No es un estreno flamante de Netflix, pero dado su éxito a nivel mundial sigue apareciendo en las recomendaciones de la plataforma para los que gustan de los retratos familiares que no escatiman ni un matiz de toda la paleta de colores. Y La noche del solsticio de verano echa mano a los tonos oscuros para develar las oscuridades que más de uno lleva adentro. Pero no lo hace desde la cancelación o el prejuicio, sino desde la amorosidad y sinceridad -a veces bestial- que sostienen los vínculos verdaderos.
Esta miniserie noruega que llegó a la Argentina en abril -y que supo estar meses en el Top Ten de las más vistas- reaparece de la mano del algoritmo. Y hay que agradecérselo, porque merece ser rescatada en medio del aluvión de estrenos con pretensión de fenómeno. Ésta es una historia chiquita con destino de serie grande. El muy buena le calza de maravillas.
La trama ocurre en el día más luminoso del año en buena parte de Europa. Corre junio y Carina y Johannes han acordado anunciar ese día que se separarán después de 30 años de matrimonio. Ella propuso el corte a cuento de sus necesidades personales, él aceptó como resignado. Está claro que se adoran. Y que se respetan. Y se cuidan.
Los personajes que magistralmente componen Pernilla August y Dennis Storhoi son los anfitriones de una preciosa casa en Noruega y deciden celebrar la llegada del verano con los rituales festivos suecos, que incluyen juegos, flores, platos especiales -incluido el pastel de fresas de la dueña de casa-, canto, baile, brindis, hoguera y agradecimientos.
Carina (Pernilla August) y su hija mayor, Hanne (Amalia Holm).Y en este encuentro familiar se sumaron las confesiones, los conflictos, los perdones. Todo lo que el solsticio, precisamente, pudo sacar a la luz en un día resumido en cinco episodios de media hora.
La serie invita a viajar por todos los estados, enmarcados en una fiesta que será inolvidable, pero no del mismo estilo que el de la genial película con Peter Sellers (La fiesta inolvidable, 1968). Aquí también pasa de todo, pero no todo transita por el carril de la gracia. Hay sincericidios, enojos, mentiras que terminan descubriéndose a cielo abierto, incondicionalidad, salud, enfermedad, piedad y entendimiento. Y amor del hondo.
Carina y Johaness en la previa de la hoguera para despejar espíritus.El primero de los cinco episodios se titula Rupturas y enamoramiento y, el último, Perdón. En el medio, la vida familiar resumida en un rompecabezas de piezas que no siempre encajan bien pero terminan armando un todo.
Y el estilo elegido para contar la vida de este puñado de parientes hace pie en la fiesta para luego abordar, a modo de flashbacks, la historia de cada quien. Pero ese recurso de viajar en el tiempo que muchas veces confunde al espectador acá lo lleva de la mano para entender lo que en medio de la fiesta callan, dicen o disimulan. La gestualidad de casi todos los personajes termina de hacer la magia acerca de los acuerdos vinculares.
Titulada originalmente como Midtsommernatt, La noche del solsticio de verano merece ser vista (y hasta maratoneada en menos de tres horas). En medio de los catálogos abrumadores del streaming asoma como un cuentito inocuo, con la belleza nórdica como posible único gancho, y sin embargo va por mucho más, porque sabe bucear en un complejo grupo de familia. Bueno, gente como (más de) uno.
La sueca Pernilla August compone de maravillas a Carina, que intenta darle un giro a su vida cerca de los 70.
Ficha
Calificación: Muy bueno
Drama Protagonistas: Pernilla August, Storhoi, Amalia Holm y Peiman Azizpour, entre otros Creación y dirección: Per-Olav Sorensen Emisión: Cinco episodios de media hora, en Netflix.