Un perito complicó al cuarto policía bonaerense que está siendo juzgado por el crimen de Natalia Melmann, ocurrido el 4 de febrero de 2001 en Miramar.
Gustavo Penacino aseguró que el análisis de ADN de un vello púbico hallado en el cuerpo de la víctima mostró un 97 por ciento de compatibilidad con el perfil genético del ex sargento Ricardo Panadero.
En su testimonio ante el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de Mar del Plata, el perito bioquímico que representa a la familia de la víctima dijo que existen «33 veces más posibilidades» de que la muestra analizada pertenezca al imputado que a otra persona.
En ese sentido, Penacino entendió que el tribunal a cargo del primer juicio a Panadero, en el que fue absuelto de manera unánime, en julio de 2018, realizó una interpretación incorrecta de este «índice de incriminación», al contemplar «el 33 como un porcentaje».
Su testimonio fue el más relevante de la segunda jornada del juicio, ya que el peso del análisis de ese rastro fue uno de los puntos centrales de las apelaciones presentadas tras el fallo que absolvió a Panadero en el primer proceso oral, anulado en noviembre de 2019 por el Tribunal de Casación Penal bonaerense, que ordenó la realización de otro juicio.
La defensa, encabezada por el abogado Lautaro Resúa, cuestionó ese elemento al momento de interrogar al testigo, y recordó que otro perito oficial que intervino en la causa había calificado como «muy alto» el margen de error del 3 por ciento.
Por pedido del defensor, mañana está previsto el testimonio de la perito María Lojo, de la Asesoría Pericial, quien sostuvo en el primer juicio que ese estudio de ADN no era concluyente.
En ese sentido, los abogados Yamil Castro Bianchi y Federico Paruolo, quienes representan en calidad de particular damnificado a los padres de Natalia -Gustavo Melmann y Laura Calampuca-, pidieron que Penacino quedara a disposición del tribunal para volver a intervenir nuevamente en la tercera jornada, en caso de que sea necesario complementar la declaración de Lojo.
En la audiencia de este miércoles declararon además una vecina de Mar del Sud, al sur de Miramar, quien prestó testimonio bajo identidad reservada en la causa, y recordó que tras la desaparición de Natalia, Panadero le había hecho un comentario sobre una campera hallada, mientras seguía sin aparecer una prenda similar de la víctima.
El último testimonio de la jornada fue el de un remisero, que la noche del crimen aseguró haber visto a la menor junto a unas amigas, cerca de las 3.30 en la zona de boliches, y que esa madrugada lo saludó al pasar Panadero, pero sin recordar en qué lugar preciso.
El juicio continúa este jueves con los testimonios de los testigos propuestos por la defensa del policía, y el viernes las partes presentarán sus alegatos ante los jueces Néstor Conti, Mariana Iriani y Juan Galarreta.
Resúa adelantó a su vez que Panadero, imputado por «privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado por acceso carnal y por la participación de dos o más personas y homicidio agravado por la participación de dos o más personas y criminis causa», no brindará declaración.
El ex sargento es el cuarto policía acusado por el crimen que conmocionó a Miramar y al país en el verano de 2001, pero su caso no formó parte del juicio en el que los otros tres -Oscar Echenique (63), Ricardo Anselmini (55) y Ricardo Suárez (60)- fueron condenados a prisión perpetua, en septiembre de 2002, porque fue sobreseído antes.
El segundo juicio por el crimen de Natalia se puso en marcha el martes, con los testimonios del padre de la menor y de su madre, quien reclamó que «la justicia está demorando 22 años».
En la primera audiencia, un testigo de identidad reservada, que tenía 13 años al momento del crimen, aseguró, en tanto, que había visto que cuatro policías subían a la fuerza a la adolescente de 15 años a un móvil policial en el cruce de calles 6 y 35.
El crimen de Melmann ocurrió el 4 de febrero de 2001 y provocó la reacción de la comunidad local, que realizó junto a la familia múltiples marchas para pedir por el esclarecimiento del caso.
Según se estableció en el juicio en 2002, la víctima fue obligada a subir a una camioneta policial y llevada a una casa en el extremo sur de Miramar, donde «fue accedida carnalmente», y luego, «con el inequívoco propósito de procurar la impunidad de la agresión sexual», fue estrangulada con un cordón de sus zapatillas.
Los tres policías condenados a perpetua trasladaron luego el cuerpo al vivero Florentino Ameghino, donde fue hallado semienterrado cuatro días más tarde.
Con información de Télam.
MG