Valorar las raíces devela la sustancia de la que están hechas las personas. Carmen Luján Viveros nació y se crió en la inmensidad de las montañas de la Quebrada del Toro, en un paraje llamado La Aguada.
De niña cursó la primaria en la escuela 4.756, de El Palomar, ubicada a 3.900 msnm y a unos 160 km de la ciudad de Salta. Para llegar hasta allí, debía recorrer enormes distancias a lomo de mula, en bicicleta o en algunas ocasiones, caminando. De lunes a viernes dormía en el albergue del establecimiento educativo, de otro modo le hubiese sido imposible ir y volver todos los días hasta su casa.
El secundario lo hizo en el colegio de montaña de Alfarcito, donde se fue perfilando su vocación por la docencia. Se trata de un establecimiento “del cerro y para el cerro”, como lo indica su eslogan. Fue creado por el padre Sigfrido “Chifri” Moroder para favorecer el desarrollo humano y el arraigo de los jóvenes quebradeños a sus tierras originarias, a través de una educación enfocada en técnicas, habilidades y contenidos adecuados a la región, y que preservan la identidad y la cultura andino puneña.
Al egresar y por medio de una beca de la Fundación Alfarcito, pudo continuar formándose. Hoy es estudiante avanzada del Profesorado de Nivel Inicial, en la ciudad de Salta.
Hace pocas semanas, Carmen regresó a la Quebrada y fue en su escuelita donde desarrolló un proyecto de reciclaje, que tuvo como objetivo fabricar elementos didácticos con plásticos y materiales reutilizables. Esta actividad se enmarca en el espíritu de la beca “Padre Chifri”, que propone a los beneficiarios a desarrollar proyectos en sus lugares de origen.
“Carmen, con mucha responsabilidad preparó el proyecto y lo coordinó con las autoridades de la escuela. También se encargó de preparar el material necesario. Se sumaron otras becarias y miembros de la Fundación Alfarcito. Contó, además, con la colaboración del director Sergio López, de docentes de distintos niveles y de los alumnos”, contó Carlos Alberto Figueroa, desde la ONG.
En la elaboración de los elementos didácticos para su uso en matemáticas trabajaron con tapitas plásticas, cartones, papel, entre otros materiales. Participaron los alumnos de nivel inicial, quienes fabricaron dispositivos para contar y representar los números; los de segundo avanzaron un poco más, con tablas para sumar, restar, dividir y multiplicar; mientras los del tercer ciclo se enfocaron en las fracciones.
“Quisimos resaltar la importancia de cuidar el medio ambiente a través del reciclaje y los beneficios de crear nuevos recursos didácticos que favorezcan la enseñanza educativa y contribuyan al desarrollo cognitivo y el lenguaje”, explicaron desde la Fundación Alfarcito.
Al terminar la jornada, compartieron una reunión de camaradería a la que sumaron los papás y mamás de los chicos. Se entregaron, además, mantas donadas por Salta Plast y otros artículos cama y abrigo aportados por colaboradores de la ONG.