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La libertad, según Alan Faena: «No tener miedo a perderlo todo es lo que te hace libre»

En ese salón imperial gris y dorado solo faltaba Napoleón. Las paredes grises fileteadas de dorado, los cristales de Murano de las arañas y los candelabros mostraban un estilo de los que poco queda en Paris. Un espíritu de simetría, un monumento histórico detrás de una puerta colorada y con un jardín único, a pocos pasos de la casa del primer ministro de Francia. Una mesa de mármol verde en el comedor, que perteneció al modisto Paco Rabanne, y una insolente decoración moderna, para contrastar con el peso de tanta historia. Un buen negocio concretado con una gran familia libanesa post Covid. El emperador no llegó. Pero apareció Alan Faena, todo vestido de blanco, su ADN tan clásico, y su sombrero con pluma.

Un argentino, que no acepta ser llamado esteta, ni empresario del “real state”, “entrepeneur” o exitoso, que es toda una categoría en el siglo XXI. Un creativo y ahora, autor. Desde Buenos Aires y su famoso hotel Faena a su desarrollo en Miami, que se expande a Nueva York y al mundo. Hoy está en Paris junto a Grace, su esposa embarazada de 7 meses, para gozar la ciudad y discutir su libro “Arquitectura Horizontal”, una continuidad de “Arquitectura de Ser”, una creación durante y posterior a la pandemia, en ese tiempo que cambió al mundo y a sus hábitos. Una exploración de sus ocho pilares: Realidad, Prioridades, Espera, Caídas, Transformación, Entrega, Humildad y Expansión. La unión de dos libros sobre el misterio de vivir, sobre no caminar el camino del otro sino hacer el propio, según Alan, que se presenta hoy en Buenos Aires.

–¿Por qué decidiste escribir este libro?

–Ni te diría que es un libro. Son reflexiones de experiencias de mi propia vida, que me interesa compartir. Yo, siendo una persona independiente, una persona que no tuvo estudios más que el colegio secundario. Me crie en los barrios de Buenos Aires, lo que me llevó a vivir mis sueños desde chico, desde los 18, 19 años. Creando Via Vai y generando ese movimiento generacional, en un momento especial para la Argentina, después de la dictadura, cuando empezaba la gente a animarse a ser más individualista. Nosotros, dentro de Via Vai, generamos un movimiento que, al fin y al cabo, era dar también libertad. Y después, desde esos comienzos hasta toda mi evolución, creando todo ese barrio abandonado que después fue Puerto Madero. Pero en esos momentos era una tierra perdida, sin calle, sin luz, sin vida.

–Era el pasado.

–Era el pasado. Un lugar de los ’40, abandonado. Darle vida, luz, a los lugares oscuros, dar espacios en donde la gente hoy por hoy se olvida del pasado mismo. Parece que estuvo siempre ahí, pero hace muy poco no había nada. Tener la fuerza para transformarlo, luchando contra ese establishment del “real estate”, que la única manera de hacerlo era teniendo mucho dinero. Porque en la Argentina nunca hubo créditos de bancos. Más para alguien independiente, que venía solamente con el capital de las ideas. Hasta ir andando por el mundo. Pienso que mi motor es lo que quise compartir en estas palabras.

Alan Faena en su casa en París. Foto Noel SmartAlan Faena en su casa en París. Foto Noel Smart–¿Cómo llega alguien que solamente terminó el secundario acá, a la casa más chic, la más cara de París y con una filosofía de vida, que pudiste reflejar en tu libro?

–De alguna manera, lo que reflejo en el libro, que cuenta la historia de alguien que luchó, sabiendo de ese poder que yo quería transmitir del instante y cómo me fui montando a través de querer ser libre, a través de querer vivir mi vida, de no querer repetir la vida de nadie, de querer ser independiente. Por eso yo digo que este es un libro sobre la libertad. Un libro sobre el valor de crear tu realidad. Que vos eres el dueño de tu vida, que está el poder en tus manos, que el presente, la vida es un presente inmenso moviéndose en silencio. Y, en ese marco, está en nosotros para crear a través de nuestro talento y es el único verdadero arte.

Una experiencia de vida

–¿Y cómo llegaste a esta realidad? ¿Qué leíste? ¿Qué viviste cuando eras más joven para llegar a esta síntesis?

