Claudia (68) contrajo faringitis en abril. Estuvo tosiendo durante un mes completo y la disfonía le duró 10 días. En mayo empezó con expectoración y escalofríos por las noches. Se despertaba sudando en plena madrugada, pero no tenía temperatura. Le diagnosticaron anginas. El cuadro se repitió en julio, con un dolor de garganta que se extendió por más de una semana, y en septiembre se familiarizó con otra faringitis. Le pidió a su médico de cabecera que le recetara un antibiótico, pero el malestar era viral. Ante su negativa, decidió automedicarse.
Marcelo (42) también se enfermó varias veces en los últimos 7 meses y Natalia (34) recita una congestión cada 15 días. “Me volví a enfermar” ya es vox populi.
¿Por qué hay una virulencia repetida? La pregunta tiene múltiples respuestas que se resumen en un mismo enunciado: en la post pandemia no tenemos los mismos organismos que en la pre pandemia. Entonces, los virus tienen la misma capacidad de invasión, pero ahora encuentran un terreno más propicio para poder difuminarse en una forma más virulenta, con mayor inflamación de la mucosa, y con una extensión más duradera. También influyó la persistencia de temperaturas bajas durante este invierno. Así lo evalúan los expertos consultados por Clarín.
Hugo Pizzi es infectólogo y epidemiólogo. Recibió el Premio Jerónimo Luis Cabrera del Ejecutivo Municipal de Córdoba por su actuación durante la era del Covid-19. “Estuvimos encerrados durante mucho tiempo y nuestro organismo no estuvo en contacto con el ecosistema: tierra, pólenes, hongos, bacterias y virus. Este aislamiento nos hizo más frágiles. Epidemiológicamente, pasarán cinco años postpandemia para que los microorganismos vuelvan a su estacionalidad”, explica.
Laura Pulido es coordinadora de la Sección de Enfermedades infecciosas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. En un solo día atendió a 30 pacientes de los cuales 20 presentaban problemas en la vía aérea superior: tos, secreciones y moco. La mitad transitaba una tercera infección. La profesional asegura que todavía se están viendo brotes infecciosos que no son solo estacionales y se extienden entre 7 y 14 días.
Este invierno las guardias médicas estuvieron colapsadas por los casos de influenza y bronquiolitis. Foto Archivo / Juano Tesone Por un lado, están quienes acuden a la guardia por haberse enfermado con los primeros fríos, entre mayo y junio. Se recuperan, pero nunca mejoran del todo (no se les terminan de ir los síntomas gripales) y a las tres semanas vuelven al ruedo con un cuadro agudizado por reinfección. Por el otro, están los que en una misma estación contrajeron, al menos tres veces, un cuadro de infección en las vías respiratorias superiores. Un ciclo en cadena que no termina.
¿Cómo se explican estos escenarios? Pulido describe que, este año, la circulación viral se vio estimulada por un combo de factores: coinfecciones virales (dos virus al mismo tiempo) que prolongaron los cuadros, bajas temperaturas persistentes, poca ventilación, escaso uso de barbijos y lavado de manos, guardias atestadas de gente y alta contagiosidad ya que, según el Boletín Epidemiológico, hasta fines de agosto aún había circulación en casi un 20% de influenza y virus sincicial respiratorio.
Y Eduardo López, jefe del departamento de Medicina e Infectología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, menciona que los chicos en edad escolar y preescolar son los primeros reservorios. Dice que los virus respiratorios que se ven en invierno generan cuadros parecidos y que la mayoría son virales.
Sin embargo, advierte que algunos, sobre todo en infección respiratoria baja, pueden sobreinfectarse y causar neumonía por agentes bacterianos. “Es relevante la consulta presencial y exhaustiva cuando la fiebre dura más de 5 días; especialmente cuando hay virus como gripe y covid que por su mecanismo de acción favorecen infecciones bacterianas”, señala.
Otro factor: baja tasa de vacunación viral
Los especialistas coinciden en que el índice de vacunación bajó notoriamente, incluso disminuyó en el calendario normal de los niños. En este contexto, Pizzi enfatiza que en el Hospital de Escuelas tenían salas repletas de internados con gripe, neumonía bacteriana y Covid (aclara que hoy está circulando mucho) y que ninguno de ellos contaba con la inmunización necesaria.
La vacunación es clave para bajar la circulación de virus.La inoculación como efecto solidario se está perdiendo y por eso la circulación viral es mayor y también la afectación en el otro. En este marco, Pulido recuerda el efecto rebaño que produjo la vacunación contra el neumococo en niños y adultos cuando, en el 2012, ingresó el Prevenar 13 en el calendario obligatorio de los chicos. “Hizo que disminuyera drásticamente la neumonía por neumococo en adultos mayores de 60 años”, destaca.
Alerta: mal uso de antibióticos
La premisa de “tomar remedios por las dudas” puede perjudicar la salud de todos. Los fármacos tratan las infecciones causadas por bacterias, pero no las virales. “Su uso irracional, sin concepto profesional adecuado, contribuyó a que haya mayor circulación (de bacterias). Hoy, las personas están haciendo resistencia antimicrobiana porque se recetan entre sí”, alerta Pizzi.
Es que el tratamiento incorrecto puede promover propiedades de resistencia frente a los antibióticos en bacterias inofensivas que pueden compartirse con otras bacterias o bien, puede crear oportunidades para que las bacterias posiblemente dañinas sustituyan a las inofensivas.
Según pudo saber Clarín, en varias guardias se están recetando tratamientos con antibióticos a pesar de que los cuadros sean virales: a veces, por desconocimiento del médico y otras, por pedido expreso del paciente.
“La resistencia antibiótica puede ser la próxima pandemia”, se inquieta Pulido. ¿Por qué? La especialista explica que así como con las vacunas disminuimos la circulación, con la resistencia antimicrobiana podemos afectar a todos, es decir, si uno se contagia con un patógeno resistente también se lo puede pasar al otro, tanto a nivel local como mundial.
El concepto es claro: con el abuso de antibióticos estamos creando una flora de bacterias multirresistentes y esto ya es una preocupación que se está estudiando en el ámbito médico.
MG