Por Norberto G. Asquini
A dos semanas de las elecciones del 14 de mayo en La Pampa, la campaña brilla por su moderación. Es una campaña de baja intensidad discursiva. Es cierto que el tono también lo impone la gente que tiene otras preocupaciones. Son momentos de temores e incertidumbres ante el incendio de un país que parece volar por el aire con una inflación que se lleva puesto todo, el dólar escalando por el deterioro económico y la dirigencia creando aún mayor decepción.
El tono de la campaña parece también dar cuenta de un estado de situación en la provincia. El PJ pampeano, el gobernador Sergio Ziliotto, encarna un partido del orden en el desorden. La campaña planteada fue mostrar la gestión. Si el peronismo hizo hincapié en la estabilidad, el crecimiento, la seriedad y la equidad como valores, lo hizo también frente a un país caótico. En una situación de crisis extrema como la que vive el país, Ziliotto parece decir que La Pampa es el refugio, y el peronismo es el que lo garantiza.
Ziliotto no es un gobernador con el estilo del liderazgo o la conducción que supieron ejercer Carlos Verna o Rubén Marín en su momento. Es un hombre que busca mostrar gestión. Esto no significa que no sea político. Tiene además a favor que las encuestas están marcando que por esto tiene buena imagen ante la gente. El problema es que Ziliotto propone y muestra.
¿Y la oposición? El problema de la oposición de JxC fue cómo encarar una campaña en ese terreno que le marcó el peronismo. El cuadrilátero es la provincia. Las cuerdas están ahí cerca y solo quedan los puños propios para atacar o defenderse. La nacionalización de la campaña no surtió efecto.
El discurso de la oposición, el del candidato de JxC Martín Berhongaray, también eligió la moderación.
Ziliotto mostró la entrega de casas, la inauguración del nuevo hospital modelo, las obras en los pueblos, el financiamiento productivo y la oposición planteó jugarle con propuestas y no con la confrontación política que es donde podía hacer diferencia. Enfrentar un modelo, propio, con el que ofrece el peronismo. Usó en ese sentido fórmulas ya vistas como eliminar impuestos o tan difusas como las estrategias productivas.
¿La moderación era el camino? Si se quiere encarnar los valores de cambio, la tibieza discursiva no puede ser la estrategia. Esto no significa que no haga una mejor elección que las anteriores de la coalición antiperonista. Pero no parece, al menos en lo que se percibe, lo suficiente para obtener ese plus que necesita para superar al peronismo en las urnas. Los estrategas del JxC se apoyaron en el voto independiente e indeciso y en el valor del cambio que parece surcar los tiempos políticos en Argentina para imponerse al peronismo. Pero, ¿será suficiente sin plantearlo cara a cara?
En ese marco, los presidentes de los partidos de JxC intentaron ponerle picante a la campaña en un documento, que pasó desapercibido, bajando un discurso como el que mencionamos. Y que el candidato a gobernador no había propuesto. Fue un manotazo tardío, quedan apenas dos semanas para la elección.
Ziliotto muestra su gestión y cómo está la provincia en el marco de un país que se cae a pedazos. Después está “el otro” peronismo. El nacional, el centralista. Pero esa es otra historia cuya suerte, que parece echada, se jugará en agosto y en octubre. Hoy en las provincias los partidos provinciales afloran y los peronismos en el gobierno se vuelven cada vez más territoriales y localistas. La Pampa no parece ser la excepción.