–Pienso que la propia vida. Animarme a vivir, animarme a enfrentar los miedos que me podían detener de no ser quien quería ser. Y yo siempre fui una persona independiente, nunca me detuvo el afuera. Al contrario, el afuera de alguna manera, si había crítica o si había duda o si había preguntas, siempre la tomé como una combustión para mi propia fuerza, para querer ser y siempre fui por el camino de ser, de ser yo.

–¿Y qué es ser libre para vos?

–Ser libre es usar tu libre elección, tu libre albedrío para animarte a ser. Ser, ser libre. Ser vos, vivir tu propia vida, no repetir el modelo de nadie. Ni el familiar, ni el del club, ni el de nadie y ser libre para poder elegir. La única posibilidad de vivir intensamente es eligiendo vos donde quieres ser, la posibilidad de elegir. El libre albedrío de tu propia decisión es la única manera, para mí, que yo elegí, para poder vivir mi presente.

–¿Alguien te puso límites para que vos decidieras que esto era tu filosofía de vida?

–La vida siempre me puso límites. A diario están los límites, los miedos de traspasar esos límites y es el trabajo de ese presente inmenso, moviéndose en silencio.

–Sí, porque el silencio también es otra parte muy importante de tu libro, ¿cuál es el rol del silencio?

–El rol del silencio es un rol de poder, no tener que decir siempre. Al contrario, decir lo menos posible y escuchar, ver, entender y moverme después y hablar después.

«Hay que estar preparado para perder y no tener miedo a perder», dice Alan Faena. Foto Noel Smart–En tu libro dices “saber perder es como saber ganar”, ¿eso de alguna manera es lo que te abre la puerta a la libertad?

–Para ser libre, en mi caso, hay que estar preparado para perder y no tener miedo a perder. No tener miedo a perderlo todo es lo que te hace libre.

–¿Y estuviste en esa situación?

–Pienso que siempre me enfrento a la posibilidad de perderlo, siempre voy viviendo…

–Llegas al límite.

–Siempre, no es que llego al límite. El límite siempre se presenta, cada día tienes tu límite. Y de alguna manera, la vida se trata de traspasarlos. Y cada día que vos que traspasas al límite, rompes el miedo, te expandes, sos mejor, aprendes. Tomas la experiencia para ir por el otro momento, que también te va a poner un límite, porque la vida son límites. Y cuanto más límites te animes a romper, puedas y sepas romper, te permite ser libre.

–¿Vos llamarías un libro de autoayuda?

–No, no es un libro de autoayuda. Estoy compartiendo mi propio camino que no es de autoayuda. Estoy compartiendo un camino que para mí, si tengo que elegir qué me gustaría transmitir, me gustaría que cada uno viva su vida verdaderamente libre. Porque se habla mucho de libertad, pero la libertad de nacer, la libertad que tomamos como libertad es de alguna manera preestablecida. La libertad más difícil de conseguir es de qué hacer con vos, de cómo elegís tu camino, tu vida, animarte a vivir.

Dos libros en uno

–¿Por qué sentiste la necesidad de hacerlo y lo hiciste vos mismo? ¿Te ayudó un ghostwriter o cómo fue?

–Empecé a pensar, nunca quise escribirlo. Empecé a tomar notas de mis pensamientos y empecé a charlar y a grabar pensamientos, que tenían que ver con situaciones que iba viviendo y grababa. Tomaba notas. El primero fue durante el Covid, que tuve más tiempo para escribir y reflexionar, y el segundo libro lo acabo de terminar ahora. Me parecía interesante poder poner la manera de ser, mi manera de sentir la vida y compartirla. Me parece que es un momento donde estamos todos buscando, queriendo encontrar.

«El afuera siempre lo tomé como una combustión para mi propia fuerza», expresa Alan Faena. Foto Noel Smart–¿Fue difícil hacer tu camino en un país tan inestable y con reglas complicadas como Argentina?

–Sí, estoy de acuerdo. Vos me preguntaste recién de los límites. Cada día los límites te aparecen. De alguna manera eran límites que había que romper. Uno de ellos es en Argentina. Es parte del camino de luchar por ser. Sí, es mucho más difícil. Pero en todas ciudades es también difícil. Yo vivo en Estados Unidos, donde también es muy difícil, a pesar de que parece fácil. Acá en Francia es muy difícil.

