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La historia de Biniam Girmay, el primer ciclista negro en ganar dos etapas en el Tour de Francia

Este sábado, el eritreo Biniam Girmay escribió otra página inolvidable de su historia al lograr su segunda victoria en el Tour de Francia tras imponerse en el sprint en la octava etapa, en Colombey-les-Deux-Eglises, en una jornada en la que el esloveno Tadej Pogacar conservó sin mayor dificultad el maillot amarillo, con 33 segundos de ventaja sobre el belga Remco Evenepoel.

Ya vencedor de la tercera etapa el lunes en Turín, el corredor del equipo Intermarché aventajó a dos belgas, Jasper Philipsen y Arnaud De Lie, para consolidar su maillot verde de la regularidad. Es el primer africano que lidera esta clasificación anexa.

«Ganar dos veces… No sé qué decir. Ganar una etapa es ya algo increíble. Conseguir dos, con el maillot de la regularidad, es ya muy especial. Gracias a Dios. Dedico esta victoria a mi padre y a mi madre, siempre creyeron en mí, me apoyaron para convertirme en ciclista profesional, estoy muy orgulloso», señaló Girmay.

El ciclista africano contó que «tenía mucha confianza». «Cuando ya has ganado una vez te dices que puedes volver a hacerlo. Esta es la carrera ciclista más dura del mundo, por eso creo que mi primera victoria me ha liberado, me quitó mucho estrés, me dejó sin presión y me dije que estoy preparado para ganar otra», confesó.

Velocista ligero, el eritreo de 24 años, confirmó su estatus de pionero de su continente. El lunes había mostrado su orgullo por convertirse en el primer negro africano en ganar una etapa del Tour. Y ahora ya se ilusiona con mantener el maillot verde de la regularidad hasta el final. «Creo que lo que he conseguido es ya muy importante. Pero ahora que tengo el maillot verde, voy a luchar al cien por cien para llevarlo hasta la última etapa», afirmó quien cuenta ahora con 88 puntos de ventaja sobre Jasper Philipsen, a quien el mundo del ciclismo veía como el gran dominador de la disciplina.

Su director deportivo, Aike Visbeek, confirmó la ambición de su corredor: «Esta mañana en el bus hablábamos del esprint intermedio y él solo hablaba de la victoria de etapa. Estaba muy motivado, muy determinado».

De verlo en la TV a soñarlo y brillar

En un pequeño país de África Oriental -con una superficie de 121 mil kilómetros cuadrados, apenas más grande que la provincia de Catamarca y con la mitad de la extensión que Santa Cruz-, donde el ciclismo es casi una religión, pero en el que los constantes conflictos le mantienen sumido en la pobreza, Biniam Girmay no perdía ojo de las etapas del Tour que pasaban en la televisión. Y su mirada se fijaba en Peter Sagan y Mark Cavendish, convertidos enseguida en sus ídolos.

Cuando su compatriota Daniel Teklehaimanot se vistió con el maillot de la montaña en el Tour de 2015, Biniam tuvo claro que algún día tenía que disputarlo. Tuvo que insistir para que su padre le comprara su primera bicicleta, con la que dio las primeras pedaladas por sus sinuosas carreteras del país y con la que ganó sus primeras carreras locales.

El salto lo dio cuando fue seleccionado por la Unión Ciclista Internacional (UCI) para integrar su escuela de jóvenes talentos en Suiza, donde pasó dos años entre 2018 y 2020, tiempo suficiente para integrar el top-15 júnior y acabar entre los cinco mejores de la última etapa del Tour del Porvenir.

Su paso a profesionales se produjo en el Nippo-Delko francés, antes de que en 2021 llegara al Wanty, actual Intermarché, donde encontró la confianza para adaptarse al mundo profesional y para desarrollarse personalmente. Sus compañeros lo describen como un personaje tranquilo, que sabe controlar bien la presión y que huye de los focos.

En 2022 comenzó a destacarse en algunos sprint y rompió varios techos de cristal del ciclismo africano. Su victoria en la Gante-Wevelgem fue la primera de un africano en una clásica y, unos meses más tarde, se alzó con una etapa en el Giro, la primera en una gran vuelta para un ciclista negro. Aquella tarde la alegría quedó sumergida por un accidente. Al celebrar el triunfo en el podio, el tapón del champagne que le ofrecieron los organizadores impactó con su ojo, lo que le obligó a abandonar al día siguiente.

El año pasado debutó en el Tour y sus planes eran seguir aprendiendo de los mejores en esta edición. Pero la victoria en Turín lo cambió todo. «En aquella llegada yo no tenía planeado ganar, era una llegada más para otro perfil de corredor. Pero haberlo logrado me ha dado una gran confianza, me ha quitado miedos, ahora sé que lo puedo hacer», dijo entonces.

En Colombey-les-deux-Églises era ya otra cosa. El sprint picaba hacia arriba y él y su equipo sabían que tendría opciones. Girmay las confirmó con un segundo triunfo que le coloca como el dominador de las llegadas en esta edición. «Ahora ya no me pongo límites. Ganar con el maillot verde de la regularidad es algo increíble. Si puedo sumar otras victorias, estupendo. Y voy a luchar para conservar este maillot hasta el final», alertó.

Nacido hace 24 años en Asmara, donde este sábado se festejó en las calles su nuevo éxito, Girmay es un «rara avis» en un país montañoso acostumbrado a producir ciclistas finos y preparados para los ascensos, se ha convertido en el éxito de un continente, mientras su historia da la razón a quienes desde hace tiempo acuden allí a pesar promesas.

«Para mí no es una sorpresa, pasé años en Gabón y sabía que era una cuestión de tiempo», sentenció el ex ciclista francés Bernard Hinault, ganador de cinco Tours, tres Giros y dos Vueltas. Y profundizó: «Cuando los ves allí, sin preparación, sin material, te das cuenta de su enorme potencial. Lo único que me sorprende es que la primera victoria haya llegado al sprint. Pero el ciclismo africano llega pisando fuerte. Cada día les vamos a ver ganar más cosas»,.

Con información de AFP y EFE