Livio Prieto brilló en sus comienzos en el Rojo, pero los problemas físicos no le dejaron construir la carrera que hubiera soñado. Hoy está del otro lado de la línea de cal, como formador de juveniles y DT de fútbol femenino, con un reciente paso por San Lorenzo.
04 de agosto 2024, 05:58hs
La historia de Livio Prieto, el crack al que las lesiones le complicaron la carrera (Video: TN/Fotos: DYN y gentileza Livio Prieto)
Livio Prieto se terminó transformando en un fiel trotamundos del fútbol. A pesar de su talento que cautivó a José Pekerman cuando jugaba en el humilde Bella Vista de Córdoba, no logró insertarse en el primer mundo de la pelota por sus innumerables problemas físicos.
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Livio tiene 43 años y está recorriendo una linda etapa como formador de futbolistas. Es uno de los tantos encargados de administrar los sueños de esos chicos que quieren triunfar en el deporte. “Debo ser realista con ellos y contarles lo que viví como jugador, porque yo me lesioné jugando en Rosario con Independiente a días del cierre de la lista para formar parte del plantel del Mundial Sub 20 en 2001. En la cancha de Newell’s me rompí el isquiotibial y nunca me reproché haber jugado ese partido a días del comienzo del Mundial, porque yo quería jugar todos los partidos. Además amaba ponerme la camiseta de Independiente. El que me dio la noticia fue el doctor Daniel Martínez, que nos llevaba a hacer estudios junto a Luis Zubeldia. Mi lugar lo ocupó Andrés D’alessandro y era tal el bajón que tenía que solo pude ver un solo partido en la cancha de Vélez. Cuando los chicos salieron campeones siempre me hicieron partícipes de ese Mundial juvenil”.
Desde su lugar de entrenador y formador, Livio no duda en poner a José Pekerman como su técnico preferido. “José tenía un magnetismo insuperable porque te llegaba desde el carisma y sin levantar la voz. Todo lo hacía con mucha sabiduría. Recuerdo que una vez nos dijo ‘Chicos, mi gran fracaso sería que ustedes dejen de jugar al futbol´. También fui sparring cuando Marcelo Bielsa dirigió a la Selección. Él sabía el nombre de todos los chicos y nos hacía trabajar doble turno. Cuando nos explicaba ciertos ejercicios, me parecían muy complicados, pero cuando los practicaba eran muy sencillos. Viaje como sparring cuando Argentina empató 1-1 contra Holanda con el gol de Batistuta y estuve en Chicago y Washington cuando la Selección jugó contra Estados Unidos y México. Fue como un viaje de egresados”.
Fue muy lindo porque para mí todo parecía muy lejano. Yo pertenecía a un club que estaba en un circuito muy cerrado y no podíamos mostrarnos como le pasaban a los chicos de Talleres y Belgrano. Pero tuve la fortuna de que José Pekerman, que venía de ser campeón en Qatar, fue a ver un torneo y trajo a 23 cordobeses a entrenarnos en Buenos Aires. Fue Pekerman quien me dejó preseleccionado para la Selección Sub 17.
¿Te acordás cuando te dieron por primera vez la ropa de la Selección?
Eso fue imborrable para mí. Lastima que a nosotros nos tocó una época donde no había celulares entonces los recuerdos no son tantos. Pensá que en la Selección estuve desde los 15 a los 20 años y en ese momento no le di el valor que merecía. Hoy que trabajo con juveniles siento que fui un privilegiado.
¿Cómo aparece Deportivo Español en tu vida?
Todo se dio cuando logré quedar seleccionado. Mis allegados me dijeron que Español nos ofrecía un proyecto interesante y junto a mi familia terminamos aceptando esa propuesta. Español estaba muy ordenado, muy diferente a lo que es hoy. Ya con 16 años me tiraron a la cancha y debuté en primera.
¿Cómo se dio el salto a Independiente?