–Vos empezaste con tu papá, en un rubro textil que José Alfredo Martínez de Hoz destruyó en plena dictadura. ¿Qué heredaste de tu familia, de esa vida?

–De la familia heredé todo: heredé el amor, la fuerza, la confianza de poder ser, la tranquilidad de sentirme amado.

–¿Y cómo llegaste hasta acá, a construir esta fortuna, a ser una persona exitosa?

–La fortuna más grande que construí es haberme animado a vivir. Esa es mi mayor fortuna, porque las otras fortunas van y vienen y yo no necesito ninguna fortuna. Porque soy libre porque puedo perderlo todo. Mientras que las cosas estén, están. Pero a mí no me hace fuerte ni más grande. A mí me hace grande ser libre, pensar, crear, ser un creador. Esa es mi mayor libertad, que cada día pueda crear, me pueda animar, pueda ofrecer cosas a la gente. Como este libro, como espacios, como lugares, como shows, como arte, como libros, como cosas que me permiten la creación. El verdadero poder, para mí, es poder crear.

El proceso de creación

–¿Y cómo es tu proceso de creación? ¿Cómo es un día tuyo construyendo?

–Voy pasando por distintos momentos de mi vida. Te puedo hablar de ahora. Ahora la creación me llevó el propio camino, la propia intención, desde una remera en algunos momentos de mi vida, hasta hoy, que con Faena tenemos proyectos por todo el mundo. Entonces, hoy es entender… Yo digo que Faena, cuando llegó a Buenos Aires, no sólo cambió Puerto Madero sino que le aportó también mucho a la ciudad. Y lo mismo pasó cuando llegamos en Miami: transformamos un barrio, como pasó en Buenos Aires, que es mucho más difícil en Estados Unidos. Pero no transformamos el barrio porque hacemos “real estate”. Transformamos el barrio porque llevamos cultura, esperanza, una manera nueva de ver lo que no se veía. Nosotros descubrimos mundos para la comunidad y estamos haciendo lo mismo hoy por hoy. Estamos haciendo lo mismo hoy en San Pablo, en New York, en distintos lugares de Europa. Entonces, crear es imaginarme lugares, espacios, momentos. Imaginarme esa sensación que uno encuentra frente al otro en un espacio chico. A pesar que los espacios son muy grandes, la acción termina pasando en lugares muy reducidos.

«Faena le aportó mucho a Buenos Aires», dice el empresario Alan Faena. Foto Noel Smart–¿Pero trabajas solo o con un equipo?

–Tengo un equipo chico alrededor mío, pero trabajo en distintas escalas, con distinta gente del mundo.

–¿Y los millones de dólares?

–¿Te interesa el arte, la filosofía? Te interesa construir, descubrir un barrio y darle la energía que no tenía. Pero también supongo que eso va acompañado por millones de dólares, ¿no?

-Hay otra parte que, sin duda, como me pasó en Buenos Aires. Tuve que conseguirme socios. Cada proyecto del mundo tengo distintos socios, cada ciudad. Entonces, los millones de dólares necesitan creación y talento. El que ofrece talento no necesita los millones de dólares: ofrece su talento. Los millones de dólares vienen al talento.

–Los ponen otros.

–Los ponen otros porque lo que falta es talento. Lo que falta es creación, sueños, poder de transformar. Pero los millones vienen al talento.

–¿Te ayudó el psicoanálisis, alguna filosofía?

–Me ayudó todo. Me ayudó el vivir, en el vivir incluyo todo. Sí, me ayudó todas las experiencias del vivir, más que todo las experiencias simples, el amor de la familia. La simpleza de la confianza, yo la gané en esa tierra fértil del amor familiar.

–De tu papá, de tu mamá.

–De mi padre, de mi familia más grande, de mis abuelos. Tengo mi hijo hermoso, Noah, de 14 años. Ahora me volví a casar. Estamos esperando una hijita en dos meses.

–¿Con quién te casaste?

–Con Grace. Grace Faena se llama. El amor es la eternidad misma. Pero hay momentos que la eternidad y el amor te llega. Hay momentos que tuve, viví también, me animé, también sin miedo a vivir la soledad, que es tan importante para poder elegir lo que uno quiere.

