Lucía Martina Gonzales Tula, de apenas 11 años, vive en la localidad de Icho Cruz y estudia en el colegio Carlos N. Paz. Participó de un certamen con una obra inspirada en los balnearios de Punilla, y hoy su pintura se encuentra en la exposición del Museo de Ciencias Naturales en Córdoba.
Lu, como le gusta que la llamen sus amigos y familiares, estudia inglés y aprovecha su tiempo libre en casa para pintar. Lleva la creatividad en la sangre, y aunque nunca ha tomado clases, juega mezclando colores y asegura que la pintura abstracta es lo que más le gusta. Su cuadro se podrá apreciar en la muestra del Museo de Ciencias Naturales hasta el 12 de noviembre.
Su mamá, Ana Tula, contó: «En la familia todos hacemos algo de creatividad. Yo antes hacía muñecos, y ella me pedía telas para hacer la ropa de las muñecas. El año pasado se realizó un evento de pintores en Icho Cruz, donde se inscribieron adultos, profesionales y aficionados, y ella fue la única niña. Después de participar el año pasado, le regalaron un atril que no tenía. Este año, una amiga le regaló las pinturas, y nos fuimos al río. La temática era un arroyo, el centro o el río. Ella, el año pasado, hizo el arroyo, y este año eligió el río».
«En el encuentro participa la Universidad Provincial y los jueces son los docentes de arte, que este año decidieron exponer las obras ganadoras en el Museo de Ciencias Naturales, y la de Lu fue una de ellas. En casa, ha hecho varios cuadros; ella es autodidacta y mezcla los colores sola, a su tiempo y cuando le nace».
La pequeña se mostró muy emocionada por su logro y expresó: «Me gusta mucho pintar en abstracto, uso acrílico. Para pintar las piedras del río, agarré las piedras que encontré, las pinté con blanco y negro, las mezclé y las usé como sellos. Cuando sea grande quiero ser pintora y veterinaria. Estoy muy contenta con la pintura; fuimos a ver la inauguración el sábado pasado. Me siento muy feliz, no puedo creer que con solo once años lo haya logrado. En el museo había un chico mirando mi obra, y me daba un poco de vergüenza. Luego, vino la mamá, que era quien organizaba el evento, y me contó que su hijo le dijo que era la obra más linda que había visto y que le transmitía mucha ternura. Mi tía estaba conmigo y se largó a llorar, eso me emocionó mucho».