De Cádiz a Bagdad se ha abierto una exitosa ruta aérea con la que nadie contaba. Ni siquiera su principal pasajero, Jesús Casas (Madrid, 1973), quien apenas unos meses después de firmar como seleccionador de Irak -«porque el presidente de la federación buscaba un español para llegar al Mundial»- se convirtió en héroe nacional. Lo es tras ganar la Copa de Golfo celebrada en enero y conquistada por un país que ha estrechado a través del fútbol brechas históricas entre chiitas, sunitas y hasta kurdos. «Son futboleros hasta la médula. Aquí Tomás Roncero sería Iñaki Gabilondo, la prensa presiona mucho», asegura a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica.
Dos décadas después de la guerra de Irak, el país piensa en otros los combates, los que ofrecen Casas y sus pupilos. Madrileño de nacimiento, pero gaditano de existencia, responde a este diario desde Chiclana, donde pasa unos días en uno de los viajes que le permite la federación iraquí. «Tenemos seis vuelos a España para poder ver a la familia, porque una de las condiciones que nos pusiera era vivir allí. Son unas condiciones que, por ejemplo, no tendría si hubiera firmado por un equipo español de Segunda -confiesa que tuvo alguna oferta después de firmar con Irak-, explica.
Oportunidad a través de la RFEF
Junto a Casas, firmaron hasta 2026 -aunque cada año se revisa el contrato- Alejandro Varela y Salva Romero como asistentes, además de Javi Benavent como preparador físico o Pablo Grandes en función de analista. «La oportunidad salió a través de la RFEF, porque Irak quería un seleccionador español. Lo tenían muy claro, para cambiar la mentalidad. El fútbol es el deporte más seguido con diferencia. Cuando vas allí, lo primero que te preguntan es si eres del Real Madrid o del FC Barcelona«, describe un técnico que previamente fue segundo de Luis Enrique en la selección.
Trabajó tanto con el asturiano y Robert Moreno. Cuando Lucho regresó, después de su forzada ausencia, Casas abandonó el combinado nacional, porque la relación se apagó. «No es una decisión unilateral, ambas partes no estábamos cómodas. Lo normal es que, cuando eso sucede, uno termine saliendo. Ya lo he contado muchas veces. Fue una gran etapa de mi vida y estoy muy agradecido a todo lo vivido«, explica Casas, cuya relación con la Federación de Rubiales es muy buena.
De hecho, la oportunidad de Irak salió por mediación de la RFEF con Adnan Dirjal, exfutbolista y Ministro de Juventud y Deportes del país. Casas tomó el relevo del neerlandés Dick Advocaat, quien dimitió en noviembre de 2021. Razzaq Farhan asumió el cargo como interino hasta que en enero Irán apartó a los iraquíes del Mundial de Qatar, un auténtico drama nacional, según relata el entrenador español.
Jesús Casas, con una pizarra táctica, junto a Luis Enrique en un entrenamiento de la selección española. RFEF
Una lista difícil para la Copa del Golfo
«Fue una decepción, porque el objetivo es estar en una cita mundialista, es por lo que nos han firmado», declara con ambición y pensando en positivo por el nuevo formato de 42 equipos. De ellos, ocho serán asiáticos y actualmente Irak es séptima en el ranking FIFA de su confederación.
Por delante, Casas y su equipo tienen una larga fase por delante, pero las bases están más que consolidadas tras la conquista de la Copa del Golfo en enero. «Tuvimos que hacer una adaptación rápida y no pudimos contar con algunos de los jugadores que queríamos, porque al ser un torneo que estaba fuera de fechas FIFA, algunos equipos no nos cedían a los futbolistas. Nuestro ‘scouting’ se redujo a la liga de Irak y limítrofes, además de algún internacional que estaba en Suecia«, relata el seleccionador iraquí, con muchas horas de vídeo encima.
«Todo el año tenemos que estar pendientes de las competiciones. Bien por los campeonatos locales, que terminan en julio, bien por los jugadores que tenemos en ligas europeas«, cuenta sobre las dificultades a la hora de confeccionar una lista a la que cada vez se van sumando más nombres, sobre todo del exterior.
