Matías Pablo Bagnato tiene hoy 45 años y está curtido por el dolor. A sus jóvenes 16 atravesó una tragedia: perdió a toda su familia por culpa de un asesino despiadado y brutal, Fructuoso Álvarez González, quien prendió fuego la casa con todos adentro y mató a los papás y los dos hermanos de Matías, además de un amiguito de 11 años que se había quedado a dormir esa noche.
Esa noche es recordada como la Masacre de Flores. En el chalé de Baldomero Fernández Moreno 1906, aquel 17 de febrero de 1994 murieron José Bagnato (42); su esposa, Alicia Plaza (40); sus hijos Alejandro (9) y Fernando (14)); y Nicolás Borda (11), amigo del nene más chico.
Ahora, con la muerte en prisión del múltiple homicida, Matías vuelve a llorar, pero esta vez de alivio, ya que el dolor no se cerrará nunca, pero no tendrá que soportar más los vaivenes de esa Justicia que, de vez en cuando, amagaba con revisar algún beneficio pedido por el asesino.
Fuego y muerte
Esa madrugada, Matías se despertó con fuego en la casa. Pudo salvarse saltando de la ventana del primer piso. Así reconstruyó aquel momento en una entrevista con Clarín.
«Eran las tres y cuarto de la madrugada, yo estaba completamente dormido. Lo primero que siento es la falta de aire. Era como si me hubieran puesto una madera en la garganta y no podía respirar.
«Creo que me salvó haber tenido la cama debajo de la ventana . Cuando me levanto, ya con principio de asfixia, manoteo la ventana y saco medio cuerpo para respirar. Ahí veo a un vecino que me grita: ‘Matías, salí que prendieron fuego la casa’. No entendía nada.
«Me acuerdo haber mirado a la puerta de mi dormitorio, que estaba cerrada, veía como una luz debajo , y entonces le grito al vecino: ‘No, están mis viejos despiertos’. Tomo oxígeno, me saco la remera, me tapo la boca porque había mucho humo y cuando destrabo la puerta hace un fogonazo.
«No era luz, era el fuego que ya estaba arriba, tomaba el techo de la habitación y el placard . Y me quemaba el pelo. Ahí me acuerdo que salí por la ventana de mi habitación y me paré en un macetero.
«Me paro ahí como para tirarme, sentía en los pies el fuego que salía por la ventana del comedor, también en la espalda, que me quemaba. Miro para abajo para tirarme pero estaba prendido fuego hasta la mitad de la calle porque el asesino roció toda la vereda con fósforo líquido: sabía que la ventana de la habitación de mi hermano no tenía rejas y la mía tampoco, lo hizo para impedir que nos tiráramos . Yo cierro los ojos y no recuerdo más.
El incendio fue originado de manera intencional por Álvarez González, ex socio de José Bagnato en una zapatería, quien arrojó dos bidones con combustible y encendió el fuego, porque el padre de Matías no le devolvía un dinero que le había prestado.
El asesino fue capturado cuatro días más tarde y condenado a perpetua en noviembre de 1995. Pero gracias a un tratado, en 2004 fue extraditado a España (era nacido en Asturias) para que completara la pena allí.
Matías se enteró de la liberación por boca del propio Álvarez González, que empezó a llamarlo por teléfono para amenazarlo. “Los llamados fueron siempre muy cortos. Preguntaba por mí, me decía ‘estás muerto’ y me cortaba«.
Fue recapturado en la Argentina en 2011, luego de amenazar de muerte a Bagnato.
Matías hoy forma parte del Observatorio de Víctimas de Delitos junto a familiares de otras víctimas de casos de violencia, entre ellos de Ángeles Rawson, de la tragedia de Once y el incendio del boliche Cromañón.
Gracias al impulso del observatorio, fue sancionada la Ley 27.372 de Derechos y Garantías de las Personas Víctimas de Delitos, mediante la cual se creó el Centro Nacional de Asistencia a las Víctimas de Delitos para asistir y asesorar tanto a familiares como a víctimas de hechos de violencia.