Porque Español entró en caída libre y no podía bancar los contratos de sus jugadores. Fue una época donde el club empezó a recibir el pedido de quiebra. Llegué a Independiente con 17 años y empecé a jugar en Reserva. Ya con 18 años Enzo Trossero me subió a primera y Osvaldo Piazza me dio la chance de jugar.
Sí, porque Independiente tenía jugadores consagrados. Estaban Faryd Mondragón, Norberto Scoponi, Pablo Rotchen, Cristian Díaz, Raul Cascini, José Luis Calderón y Gabriel Milito, que fue uno de los mejores jugadores con los que me tocó jugar, porque el equipo atacaba y todos sabíamos que él resolvía solo en el mano a mano. Yo tuve continuidad entre 1999 y 2000.
¿Cómo te llevabas con esa invasión de elogios?
Era muy especial porque los hinchas seguían buscando al sucesor de Ricardo Bochini. Yo nunca terminé de ser un enganche clásico y era muy consciente de que para Piazza no era fácil poner a un pibe en lugar de un consagrado como Daniel Garnero. Todavía me siguen recordando aquel caño que le tiré a Sebastian Battaglia en la Doble Visera cuando le ganamos 3 a 0 a Boca. Ahora estoy jugando en el senior del club.
¿Por qué la expectativa hacia vos cayó repentinamente?
Las lesiones no me tuvieron piedad. Fui operado dos veces del tendón de Aquiles y las recuperaciones eran interminables. Es al día de hoy que me cuesta jugar con mis excompañeros. Y también me apresuré cuando me fui a jugar a Grecia siendo tan joven. Después jugué en Santa Clara de Portugal y todos los días mi esposa Gabriela me pregunta por qué no nos quedamos a vivir allá. Pero la familia me tiraba mucho.
Es un club de fútbol al que llegué prácticamente terminando mi carrera. Yo conocía Brasil porque estuve en Atlético Mineiro. Fue seductor porque participamos del torneo carioca y jugábamos contra Flamengo, Fluminense, Botafogo y Vasco Da Gama. Encima muchos partidos los hacen en el Maracaná, fue todo muy alucinante. Como Brasil tiene el Brasileirão y la Copa de Brasil, se necesitan planteles muy amplios porque los viajes son larguísimos. En mi paso por Brasil, Carlos Tevez y Javier Mascherano estaban en Corinthians.
¿Cómo era el Beto Márcico como técnico?
Un tipo que se manejaba con muchos códigos de fútbol. Márcico trabajaba con Blas Giunta y Sergio Saturno que eran amigos. Ellos tuvieron mala suerte en Nueva Chicago porque los jugadores empezaron a llegar sobre la hora y no tuvieron tiempo para poder plasmar su idea de juego. Los de Chicago es una caso atípico en el fútbol porque siempre lleva mucha gente a pesar de los resultados.
¿Dónde cerraste tu carrera?
Terminé jugando en un torneo amateur representando al equipo del sindicato de camioneros. Pero a mi me costaba mucho entrenar a la par del plantel porque el físico no me respondía. Yo jugaba contra pibes de 20 años y si no estás pleno te pasan por arriba. Pablo Moyano me ofreció hacerme cargo de infantiles y juveniles, y pasé una etapa muy linda de mi vida donde pude entrenar a sus hijos. Con Camioneros fuimos a jugar un torneo importante de juveniles que se hace en Viareggio, Italia. El primer partido nos tocó enfrentar a la Juventus y me acuerdo que Belgrano de Córdoba también participó: dentro del plantel estaba el Cuti Romero, que terminó pasando al Genoa.
Tuve que cambiar el modo de explicar los conceptos porque las chicas no cuentan por ahora con la formación que tiene un pibe que juega a la pelota desde muy pequeño. Como las jugadoras en la Argentina saltaron la etapa formativa hay que trabajar sobre aspectos muy básicos estando en un equipo de primera. Me fui de San Lorenzo porque decidieron achicar el plantel y también porque hay seis chicas que también juegan futsal y esa doble competencia no les permitía entrenarse a pleno. Esperemos que San Lorenzo mejore porque es un grande.