Marta Borrás
Bialowieza (Polonia), 19 ene (EFE).- Las áreas rurales en torno al bosque de Bialowieza (Polonia), uno de los parajes naturales más valiosos de Europa, afrontan el reto de seguir atrayendo turistas pese al creciente despliegue militar en la zona por los ataques híbridos desde Bielorrusia, una situación que, según las autoridades polacas y los habitantes del lugar, no altera su vida cotidiana.
Al norte de Polonia, en la región de Podlaquia, se encuentra el parque nacional de Bialowieza, que ocupa 150.000 hectáreas y alberga la mayor población de bisontes salvajes del continente.
En el pasado, este basto territorio forestal patrimonio de la Unesco, que es el último bosque virgen que se conserva en Europa y ocupa también parte de Bielorrusia, fue el coto de caza de la monarquía de Lituania y Polonia y de los zares rusos.
La reserva natural y sus alrededores, a tres horas de distancia de Varsovia, ha sido durante décadas un destino turístico para amantes de la naturaleza.
Muchos viajan también atraídos por la riqueza cultural, gastronómica y arquitectónica de los pueblos de la zona, en los que confluyen tradiciones polacas y bielorrusas, pero también lituanas, ucranianas, judías y tártaras.
No obstante, en los últimos años la militarización de la frontera entre Polonia y Bielorrusia, que discurre por medio del bosque de Bialowiesza, está repercutiendo en los negocios de hostelería de la zona.
“Antes de la pandemia de covid teníamos alrededor de un 20 % de turistas de fuera, sobre todo procedentes de Alemania, del Reino Unido, de Italia y algunos españoles”, explica en declaraciones a EFE Stanislaw Tyyz, propietario del hotel Enklawa Bialowieska, un moderno complejo que cuenta con un completo spa, con sauna, piscina y jacuzzi al aire libre.
“Ahora ese porcentaje ha caído a cerca del 5 % por las turbulencias en el otro lado de nuestra frontera y la guerra en Ucrania”, añade.
Según el mismo hostelero, los temores que plantea a algunos esa situación son infundados y la población que vive en la zona se siente “totalmente segura”.
“Este es el contraste entre la realidad, y lo que cree la gente por la información que ve en los medios (…) Hay que demostrar que no hay nada malo, que aquí se vive en total seguridad”, añade.
El mismo mensaje dan las autoridades de Polonia, país que ostenta la presidencia del Consejo de la Unión Europea en el primer semestre de este año bajo el lema “Recuperar el control. Garantizar la seguridad”.
“Gracias a la firme postura frente a la amenaza, los habitantes de Podlaquia y de toda la región se sienten seguros y la vida normal no se ha visto alterada de forma significativa”, explica un documento difundido por el Ministerio de Interior de Polonia a un grupo de medios extranjeros, incluido EFE, durante una visita esta semana a ese país.
Además de las repercusiones económicas sobre los negocios, está el impacto ambiental de la militarización de la zona sobre el bosque, en el que habitan más de 12.000 especies de animales.
Expertos que trabajan en el parque explicaron a la prensa que la población de bisontes se ha visto dividida en dos con motivo de la valla construida entre Polonia y Bielorrusia, con ejemplares repartidos en ambos países, que ya no pueden desplazarse de uno a otro.
Además, han cesado las actividades de cooperación que llevaban a cabo expertos polacos y bielorrusos para supervisar la situación del parque.
Los soldados polacos llevan desde otoño de 2021 en la frontera este del país, año en que comenzó la operación que orquesta y dirige el presidente de Bielorrusia, Aleksánder Lukashenko, para atraer inmigrantes y empujarlos a intentar cruzar la frontera polaca.
En 2022 Polonia construyó una valla de 186 kilómetros y 5,5 metros de alto en la frontera, que está siendo complementada con una barrera electrónica con cámaras y sensores.
En junio del pasado año estableció una zona de exclusión a lo largo de 60 kilómetros de la frontera polaco-bielorrusa con una anchura de entre 200 metros y 4 kilómetros y en julio inició otra operación militar, con el despliegue de hasta 17.000 soldados en apoyo a la guardia fronteriza y la policía.
Según datos del Ministerio de Interior de Polonia, el pasado año hubo más de 29.700 intentos de cruzar la frontera.
La mayoría de quienes intentaron acceder desde Bielorrusia eran hombres procedentes de 51 países, incluidos Irán, Irán, Afganistán, Siria o Pakistán. EFE
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