Por María José Alcaraz Meza
EL LIBERTADOR
La astrofísica española Antonia Varela, actual directora de la Fundación Starlight, tenía 14 años cuando el cielo estrellado de Tenerife la impresionó de tal manera que al alzar su mirada de las páginas de «El universo», un libro de Isaac Asimov que le habían obsequiado, una verdad fue revelada para ella: la física explicaba el porqué de todo y la matemática era su lenguaje.
Decidió así su vocación, a partir de «esa curiosidad de entender en profundidad cada cosa. Ver aquello y decir: ‘No sé nada de lo qué está pasando ahí arriba, ¿Qué son esos puntos brillantes? ¿Por qué se brilla más y se brilla menos? ¿Qué es lo que estoy viendo en realidad?’».
«Me fascinó lo desconocido, esa inmensidad que me daba cierto vértigo -siempre lo reconozco, que el cielo te da esa sensación de vértigo-, pero nunca de miedo. Siempre era fascinante», expresó en diálogo con EL LIBERTADOR, en un encuentro con periodistas locales.
Estuvo presente en la entrega de certificaciones al Parque Iberá como Reserva Starlight y de las localidades de Concepción, Loreto y Chavarría como destinos de astroturismo, que se celebró en abril, razón de su viaje desde España.
«Hay cielos que me conmocionaron -y no lo digo ahora porque esté aquí, en Corrientes-, pero uno de ellos fue en el Iberá», contó.
«Sinceramente, es uno de los mejores cielos que observé, de las zonas más puras dentro del Parque Nacional, y cuando digo ‘pura’ es en cuanto a escasa contaminación. También fascinante, porque es un cielo muy bonito el del límite del Sur, con las nubes de Magallanes. Ciertamente, es un cielo excepcional», aseguró.
Sobre su experiencia al observar el cielo del Iberá, contó que sintió serenidad. «A veces, cuando veo un cielo de ese tipo, me siento diminuta. Es también una sensación de sentirme poca cosa y, por otra parte, es como sentirte parte de un todo», manifestó.
CIELO GUARANÍ
¿Qué es lo que diferencia un sitio de otro en el planeta? Esa es el interrogante que plantea Varela desde el astroturismo.
«Es la composición y las historias de cada territorio. Nosotros alentamos a los monitores a descubrir las historias, tradiciones y leyendas de su tierra. Canciones o refranes donde aparezcan el sol, la luna, las estrellas», comentó.
«Toda esa historia que se contó muchas veces por transmisión oral -y también muchas veces las mujeres son las depositarias de esa cultura-, la tenemos que desempolvar y dar a conocer. Es única, es lo que hace único esto. Es muy importante que en cada lugar pongamos en valor esas historias y además permitamos ver el cielo que vieron ellos», sostuvo.
«Cuando se construyeron los primeros asentamientos, ese era el techo que tenía. No se puede hablar de ciudades patrimonio mundial -que no existen-, si no respetamos el cielo, porque forma parte de esa cultura, y es tan importante como cualquier otro monumento de esas ciudades», afirmó a su vez.
Aseguró que también en Corrientes hay cultura que preservar y para ello, se debe proteger el cielo. «Se conserva la cultura tangible e intangible asociada a la luz de las estrellas», explicó.
TRIUNFAR
«Por eso nuestro triunfo es fascinante, porque es como volver a ser despertados, es como si sacudieran nuestras mentes. A mí me parece que llevarnos al origen», destacó la astrofísica como conclusión del trabajo hecho desde Fundación Starlight en países de Europa y América, certificando ciudades, destinos, reservas y alojamientos.
Entre estos, el gran Parque Iberá se posicionó como el primer territorio en conseguir la Doble Certificación Starlight en Argentina, y es una de las mayores extensiones como Reserva Starlight en el mundo, con una calidad de cielo nocturno comparable a sitios de alto interés científico.
Y con una historia única que le da su payé a las estrellas, una magia callada y escondida hasta ahora, que se revela y se comparte con el mundo.
EL DERECHO A LA LUZ DE LAS ESTRELLAS
En la 1ª Conferencia Internacional Starlight que se llevó a cabo en abril de 2007, promovida por el Instituto de Astrofísica de Canarias, nacieron los principios y recomendaciones contenidas en la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas.
Participaron representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Organización Mundial del Turismo (OMT), Unión Astronómica Internacional (IAU), Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente-Convención sobre Especies Migratorias (Pnuma-CMS), Comisión Europea (CE), Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica (Scdb), Consejo de Europa (COE), Programa MaB (Hombre y Biosfera) y Convención Ramsar.
Tras esta conferencia, se creó la Fundación Starlight como entidad responsable del desarrollo y promoción de esta declaración. Sus principales objetivos son la protección del cielo nocturno, la difusión cultural de la astronomía y el desarrollo económico sostenible local a través del astroturismo.
Para alcanzarlos, se implementa el sistema internacional de Certificación Starlight, que junta por primera vez ciencia y turismo, apoyada en la Organización Mundial del Turismo y la Unión Astronómica Internacional.
«El 85 por ciento de la población mundial vive en cielos contaminados. Y a eso se suma que cada vez estamos mirando más hacia abajo, por el móvil, que por aquí llamamos el celular. Entonces, ya no miramos al cielo, ignoramos lo que hay allá arriba», opinó Varela, quien hace más de 30 años trabaja en temas de calidad de cielo.
«En San Francisco hubo un apagón y saturaron las llamadas a Emergencias. No sabían que estaba pasando arriba, aquello fue increíble. No sabían que eso existía: era la Vía Láctea que no la habían visto nunca», relató.
«A mí me parece que tenemos una obra de arte, la mejor y más bella obra de arte que puede existir y que no se puede perder. Igual que conservamos en los museos cualquier pintura de un artista, yo creo que el cielo es un arte gratuito, está ahí, todos lo podemos disfrutar», reflexionó la astrofísica.
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