«La adopción fue y es, para mí, mi vida entera», contó a Télam Florido (39 años), quien en 1983 fue adoptada en Bahía Blanca, donde actualmente reside junto a su familia, y que este sábado presenta ‘Crónica de una adopción’ en la 47° edición de la Feria Internacional del Libro.
En esta publicación, la escritora recorre las historias de distintas familias que «reflejan un amor sin igual puesto al servicio de los niños», pero también el miedo, las dudas, la espera y preparación para maternar o paternar y un laberíntico camino administrativo.
«Creo que estas historias acompañan a quienes ya están en proceso y también pueden animar a otros a empezar a ver la adopción como una forma de hacer familia y no como una decisión tomada como última instancia».Natalia Florido «Creo que estas historias acompañan a quienes ya están en proceso y también pueden animar a otros a empezar a ver la adopción como una forma de hacer familia y no como una decisión tomada como última instancia», expresó Florido.
Y continuó: «También trata del derecho de todo niño y adolescente a no tener que mendigar más amor. Esa es la deuda que tiene la Argentina, tenemos que darles una familia y la posibilidad de ser hijos».
En Argentina hay cerca de 2.200 niños, niñas y adolescentes (NNyA) esperando su adopción y 2.427 familias inscriptas en todo el país.Ruaga Sin embargo, el grueso de esas familias desean bebés o niños pequeños y sólo una de cada 100 recibiría a adolescentes, mientras que la mayoría de los niños y niñas tienen en promedio más de ocho años.
«Es importante visibilizar esta información porque sino caemos en el estigma de que la adopción ‘tarda años’ en Argentina y no es así. Si se anotan sólo para bebés van a esperar un montón porque no hay (en adopción)», aseveró Florido.
Una de las historias relatadas en el libro lo refleja. Algunos años atrás, Carolina Simonit se anotó junto a su esposo, Walter, con la intención de adoptar «una niña de entre 2 y 5 años».
Luego de tres años de espera, finalmente los contactó una abogada pero con una propuesta diferente: la posibilidad de adoptar una niña de 14 años de la ciudad de Charata, en Chaco.
«Se me partía el corazón y se me pasaban mil cosas por la cabeza: ‘es adolescente, no es lo que esperábamos’ y miles de cosas más», contó Carolina.
Con el aliento de su marido, sin embargo, se animaron a conocerla. Hoy Melani es la quinta integrante de esta familia chaqueña, que se sintió «tan bendecida con su llegada», expresó la mamá, quien aseguró que sin importar su edad los niños «merecen una oportunidad».
Al respecto, Olga Bianchi, otra mamá adoptiva cuya historia protagoniza el libro, aportó una serie de consideraciones, como la necesidad de «quitarse todos los prejuicios» y entender que la disponibilidad adoptiva «no es según los deseos o fantasías de los adultos».
«¿Querías una nena? Bueno, ¡son cuatro!», con esas palabras supo Olga que se convertirían junto a Sergio, su marido, en los padres de las hermanas Morena, Valentina, Estefanía y María Laura.
Ponían fin, así, al temor de las niñas de ser separadas.
A través de un relato coral, la autora da cuenta también de los desafíos de integrar con el presente las historias pasadas de los niños y niñas, en muchos casos «complejas» y signadas por miedos y dolores.
Cuando los hijos llegan, surgen «mil preguntas y situaciones que nadie puede responder», pero que sí se deben acompañar, tanto desde el Estado como las organizaciones, «para que las familias sepan que no están solas», agregó Florido.
El libro problematiza además la baja «disponibilidad» adoptiva para NNyA con alguna discapacidad o enfermedad, que sólo el 19% de los perfiles inscriptos en Ruaga indicó que los recibirían. El libro problematiza además la baja «disponibilidad» adoptiva para NNyA con alguna discapacidad o enfermedad, que sólo el 19% de los perfiles inscriptos en Ruaga indicó que los recibirían.
Entre ellos están Adolfo y Gustavo, los padres de María Fernanda, que tiene síndrome de Down, y también Irene, una familia monoparental, mamá de Keila, que fue diagnosticada con retraso madurativo.
En ambos casos, sus condiciones eran «delicadas» no sólo por las carencias de cuidados en términos físicos, sino fundamentalmente por la falta «de amor y de familia».
Hoy hacen sus terapias, se integran a las distintas actividades, avanzan en nuevos aprendizajes y llevan una vida «como cualquier niña feliz».
«A veces la gente me cuenta que leyeron tal historia y se animaron a cambiar la edad del niño que quieren adoptar o aceptar si tiene alguna condición, eso es lo importante de contar estas historias», sostuvo la escritora, quien agregó también fragmentos de la suya propia.
La historia de Natalia
Nació en 1983 en el hospital de El Bolsón y fue allí donde su madre biológica, Mercedes, la dejó «ya con la orden de un juez para la adopción».
A los días llegó a los brazos de sus padres, Marta y Vicente, y de su hermano Juan Eduardo, en Bahía Blanca.
«Siempre supe que soy adoptada, desde que tengo uso de razón, y hace 12 años decidí buscar mis orígenes», relató a Télam la presidenta de la Red Argentina de Adopción.
Fue recién cuando conoció a su hermana Vanesa, que «no sabía siquiera de mi existencia», cuando pudo conocer la historia de quien fue Mercedes y entender, también, «la forma de maternar que tuvo», contó Florido, que hoy tiene una hermana, sobrinas y una gran familia en Chubut.
«Ante el temor de que cuando conocen a sus familias biológicas ‘dejan de querer’ a las adoptivas, pienso que son experiencias que suman amor, no restan», sostuvo.
En cualquier caso y pese al miedo que genera, aconsejó «hablar de la adopción con absoluta naturalidad y siempre con la verdad, responder las preguntas que aparezcan y respetar la decisión de los chicos de ir a buscar sus orígenes o no».
Esta tarde, desde las 19, la autora exhibirá su libro en el Pabellón Verde del predio de La Rural, donde se desarrolla la 47 Feria Internacional del Libro.
Lo recaudado con la venta del libro durante mayo será destinado a la Asociación del hogar de Niños Norberto Fernando Haase, en Misiones, y al grupo «El gran día», que festejan los cumpleaños de niños y adolescentes de hogares en Buenos Aires.