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El Ancasti > Opinión > Edición Impresa > Editorial 28 de octubre de 2024 – 00:15
Que el riesgo país esté por debajo de los 1000 puntos desde la semana pasada generó un clima de euforia en el mercado financiero. El nivel es todavía notablemente superior al que existía cuando finalizó el gobierno de Cristina Kirchner, en 2015. En ese momento apenas llegaba a los 495 puntos. Pero el actual es bastante inferior al que existía hace apenas algunos meses.
Como se sabe, el riesgo país es un índice económico que mide el riesgo que representa un país para los inversores. O, dicho de otro modo, es un indicador que mide la probabilidad de que un país no pague su deuda.
Lee además El plan económico del gobierno libertario está atado exclusivamente a la posibilidad de acceder al mercado de capitales, es decir que la sustentabilidad del programa implementado por Milei-Caputo requiere de un proceso de endeudamiento aún mayor que el que ya tiene la economía argentina. El actual nivel de deuda pública es ya de por sí preocupante, y puede serlo aún más si se continúa con el círculo vicioso del endeudamiento. Según datos de la Secretaría de Finanzas de la Nación, en lo que va del gobierno de Milei la deuda pública creció en U$S 89.404 millones, alcanzando un nivel récord en la historia argentina: U$S 460.068 millones.
La baja del riesgo país, que es impulsada por los propios operadores del mercado financiero obedece a que, según entienden, hay mayores garantías de que la actual gestión nacional cumpla con los compromisos de pago de capital e intereses de la deuda. Uno de los factores que habilita esas garantías al mundo de las finanzas es el veto del gobierno nacional a la Ley de Movilidad Jubilatoria y a la del Financiamiento Universitario, lo cual significa que lo que observa con optimismo el capital financiero es el formidable ajuste que implementa el gobierno y que afecta a los sectores mayoritarios de la sociedad.
De modo que se aprecia una disociación entre los intereses de este poderoso sector y el mayoritario de la sociedad argentina. El propio presidente de la Nación reconoce que cada dólar que ingrese a la economía nacional tendrá como destino prioritario el pago de la deuda pública. Como los dólares no abundan ni abundarán, es probable que lo poco que ingrese se oriente a ese destino y quede muy poco o nada para financiar un programa de desarrollo nacional.
Es imperativo que la Argentina cumpla con los compromisos asumidos, aun cuando el proceso de endeudamiento que llevó adelante el propio Caputo cuando era funcionario de Mauricio Macri implicó un crecimiento exponencial de la deuda pública sin casi ningún beneficio para la economía nacional. Y la única manera de hacer sustentable el pago de los compromisos argentinos de su deuda pública es tener una economía en crecimiento, sentando las bases de un desarrollo estratégico que permita que la economía nacional genere sus propios dólares. Esto es, sin necesidad de continuar por el histórico sendero al que han recurrido los gobiernos pro-mercado de endeudarse para pagar la deuda. Como se dijo, un círculo vicioso que no aporta ninguna solución sino el afianzamiento de un proceso de debilitamiento permanente de la economía nacional.