores habían escapado; uno de ellos descartó la billetera de la joven en el patio interno. Casi todos, menos uno, Florentino Acosta Chapoñan, que fue señalado y arrestado en el acto.

El caso fue transmitido a la fiscal Mónica Cuñarro, que comenzó a investigar. Hoy, Acosta Chapoñan y su hermano José, de 48 años, un taxista registrado en el rubro de negocios inmobiliarios de la AFIP, se encuentran presos, procesados y embargados por sumas millonarias.

Mónica Cuñarro, la fiscal del caso
Según confirmaron fuentes del caso a Infobae, por los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado, amenazas y privación ilegítima de la libertad. Los procesamientos, dictados en julio por el juez Martín del Viso, fueron confirmados por la Sala V de la Cámara de Apelaciones, con los jueces Hernán López y Rodolfo Pociello Argerich. “Me niego a declarar”, dijo Florentino en su indagatoria. “Yo soy inocente”, afirmó José en la suya, mientras aseguraba que haría una contradenuncia él mismo. Las pruebas recolectadas por la fiscal son exhaustivas: pericias a la víctima que revelaron diversas lesiones, análisis de antenas de teléfono, seguimientos de cámaras de seguridad.

En su relato, la víctima habló del tercer hermano en la historia, Fermín, el menor, de 28 años. Relató cómo abrió la puerta cuando llegó al departamento. “Fermín es mi hermano, no tengo relación con él desde 2018″, completó José. El fallo de la confirmación del procesamiento de sus hermanos relata cómo el análisis de antenas de celular requerido por Cuñarro reveló varios impactos del teléfono de Fermín a lo largo de esa madrugada. Según relató la víctima, fue quien la violó en el baño, tras darle de comer cocaína.

Fermín Acosta Chapoñan, nacido en Lambayeque, distrito de Pecorá, escapó de vuelta a Perú, donde fue finalmente detenido y encerrado en el Establecimiento Penitenciario del Callao. El juez del Viso lo indagó vía Zoom el miércoles 16 de este mes. Tal como sus hermanos, Fermín se negó a declarar.

El cuarto Acosta Chapoñan ya fue identificado y tiene pedido de captura. La identidad de “El Rasta”, por lo pronto, se desconoce.

 

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