La sequía, las restricciones a las importaciones por falta de dólares y el salto de la inflación derrumban los pronósticos.
Con el primer cuatrimestre del año terminado, los economistas recalculan a la baja sus estimaciones sobre la caída del PBI de este año. Las complicaciones que causa la sequía, la escalada de la inflación y las mayores trabas a las importaciones hacen que ahora los pronósticos marquen una retracción de la actividad de al menos del 4%.
El pronostico más duro es el de la economista Marina Dal Poggetto, directora de la consultora EcoGo, la consultora que por tercer año consecutivo salió primera en el ranking de mejores pronosticadores que elabora Focus Economics.
«La economía va a caer este año entre 4 y 5%. La sequía sola genera dos puntos de caída», sostuvo Dal Poggetto. «La frazada corta se volvió a encoger, y pese a los pases de magia que intenta el ministro Sergio Massa los conejos parecieran haberse transformado en comadrejas», indicó el informe de EcoGo, en referencia a táctica del Palacio de Hacienda de intentar mantenerse a flote sacando conejos de la galera una semana tras otra.
Ni siquiera el alivio del dato del Estimador Mensual de la Actividad -EMAE- ayudó para mejorar los pronósticos, que hasta hace seis meses anticipan un crecimiento del 0,5% para este año, según consigna el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central.
El EMAE de febrero registró un alza del 0,2% interanual. «Incluso asumiendo un mes de marzo estable o con leve mejora (como anticipan algunos datos de alta frecuencia), el primer trimestre terminaría negativo y ya se entraría oficialmente en recesión«, apuntó Fernando Marull, director de la consultora FMyA.
«A partir de abril, empieza a impactar la sequía y las turbulencias financieras. Se profundiza la recesión. Sin otro shock cambiario como el de la semana pasada, a partir del segundo semestre se estabilizaría un poco la actividad, pero cerraría 2023 con una caída del 4%», marcó FMyA.
Una estimación similar tiene Guido Lorenzo, director de LCG. «Se prevé una caída del 4%, con 3,5% como piso».
La medición del Estudio Orlando Ferreres y Asociados registró en el primer trimestre en términos desestacionalizados una contracción de 0,5% respecto del último cuarto del año pasado. «Hacia adelante la perspectiva no es buena, el segundo trimestre deberá enfrentar el grueso del derrumbe del agro, y las condiciones macroeconómicas muestran una extrema fragilidad».
De concretarse esta baja del PBI sería la más pronunciada desde el 9,9% de 2020 causada por la pandemia y las medidas de aislamiento. Exceptuando esa anomalía, este año tendrá el derrumbe más marcado desde 2009, cuando la economía retrocedió 5,9%, también jaqueada por la sequía y en combinación con la crisis financiera internacional.
Entre los indicadores que empujan esta caída en el año de las elecciones presidenciales aparece «la aceleración inflacionaria, que corre con más fuerza a los salarios reales y va diagramando la imagen de la actividad para este año», retrató LCG.
«Creemos que un menor déficit fiscal profundizará la crisis. Ningún agregado de la demanda parece tener base para crecer en 2023, la fragilidad financiera empieza a contagiar al lado real y la actividad va a sufrir mucho más de lo que debería haber sido por el mero hecho de la sequía», planteó LCG.
Los números del INDEC marcan que la actividad económica cae 2,1% en los últimos 6 meses. «Esperamos una caída en torno al 3% como piso. ¿Puede ser mayor? Seguro. ¿Menor? Improbable», detalló Santiago Manoukian, economista de Ecolatina.
En la lectura de Ecolatina, «la conjunción entre la sequía y las medidas para incentivar la liquidación (dólar soja/agro) o restringir la demanda (restricción a importaciones) es más inflación, menor actividad y una creciente incertidumbre que agudiza este escenario».
Para Ecolatina, «la economía experimentará una marcada recesión, determinada por el impacto directo e indirecto del derrumbe en la cosecha, las mayores restricciones a las importaciones, una profundización del sesgo contractivo de la política fiscal y monetaria, un salario real que volvería a caer y el reducido margen para aplicar política de ingresos».
Desde Alphacast. Mariano Sánchez Moreno maneja una proyección algo más optimista de caída del 2,5% en el año. Pero advierte que «este dato lo revisaremos esta semana con los números cerrados de abril. Muy probablemente quede viejo rápidamente, en especial considerando la suba de 1000 puntos básicos de la tasa de política económica y la inflación núcleo corriendo a velocidad crucero mayor al 7% mensual. Ambas le pegan fuerte a consumo privado e inversión, que arrastran el producto bruto».
AQ