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Volver a creer: San Martín, la ilusión renovada y la alegría necesaria

“Todo es más lindo cuando gana San Martín”. Desde la noche templada de un domingo hermoso que cierra de la mejor forma. Con la Luna dorada y brillante sobre el cielo de Ciudadela, testiga privilegiada de la previa de Lavalle y Pellegrini, en las 4 esquinas de la Quiaqueña, o en los canteros de la Amador Lucero y Bolívar, o la infaltable Roca y Pellegrini. 

Hay aires de esperanzan, de ilusiones renovadas. A eso los trajo el nuevo técnico bajo el brazo. Hoy debuta Frontini y con él se renuevan expectativas. Es hora de despertar del letargo, de volver a creer, pero no como frase hecha ni como palabras de un libro de autoayuda o un programa de Claudio María Domínguez. Es hora de volver a creer porque esto es San Martín, y acá se cree siempre, hasta el final mismo. 

Por eso hay fuegos artificiales en la salida y un marco de público mayor que en otros partidos, por eso hay ganas de ver que ofrece este nuevo DT sin pasado en Ciudadela, pero, ojalá con un gran futuro. 

Frontini hace volver a Orellana, Quilez y Gervasio Núñez, también regresan Andrada y Banegas. El dibujo táctico es el mismo: 4-4-2, con doble cinco y dos abiertos en el medio. Dening sigue siendo el abanderado arriba. 

El juego tampoco muestra ninguna evolución: poco volumen, casi no hay situaciones y la mano del DT no parece haber cambiado nada sustancial. El partido es una copia de otros: San Martín no se impone y el rival está medianamente cómodo sin ofrecer algo interesante al espectáculo. 

Pero sabido es que en el Nacional B jugar bien es lo de menos, y que con un poco de orden, sacrificio y contundencia suele alcanzar para ganar y hasta para ascender. Entonces una peinada de Moreno basta que un defensor bruto se termine llevando puesto a Dening y el árbitro cobre penal. 

El goleador le apunta al medio y asegura el gol que trae tranquilidad y abre el camino del triunfo tan esperado como necesario, en una noche de reconciliación del Pueblo Ciruja con el entusiasmo que le habían robado los malos resultados y, sobre todo, las malas actitudes. 

Bucca marca el camino metiendo en cada dividida; Abregú se hace amo de la mitad de la cancha; Orellana batalla con el del rodete que es un delantero bastante jodido; Banegas hace un surco por la izquierda con su incasable ir y venir; Andrada intenta jugar aunque enrrieda bastante el juego; los demás acompañan. 

El técnico ve que hay que cambiar y manda a la cancha a Molinas por un cansado Bucca, a Colazzo por un intrascendente moreno, y entre los dos recién ingresados nace el segundo, ese golcito que liquida el pleito justo cuando Patronato se había adelantado tanto que hasta Sand andaba saliendo mal en las pelotas aéreas. 

Era una pelota parada para ellos, San Martín despeja y el último hombre visitante la quiere meter de nuevo pero le sale corta. Molinas agarra la lanza y sale el contragolpe, conduce con criterio, no busca el camino fácil que es el pase a la izquierda para Dening, y hace bien, porque lo podían cerrar, o hasta podía haber posición adelantada. Molinas prefiera guardarse la pelota y salir para el otro lado, habilitando a Colazzo que llega desde atrás hecho una tromba. La definición cruzada y fuerte infla el costado del reda y desata la locura en Ciudadela. Y pensar que hay quienes dicen que el 2 a 0 es el peor resultado. 

 Ahora, el alivio trae consigo alegría, el triunfo está en el bolsillo y los tres puntos sirven para meterse de nuevo en el reducido, para trepar en esa tabla que siempre da un chance más. Solo 6 puntitos separan del líder y queda un montón por jugarse. 

La ovación del final más que un premio al equipo es una señal de aliento para lo que viene, un “Dale que acá estamos”, y después, la Alegría de ganar que siempre es bienvenida. Ya habrá tiempo para evaluar el trabajo de Frontini, para analizar que jugadores deberían llegar, que puestos hay que reforzar. Ahora hay que disfrutar y encarar la semana con la cabeza en alto y la sonrisa de oreja a oreja porque todo es más lindo cuando gana San Martín.