Sergio Massa negocia un envío de dólares por una cifra muy similar a la que el FdT declinó pedir cuando desembarcaba en la Casa Rosada.
En junio de 2018 el Fondo Monetario Internacional aprobó un préstamo a la Argentina que suponía desembolsos hasta junio de 2021. En octubre de aquel mismo año, 2018, el crédito stand by (uno de los tipos de programas que el organismo ofrece a países en apuros financieros) fue aumentado. El FMI aprobó US$ 57.000 millones, la operación más grande de la historia del organismo.
De los US$ 57.000 millones, desembolsó US$ 45.000 millones. El último giro fue el 16 de julio de 2019, casi un mes antes de las PASO. Prácticamente un año después, estando la plata pre aprobada pero sin movimientos en la cuenta durante doce meses, el gobierno de Alberto Fernández canceló el programa (24 de julio de 2020).
Tres años más tarde el Gobierno solicita al FMI que le adelante un monto que se parece mucho a aquel que desestimó en 2019. Lo hace para asegurarse llegar a las PASO de este año sin un susto. En concreto lo que Economía estaría negociando son US$ 10.640 millones que están pre aprobados, pero que el cronograma estipula que sean enviados en tres cuotas (junio, septiembre y diciembre). Sergio Massa, el ministro de Economía, podría incluso ir más allá y solicitar US$ 3.238 millones que ya debería recibir el próximo gobierno (2024).
Esto quiere decir que entre el dinero que el FMI debería girar este año y el próximo, a la Argentina le corresponderían unos US$ 13.878 millones, una cifra similar a la que rechazó Fernández en 2019.
Días antes de asumir en diciembre de ese año, el Presidente así adelantó que no pediría el dinero al FMI. “Un acuerdo que dice que le van a mandar a Argentina alrededor de US$ 57.000 millones y le han dado hasta acá US$ 45.000 millones, quedan US$ 12.000 millones. ¿Tengo un problemón y voy a pedir 11 mil millones más? Yo quiero dejar de pedir y que me dejen pagar”, dijo a Radio con Vos.
La estrategia había sido decidida por Martín Guzmán, ministro de Economía que asumiría días más tarde, y que el economista le había adelantado la propuesta a Fernández, Cristina Kirchner y al propio Massa. Guzmán ‘se jugó’ a prescindir de la ayuda del Fondo reestructurando la deuda en dólares con privados (US$ 80.500 millones) y calculó que si después acordaba con el FMI, iba llegar con nafta en el tanque hasta 2023. No sucedió así y ahora el Gobierno sale a pedirle plata al FMI.
El 84% de la plata que prestó el organismo en 2018-2019 se utilizó para pagar en gran parte deudas que vencían. El resto para cubrir el déficit fiscal. Las reservas netas cuando empezó el gobierno eran unos US$ 38.000 millones. Hoy son negativas.
Massa negocia contra reloj con el FMI para conseguir al menos US$ 10.640 millones. Piensa que un gesto del organismo enviaría una señal al mercado lo suficientemente fuerte como para revertir las expectativas. El Banco Central vendió US$ 470 millones en solo seis ruedas de mayo y la caída promedio diaria de los depósitos en dólares de los privados con Massa supera a la que hubo con Silvina Batakis en julio de 2022, en lo peor de la corrida tras la renuncia de Guzmán.
EE.UU. apoyaría el pedido de la Argentina. según informó la agencia Bloomberg esta semana. Pero solo si el staff y el Directorio aprueban la movida. Según fuentes al tanto de la negociación, hay países dentro del board del Fondo que no estarían a favor de volcar más dinero en un programa que no logró bajar la inflación y no cumple con uno de los requisitos que impone el Fondo: contar con el apoyo del propio gobierno. El kirchnerismo votó en contra del acuerdo actual y si bien es cierto que no objetó la suba de tarifas -cosa que sí había hecho en 2019-2022-, no aprueba una corrección en el dólar.
La consultora 1816 arriesga en su último informe que los US$ 10.640 millones podrían incluso no alcanzar. “Insistimos que salvo que eso venga con nuevo financiamiento no cambiará mucho las cosas por una sencilla razón: de hoy a fin de año Argentina tiene que pagarle al FMI US$ 11.300 millones”.
Para convencer al staff, Massa viene cumpliendo con tres requerimientos del organismo: aumentar el precio del dólar -al menos al ritmo de la inflación-, ajustar las tarifas y subir las tasas de interés. Pero no alcanza.
Entonces el Gobierno recurre, al final de su mandato, a aquel recurso que rechazó al comienzo del mismo. Como una estructura circular. De US$10.000 millones.