Trabajar con Lord Foster y Starck

–¿Y cómo lograste conocer a Lord Foster, a Starck, para que te acompañaran a la Argentina? Porque cuando uno dice Argentina, dice inflación, lejanía, corrupción, imposibilidad.

–Buenos Aires también tiene mucho romanticismo y todo es depende, con respecto al mundo, cómo uno presenta y cómo uno siente. Yo siempre sentí Buenos Aires como una tierra maravillosa, romántica, una tierra donde estaba todo para hacer. Y, en su momento, cuando iba a ver a toda esta gente, Philippe Starck cuenta una historia linda cuando yo lo fui a ver. Yo fui con la ilusión de decirle: «Argentina te necesita, vení, que vas a dejar una semilla, una huella». Y así fue. Hoy, este año, son 20 años que abrimos el Faena de Buenos Aires. Y Faena hoy es como una cosa ya de historia.

«El amor es la eternidad misma», asegura Faena. Foto Noel Smart–Vos empezaste con Cahen D’anvers en un proyecto, casi generacional.

–Sí, Via Vai. Fue un proyecto generacional, bien chicos, a los 20, 21 años, una experiencia maravillosa. Juntos, empezando con una remera, porque empezamos realmente de la nada, con 10 remeras, 30, 100, 200, 1000, 2.000. Y después llegamos a vender muchísimo más. Pero también, yo pienso que mi camino nunca fue por el dinero, ni ninguno de los dos. El camino siempre fue por crear.

Los sabores sefaradies de Siria

–Vos sos de una familia judía de Siria, ¿cómo fue la contribución de todas esas raíces en tu camino?

–Toda. Nosotros somos sefaradíes. Mis cuatro abuelos son de Damasco.

–La ciudad más linda del mundo.

–Sí, lo era. Y eso, cuando yo te hablaba de la familia, la familia tiene que ver con los sabores, con el amor a comer, a dar. Nuestra estructura familiar está basada en dar el amor a través de los sabores árabes, sobre todo. Y nuestras comidas, las costumbres, celebrar siempre el Shabat, los viernes. Hay muy lindas cosas en la tradición árabe, de Siria, sefaradí, judías, que me construyeron.

–Los sirios son muy refinados. Tienen una cultura milenaria, una comida exquisita. ¿Visitaste Siria? ¿Qué heredaste de ellos?

–Heredé sobre todo los sabores, que son parte de mi vida. Las mallín, los keppes, los embuse, todo. Nosotros nos criamos con esos sabores y con esos olores, sobre todo. Y con la mamá en la cocina. Porque los árabes lo que hacen muy bien es tener las mujeres en las cocinas.

-Cierto.

–Como parte de la cultura. Cada comida lleva unas cuantas horas. Observas cómo se cuece la comida, cómo se pone la carne adentro, en las berenjenas. Yo pienso que la cultura sefaradí es maravillosa.

–¿Qué significa para vos ser judío en Argentina, para relacionarte, para crecer, para hacer negocios?

–Quizá cuando iba al colegio, uno se acostumbra a ser una minoría. Eso también es muy interesante, ser minoría. Porque hay alguna cosa de supervivencia en el fondo. O sea que me dejó desde chico esa sensación de que uno estaba más solo de alguna manera, afuera de la casa. Pero nunca tuve ningún problema. Al contrario, pienso que hubo siempre mucho respeto

El aterrizaje en Miami

–¿Y en Miami, cómo fue el aterrizaje?

–Nunca pensé yo que iba a estar en Miami o iba a hacer un proyecto en Miami. No estaba en mis planes. Pero la vida es así. Fue muy interesante también para mí salir de Buenos Aires. A lugares en Estados Unidos, donde la competencia es mucho más grande, donde las fuerzas del exterior son mucho más poderosas. Y sin embargo, siendo una persona también independiente, poder llevar mi creación, mis sueños, mi visión a Estados Unidos. Y empezó en Miami. Hoy Faena en Miami ya va a cumplir 10 años. Hoy por hoy es, a nivel de nuestros shows, el arte, la cultura que Faena genera para la comunidad, es igual de importante que todos los récords que batimos en como el real estate más caro. La tarifa, a pesar de que la competencia en Miami están todas las compañías hoteleras desde The Four Seasons, Mandarin Oriental, Faena es la número uno. Todo eso habla también de la libertad, de ser independiente, de hacer lo que uno quiere, de estar seguro, tener confianza.

