La imagen es conmovedora. Vehículos que supieron ser emblemáticos entre 1937 y 1980 parecen salir del arcón de los recuerdos para juntarse en una caravana única e inolvidable para quienes se acercan a la ruta a contemplar su paso, para quienes se sorprenden en las distintas ciudades con su llegada. Los más grandes sonríen agradecidos y emocionados, con el recuerdo a flor de piel de otras épocas enmarcadas por esos automóviles que los representan. Los más jóvenes, asombrados por un pasado inimaginable.
Es parte de lo que provoca el Gran Premio Histórico del Automóvil Club Argentino (ACA). Una competencia que reúne a esas viejas joyas mecánicas para dar una vuelta increíble, sobre un recorrido de más de 3500 kilómetros. Y allí aceleran los 135 vehículos que con mucho orgullo partieron de la sede central de la centenaria (120 años) institución en Palermo.
El Gran Premio histórico del ACA 2024. Crédito (Prensa ACA, Juan Biaggini)Desde esa clásica rampa de largada en la avenida Del Libertador, la hoja de ruta marcaba la ciudad de Junín, en la provincia de Buenos Aires, Santa Rosa (La Pampa), Neuquén, San Martín de Los Andes (allí fue la jornada de descanso) para luego retomar a Neuquén nuevamente, Bahía Blanca y el cierre el viernes por la noche en Mar del Plata.
La competencia es de regularidad. Por eso el paso tranquilo de la caravana obedece al cuidado de esos automóviles, que reciben más cariño que la propia familia de los propietarios, como afirman muchos de ellos, pero también calculando a la milésima cada paso de control. Para el grupo de elite, la carrera, después de miles de kilómetros, se define por décimas de segundo.
La camaradería es monda corriente. Todos se asisten entre sí. Todos se involucran en el estado del resto del parque automotor. No sólo porque la mayoría se conoce después de tantos años de compartir la pasión por los fierros clásicos, sino también porque cada uno sabe que nadie está exento de algún capricho que pueda aparecer entre añejas válvulas y cilindros.
En Junín, frente a la Parroquia San Ignacio, fue la primera detención. Y al poco tiempo del desembarco del Gran Premio Histórico, apareció la novia del casamiento de la noche del viernes. Un momento inolvidable para todos, especialmente para los novios, que fueron recibidos con un coro de bocinas muy particular.
Cada ciudad tiene su particularidad. Y en cada una de ellas, en uno e los autos de la organización viaja Jorge Revello, Vicepresidente segundo del ACA y responsable desde hace 21 años de cada realización de este particular evento. “Un verdadero museo itinerante”, repite con orgullo al mencionar la competencia.
“Con sumo esfuerzo realizamos cada año esta prueba, que se colma de entusiastas, de tripulaciones que son profesionales en las pruebas de regularidad, pero fundamentalmente de amantes de los autos, que poseen vehículos que pertenecieron a sus familias. O de aquellos que salieron a buscar coches antiguos para conservarlos. Todos juntos hacemos el Gran Premio Histórico, con la idea de homenajear aquellos GP que hicieron patria en nuestro país de la mano del automovilismo deportivo”, destaca Revello, que le da la mano a cada tripulación a la llegada de cada etapa. O con el detalle de entregar un ramo de flores a las mujeres el domingo del Día de la Madre, en Neuquén.
El Gran Premio histórico del ACA 2024. Crédito (Prensa ACA, Juan Biaggini)En la lista de participantes se encuentran 14 tripulaciones extrajeras. Uruguay y Paraguay encabezan el furor de los autos históricos en esta tradicional reunión, que por ejemplo emociona al pasar por una escuela rural a la vera de la tradicional Ruta 40, donde los alumnos, no más de 30, y sus dos docentes, se encargaron de brindar un inolvidable saludo que provoca lágrimas de agradecimiento.
El Gran Premio Histórico también es solidario. Cada tripulación entrega 5 kilos de alimentos no perecederos a Caritas, para distribuir en la zona. Una costumbre que también es tan tradicional como el GPH al recorrer buena parte del país a lo largo de los años.
Las históricas cupecitas, modelos anteriores, autos que representan a los clubes, como el caso del Falcon, del Citroën 3 CV, Fiat 600, Peugeot 404, Renault 12, entre otros, se alternan en cada llegada. Allí los tripulantes comentan sensaciones, experiencias, o simplemente intercambian herramientas por si algún elemento se aflojó en el derrotero exigente para esas máquinas. Y allí están los representantes del Automóvil Club Argentino también, con su servicio cotidiano que le brinda al socio, pero abocado a la distinguida caravana. Dos “camillas”, una camioneta y seis mecánicos experimentados se transforman en los ángeles guardianes de los bellos vehículos.
El Gran Premio Histórico revalida el paso de aquellos raudos que hacían patria a través del deporte motor. Esta vez a ritmo controlado, como toda prueba de regularidad, como queriendo darle valor a cada kilómetro transitado con piezas históricas de la industria nacional y de otros tiempos que parecieran regresar ante cada acelerada de los añosos motores.