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Cambio de era: la energía da US$ 8.000 millones extra y sostiene la ilusión de un dólar quieto

La economía argentina atravesó en los últimos años dos cambios rotundos que marcan una nueva era: la vuelta del superávit fiscal este año, de la mano del ajuste de Javier Milei; y el regreso del superávit comercial energético, una de las condiciones que iluminan el camino hacia la salida del cepo al dólar. O, al menos, la ilusión de tener un tipo de cambio estable en los próximos años.

En 2022, con la invasión de Rusia a Ucrania y el comienzo de la guerra, que disparó los precios internacionales del gas que la Argentina importaba, el resultado de la balanza comercial de energía del país fue negativo en 4.400 millones de dólares.

Del déficit al superávit

El Gobierno anterior decidió gastar todas las reservas del Banco Central (BCRA) para no frenar la actividad, lo que junto al alto déficit fiscal estructural disparó la inflación. Pero en ese momento se decidió a hacer una obra central para destapar la capacidad de producción local: el gasoducto de Vaca Muerta.

Gracias a esa obra y a la mayor producción y evacuación de petróleo crudo, la Argentina cambió sus perspectivas. Por primera vez en los últimos 14 años, en 2024 habrá un superávit comercial energético consolidado por más de US$ 4.000 millones, mientras que en 2025 podría superar los US$ 8.000 millones.

En apenas dos años, la balanza se habrá volcado totalmente con una diferencia de US$ 8.000 millones -US$ 12.000 millones contando el 2025-, con un resultado favorable que irá creciendo sostenidamente hasta 2030.

Daniel Gerold, director de G&G Energy Consultants, prevé un superávit de US$ 4.200 millones para este año y de US$ 8.000 millones para el que viene, principalmente por «mayores exportaciones de petróleo crudo y menores importaciones de gasoil y gas natural licuado (GNL)».

En BTG Pactual, Andrés Borenstein se estira a una cifra de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares de superávit comercial energético para 2024.

Y Daniel Dreizzen, de Aleph Energy, observa un resultado creciente por casi US$ 5.000 millones año tras año hasta 2030, cuando el saldo favorable superaría los US$ 30.000 millones.

Piedra angular de la instauración del cepo cambiario en 2011 y de los resultados económicos de la última década, la política energética y los recursos del país marcan la salida de ese problema.

Las multinacionales reclaman que se levanten los controles de capitales para poder girar al exterior sus ganancias acumuladas en los últimos años -que deben reinvertir- y poder explotar todo el potencial de Vaca Muerta. ¿Puede el Gobierno levantar el cepo gracias a lo que promete esa formación de shale oil y gas?

«No sé si lo calificaría como un pilar, ya que el superávit comercial energético todavía es chico en términos absolutos. Lo más importante es su contribución para reducir la estacionalidad del mercado cambiario«, señalaron en un despacho oficial.

«Los países funcionan mejor con flujos estables. El empuje del kirchnerismo para hacernos productores casi exclusivamente de soja acentuó la estacionalidad de la oferta de divisas, vinculada a la cosecha. Aumentar las exportaciones de otros sectores diluye ese efecto«, concluyó esa fuente.

Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía (E&E), piensa que el superávit comercial del sector en este momento «es una ayuda en el corto plazo», aunque asegura que «a mediano plazo va a mejorar sensiblemente al sector externo de la economía argentina».

Desde Empiria Consultores, su economista Jefe, Nicolás Gadano, planteó: «No es tan relevante el superávit comercial energético en este momento como para salir del cepo, pero lo más importante es que su resultado positivo es estructural, ya no coyuntural».

«La energía va a estar aportando divisas sistemáticamente y además de manera creciente, con un saldo muy significativo dentro de 5 o 10 años«, agregó.