Jesús Casas y su cuerpo técnico, durante la celebración masiva de la Copa del Golfo. EPE / CEDIDA
Reclutar a los ‘hijos’ de Irak en Europa
Es el caso de Zidane Iqbal, nacido de Reino Unido, pero de ascendencia iraquí, y que milita en el Manchester United. Él ya forma parte de la selección absoluta, a la que llegará pronto Youssef Amyn, jugador del Feyenoord, al que Casas convenció para enrolarse en la sub-21 de su país de origen, a pesar de que ya había jugado con la sub-19 de Alemania, donde nació.
«Entiendo que para muchos estar en las categorías inferiores de equipos nacionales europeos es algo muy goloso. Lo que estamos tratando es de que ciertos futbolistas vengan con nosotros. La Copa del Golfo nos ha dado una enorme credibilidad para conseguir determinados cambios de pasaporte», explica el líder de un ‘staff’ al que también le ayuda su perfil internacional. Además, la visión multidisciplinar de Casas, que ha sido entrenador principal, ayudante o analista, le permite trabajar con una visión global en un país donde todo está por rehacer.
«Esto es un detalle circunstancial, pero me acerqué a una concentración de la sub-23, que estaba de gira por España, y en el buffet del hotel había patatas fritas o tarta de chocolate. Hemos tenido que cambiar hábitos de entrenamientos», relata Casas, quien ha hecho un máster acelerado. Porque apenas unos después de su llegada, Irak acogía la Copa del Golfo 40 años después. No podía fallar.
Jesús Casas, durante la firma de su contrato como seleccionador de Irak. ASOCIACIÓN DE FÚTBOL DE IRAK
Una final ganada dramáticamente
«No tenía conciencia real de lo que suponía el torneo -participan las selecciones árabes cercanas al Golfo Pérsico como Baréin, Omán, Qatar…-, pero la rivalidad es muy grande en la zona. Desde el principio, la prensa apretó brutalmente. Aquí Tomás Roncero sería Iñaki Gabilondo. Así nos lo hicieron saber después de empezar empatando contra Omán. A los jugadores también les meten mucha tensión. Pero me puse como escudo y lo agradecieron», recuerda Casas.
Recepción oficial a la selección de Irak que se proclamó campeona del la Copa del Golfo. EPE / CEDIDA
Precisamente, el cuadro omaní fue el rival en una final para la historia donde volvió a emerger el drama. Era tal la expectación que se produjo una estampida a la entrada del Estadio de Basora que dejó siete muertos y decenas de heridos. El seleccionador de Irak entregó el premio conseguido por el torneo a las familias de los fallecidos.
El encuentro, como no podía ser de otro modo, tuvo un desenlace emocional: el gol de la victoria llegó en el minuto 122 de la prórroga con un cabezazo de Manaf Younis que hizo retemblar Irak, pero esta vez, de alegría. Casas y su equipo técnico estaban en paz, como la nación fracturada que durante décadas se vio reducida a escombros y donde los atentados estaban a la orden del día.
Irak, un país unido por el balón
«La celebración fue una auténtica locura. No alcanzaba la vista para distinguir a tanta gente que se había echado a la calle. Ciudadanos de toda condición, unidos por el fútbol. Chiitas, sunitas y hasta kurdos. El balón les había permitido apartar sus conflictos. La selección sirve para la reconciliación», comenta con orgullo el seleccionador, convertido en un repentino diplomático en un país donde la guerra mató hasta los recuerdos.
Porque Irak estuvo en el Mundial de 1986 y ganó la Copa Asiática 2007, un día donde dos ataques con bomba mataban al menos a 50 personas y dejaban cientos de heridos en Bagdad. A la vez, una multitud desperdigada celebraba a escondidas la victoria del equipo nacional sobre Corea del Sur. Nada que ver con la Copa del Golfo, que unió todos los credos. Hacía mucho tiempo que no se veía a tantos ciudadanos envueltos en su bandera.
Allah recibía más oraciones de agradecimiento que nunca, porque esta victoria, firmada con el ingenio y trabajo de Casas, era masiva. El triunfo hacia la normalidad de un país que crece a mayor ritmo que cualquiera de sus vecinos, muchos de ellos enemigos en otro tiempo, pero que asistieron a la Copa del Golfo para disfrutar de un espectáculo que ha vuelto a poner a Irak en el mapa del fútbol, con el ineludible objetivo inmediato de volver a una cita mundialista.