A solo un mes de que inicie la siembra del principal cereal de invierno y quinto rubro exportador de Argentina, la falta de agua y de insumos genera alarma
Por Alejandra Groba
01/05/2023 – 13,40hs
Hasta ahora, la próxima siembra de trigo era vista como la luz al final del túnel: después de la cada vez más deprimente campaña 2022/23, el trigo 2023/24 aparecía como el primer cultivo importante que se iba a cosechar con otro gobierno, con la consiguiente expectativa de una eliminación de retenciones y de intervenciones comerciales y con un tipo de cambio unificado, que acercara los ingresos de los productores argentinos a los de sus pares de la región. Pero a esa esperanza, desde hace unas semanas, están empezando a rodearla unas banderas rojas.
Un poco de contexto: el fenómeno meteorológico conocido como Niña, caracterizado por su escasez de agua, ya lleva tres años consecutivos en la Argentina, pero es en esta última campaña que está mostrando su potencial devastador. Comenzó con los cultivos de invierno que se sembraron el año pasado y se cosecharon este verano: solo se logró obtener 12,4 millones de toneladas de trigo (40% menos que lo proyectado) y 3,8 millones de cebada (30% menos), de acuerdo con los datos de la Bolsa de Cereales.
Ahora se está levantando la llamada «cosecha gruesa», que es la fundamental para las arcas del país, y los resultados empeoran cada semana: según la misma entidad, se podrán obtener 22,5 millones de toneladas de soja, es decir, 53% menos que los 48 millones que se estimaban al inicio de la campaña) y 36 millones de toneladas de maíz, 28% menos que los 50 millones que se esperaban. Cabe recordar que soja y maíz son los complejos que ocupan el primer y segundo lugar en el ranking de exportaciones de la Argentina, y en 2022 significaron más del 39% de las divisas que ingresaron al país.
Trigo nuevo, sin piso
Ahora, cuando solo falta un mes para que comience la ventana en que se puede sembrar trigo, las condiciones para hacerlo no están dadas en la mayor parte de la región. Si se miran los mapas de humedad actuales y los de un año atrás, elaborados por el Servicio Meteorológico Nacional, el INTA y la Facultad de Agronomía de la UBA, la falta de agua útil para los cultivos salta a la vista. Solo parte del sudeste de la provincia de Buenos Aires y parte de este entrerriano tienen agua, a todo el resto le falta.
En la llamada «zona núcleo«, la de suelos más ricos en el país, con epicentro en Pergamino y que además del norte de Buenos Aires se extiende al sur de Santa Fe y sudeste de Córdoba, la situación es la peor posible: «El 80% de los suelos de la región núcleo están en sequía y escasez hídrica: requieren al menos 80 a 120 mm de agua. A un mes de la siembra, hay una señal clara de bajar trigo a pesar de la necesidad financiera que obliga a muchos sembrarlo como sea», sostiene un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
El informe señala que, por ejemplo, en General Pinto necesitan entre 150 a 200 mm de lluvia, y si no llegan el área de trigo se reducirá un 60%, mientras que en Marcos Juárez caería un 15% respecto al año pasado. «Los técnicos recomiendan tomar las decisiones en base al nivel de agua útil de los suelos», señala la BCR.
Si el clima no ayuda, la siembra de trigo se verá perjudicada en la Argentina.
¿Lloverá suficiente a tiempo?
Para la BCR, el arranque del otoño marcó un cambio de escenario en la sequía, pero con lluvias que «mantuvieron un comportamiento errático y dispar», con masas de aire frío y seco que se impusieron y no permitieron generar condiciones de humedad para proveer el agua que necesita la región.
Para peor, sostiene la BCR, los pronósticos no muestran en el corto plazo posibilidad de precipitaciones «que puedan recomponer los valores estadísticos de los primeros veinte días de abril», más allá de que aparezca algún evento disruptivo que compense. Y en el mediano plazo, según proyecciones basadas en datos del centro Euro-Mediterráneo de Clima, solo hay un 30% a 40% de probabilidad de contar con lluvias que superen las medias estadísticas en región la núcleo durante el trimestre mayo/julio, sostuvo la entidad.
Suponiendo que las perspectivas meteorológicas fallaran o fueran compensadas por eventos extraordinarios, y las lluvias permitieran recuperar la humedad necesaria en los suelos en las próximas semanas, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé que los productores intentarán sembrar unas 600.000 hectáreas más que el año pasado, hasta completar 6,7 millones de hectáreas, lo que además sería un 4,7% más que el promedio de las últimas cinco campañas. Queda entonces cruzar los dedos, rezar o practicar alguna danza de la luvia, a falta de chances mejores.