Dylan fue asaltado por ladrones armados y perdió el auto que le habían regalado hace unos días, para sus 18 años. Cuando tenía 7, su papá mató a Claudia Moreno y se suicidó. Él se escondió debajo de una frazada.
01 de mayo 2023, 05:30hs
El domingo 15 de octubre de 2012, Dylan tenía 7 años y vio a su papá, Daniel Martínez (47), sacar un revólver debajo de una baldosa de la casa. Vio también a su mamá, Claudia Moreno (47), en un intento desesperado por escapar del horror. La mujer corrió hacia la puerta y la encontró cerrada con llave. En ese momento, el hombre con el que había tenido a su primer hijo varón le disparó varias veces por la espalda.
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Dylan, el nene de la frazada
La reacción de Dylan fue la que, de alguna manera, le había ordenado su inconsciente. “Me escondí. Después, con el tiempo, me acordé de aquel sueño”, le dice a TN. Una frazada lo protegió aquella mañana en la que conoció el miedo y le dejó una marca para siempre. Enseguida, otro disparo: cuando pudo vencer la resistencia de sus huesos helados, Dylan se asomó debajo de aquella manta y vio que su papá se había suicidado luego de cometer el femicidio.
“Dylan tiene los ojos de mamá. Si te fijás bien en la foto, te vas a dar cuenta”, subraya Yohana (37), su hermana mayor. Ella, si bien no lo dice, acepta que de alguna forma intentó cubrir la ausencia con la que le tocó crecer a su hermano. “Hice lo que me salió, y fue esto. Lo hice por mi vieja y por él”, menciona y agrega: “Mamá tuvo a Dylan cuando tenía 40. Yo ya era grande y él siempre fue como mi bebé”.
En nombre de ese rol autoconcebido, Yohana sigue lamentando no haber estado el miércoles, cuando Dylan llegó de noche a su casa de Banfield con el Renault Clio color rojo que su familia le había regalado hace unos días, por sus 18 años. “Siempre lo miro cuando llega. Estoy pendiente. Justo ese día nos desencontramos”, retrata.
“El auto se repone, pero la vida es una sola”
El Clio era, para Dylan y los suyos, algo más que el obsequio de un cumpleaños muy especial. Era como una bienvenida al mundo de los adultos, tras una infancia atravesada por un dolor inextinguible.
“Fue feo perder mi primer auto así, de golpe, en la puerta de mi casa. Ya me habían robado un par de veces, pero nunca de esa forma”, dice, y suelta una de las enseñanzas que le dejó su incipiente historia: “Es algo material. Con el tiempo se repone. La vida, en cambio, es una sola. Si me llega a pasar algo, ¿mi familia cómo sigue?”.
Cuenta su hermana mayor que Dylan “siempre fue a terapia, pero nunca quiso tocar ese tema”. Piensa que a través de ese silencio buscó protegerlas a ella y a Mara (35), frutos de la relación de Claudia con una pareja anterior. Y está segura de algo: “Ese sueño le salvó la vida a mi hermano. Siempre creí que esta persona (el femicida) iba a ir por él después de matar a mi mamá. Se suicida buscando a Dylan”.
“Nosotras siempre estuvimos en las marchas de ‘Ni Una Menos’ con la foto de mamá. Y nos aconsejaban escucharlo cuando él quisiera hablar. Lo hizo recién ahora, después del robo. Me quedé muy asombrada”, sitúa Yohana.
Desde hace un tiempo, Dylan estudia y trabaja: de 13 a 17 cursa sus estudios secundarios en la Escuela N° 61 de Banfield, y luego atiende un kiosco familiar. “Tanto esfuerzo para que llegara a tener su primer auto, y lo disfrutó apenas una semana”, lamenta Yohana.
Dylan sopló las velitas el 7 de marzo, unas semanas después le entregaron el auto y recién hace unos días había obtenido el registro de conducir: “Si antes tenía todas las precauciones al llegar a casa, ahora voy a tener más. Pero insisto: lo material, a diferencia de la vida, se puede recuperar”.