–Estuviste en Faena Buenos Aires, ahora Faena Miami. Pero es más fácil desde Miami el mundo, ¿no?

–Todo depende de a qué llames fácil. Es más fácil cuando estás galopando arriba del caballo, sabiendo que el caballo es ganador. Pero tenés que mantenerlo todos los días para que sea ganador. En Miami todos quieren luchar por ese primer lugar. O sea que la competencia es mucho más grande.

–Antes pasaste por Uruguay, que siempre deja una marca.

–Sí, Uruguay es único. A mí me encanta. Mi Tierra Santa, como se llama mi lugar, mi espacio, mi tierra. El tiempo que tuve ahí, esa entrega que tuve en esos lugares, fue lo que realmente también me marcó mucho. La paciencia, la construcción de algo nuevo, saber pensar que todo estaba perdido de alguna manera para volver a empezar. Vivir en el tiempo sin tiempo, el contacto con el cielo, con la noche, con las estrellas, con el renunciamiento, con las flores, me generó para después volver a reinventarme.

Un nómade creando

–Finalmente, ¿dónde sentís que vivís?

–Es algo difícil. Cuando ya dejas tu tierra y Buenos Aires, como me tocó dejarlo, siento que de alguna manera no tengo un lugar. Y eso está bien, está bueno. Pero extraño esa sensación de sentirme de un lugar.

–¿Pero votas?

-Sí. Voy siempre a votar. Pertenezco, voy, miro todo lo que pasa. Pero siento que soy…

–Un nómade.

–Soy más nómade.

–Tenés tu traje blanco, tu sombrero, a veces tu galera, ¿qué significa? ¿Es tu ADN o de alguna manera es tu forma de llamar la atención para tus proyectos?

–Es de alguna manera mi propia bandera de libertad, ser yo, y yo soy así. Y es como me siento bien. Aparte es más simple. El blanco es el todo. Me siento cómodo, ya por décadas, y no necesito nada más.

–Todo blanco, no hay que combinar.

–Todo blanco, no me complico, más simple todo.

–¿Y qué haces con tu tiempo? ¿Tenés tiempo libre? ¿Te gusta viajar, leer, o sos un adicto al trabajo?

–Yo no trabajo. El creador no trabaja. El creador expande lo que siente que tiene que dar. Yo no siento que trabajo, nunca.

–¿Te interesa ser exitoso?

–Ese es un término para el afuera. Cuando vos decís Alan Faena, al afuera te dicen que es un exitoso. Yo no vivo hacia afuera. Yo vivo en mi propio espacio. Trato de pensar desde adentro hacia fuera mis acciones, mis experiencias, mi camino. No creo que sea un exitoso. De alguna manera, si lo soy es porque me animé a hacer lo que siempre quise hacer: vivir, ser yo. Ese es mi éxito. Haberme animado a vivir mi propia vida. Eso me hace exitoso.

–¿Cómo es tu vida familiar?

–Hermosa. Tengo el amor más lindo. Vivo la eternidad del amor cada día. Pienso que el amor también uno es más consciente de la bendición del amor cuando le llega de más grande. Porque tienes más tiempo para haber vivido más intensamente la soledad también.

–Va a venir una bebita a un mundo muy complicado. ¿Te da miedo?

–No sé si es la palabra… No, no me da miedo. Me parece que todos los mundos son complicados. El mundo que nosotros vivimos también es complicado y hacemos nuestro camino al andar. ¿Será más complicado? Yo pienso que cada generación se hizo más complicada, en realidad. ¿Será un poco más complicado? Puede ser o quizá no. Quizá viene un hombre distinto.

–¿Y en París, en esta casa magnífica ¿qué quieres hacer? ¿Tienes un proyecto?

–No, París me gusta… Es un lugar tan especial. Hay tanta historia, tantos espacios. Es un lugar para nutrirse, único. Me gusta venir y caminar la ciudad, tener el tiempo. Viví parte de mi vida aquí, me hace bien.

París. Corresponsal

MG