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Un regreso al Gobierno, la vigencia del Coti Nosiglia y la construcción opositora

El Gobierno de Javier Milei encara una nueva etapa tras la aprobación del paquete legislativo. El foco deja de estar en la oposición dialoguista y kirchnerista, más allá del tratamiento de la reforma jubilatoria pendiente en el Senado, y se centraliza en la política económica y en la respuesta que pueda dar a las demandas de una sociedad que decidió acompañar el ajuste y el recorte de su poder adquisitivo, a cambio de terminar con el flagelo de la inflación, revertir la desocupación y el trabajo en negro, y mejorar su calidad de vida.

Sólo en los primeros tres meses del año el desempleo aumentó 2 puntos, unas 500 mil personas quedaron sin trabajo, en un contexto con la mitad de la población activa en negro. Por eso ha escalado la preocupación en la sociedad junto con la inflación. En el sector privado, hay estudios que en las últimas semanas han visto cómo crecía la demanda de empresas que necesitaban iniciar un proceso de cierre, pero sin que los medios y la opinión pública se enteren.

En la Casa Rosada reina el optimismo. Uno de los próximos anuncios será el esperado arribo de Federico Sturzenegger al gabinete para hacerse cargo de la reforma del Estado. Es una duda como interactuará con el ministro de Economía, Luis Caputo. Pero también con otros actores, muy preciados por el propio Milei, que regresan al Gobierno como es el caso de Armando Guibert.

Guibert fue Subsecretario de Obras Públicas y Transporte en el gobierno de Carlos Menem, en la gestión en Economía de Roque Fernández, pero también se desempeñó como asesor de Domingo Cavallo. Había sido nombrado por Milei como secretario de Transformación del Estado y Función Pública pero renunció en marzo último en medio del escándalo por el aumento de sueldo del 48% a los funcionarios del gabinete, que el libertario retrotrajo después. Si bien el decreto llevaba la firma de Guibert por el cargo que ocupaba, habría cumplido órdenes del ex jefe de Gabinete Nicolás Posse, pero se fue en silencio y sin hacer ninguna aclaración.

Su regreso remarca la idea de desandar lo hecho por Posse, que entró por la puerta grande pero se fue de la manera menos deseada: echado por Milei y Karina Milei, y sospechado de espionaje interno. En aquél entonces, el 27 de mayo pasado, Posse había asegurado que seguiría acompañando al Presidente «desde un nuevo rol que será dado a conocer en los próximos días». Nunca volvió a aparecer en el ámbito del Gobierno ni se le dio cargo alguno.

Armando Daniel GuibertArmando Daniel GuibertTal como había adelantado Clarín unos días después de la renuncia de Posse, el Presidente tenía decidido el regreso de Guibert que desde hace tiempo -para eso lo habían nombrado-, viene elaborando un ambicioso plan de reforma del Estado. De ahí las dudas acerca de qué cargo o área ocupará, y de qué manera se complementará con Sturzenegger. ¿Otra interna?

También incumbía a Posse el manejo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), a través de Sylvestre Sívori, a quien designó para que se ocupara. Más allá de la caída en desgracia de Posse, Sívori había sido apuntado por las segundas y terceras líneas de la agencia por negarse a firmar el presupuesto para operaciones encubiertas, no comprar equipamiento adecuado y tampoco reunirse nunca con la plana mayor.

Con el ascendente Santiago Caputo, que en los papeles es sólo un asesor presidencial pero que debajo de Javier y Karina Milei es el que más poder administra, se puso en marcha la reestructuración de la AFI que volvería a llamarse SIDE como durante el menemismo. Caputo es clave para Milei, dicen, no solo por su rol en inteligencia sino como operador judicial por encima de Mariano Cúneo Libarona. Ese es uno de los motivos por los cuales el ministro de Justicia por momentos desearía dejar el Gobierno, su falta de contacto con Milei.

Lo cierto es que el joven consultor no sólo logró que el inefable Jaime Stiuso regresara a la SIDE a través de Lucas Nejamkis y de una ex funcionaria que supo integrar su equipo. También consiguió que Enrique «Coti» Nosiglia fuera parte de la nueva agencia, aportando a sus hombres más experimentados. De esa manera, «Jaime» y el «Coti» apadrinan la nobel estructura. «Milei no quiere hacerse cargo de la Inteligencia» deslizan en la AFI.

“Coti” Nosiglia, el histórico operador todo terreno con cuna política en la Unión Cívica Radical pero que luego se convertiría en un “lobbysta profesional” sin territorio, reafirmó su vigencia por estos días en relación con el gobierno libertario.

Enrique Enrique «Coti» Nosilgia. Foto: Juan Jose TraversoA Nosiglia se lo vincula con José Luis Vila, un radical exfuncionario en el Ministerio de Defensa en las gestiones de Julio Martínez y de Oscar Aguad. Vila acaba de ser designado en la Secretaría de Estrategia Nacional, que depende de la Jefatura de Gabinete, de Guillermo Francos.

Días atrás, el operador radical fue novedad porque Patricia Bullrich echó a su segundo, Vicente Ventura Barreiro, hombre de Cristian Ritondo. Lo acusó de haber querido interferir en la redacción de los pliegos para la licitación de la comunidad de los presos de las cárceles federales.

Según el relato que figura en una denuncia realizada por el director del Servicio Penitenciario Federal, Fernando Martínez ante la propia Bullrich, Barreiro le habría dicho que “detrás de las empresas que esperaban participar estaba Coti Nosiglia y su gente y que las empresas se manejan poniendo plata siempre para que las cosas funcionen y que esa práctica es habitual”.

Luego del éxito de la Ley Bases y del paquete fiscal, los gobernadores que impulsaron su aprobación, incluso hasta horas antes de su tratamiento, iniciaron tibios planteos para recomponer la situación en sus provincias, a quienes la Nación recortó fondos y programas que complicaron sus arcas.

Comienza a consolidarse una alianza de mandatarios provinciales de la región centro, todos ellos con pocos meses en la gestión, como Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Martín Llaryora (Córdoba) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe). Representan a tres de los distritos económicos y electorales más importantes.

No fue casual que días atrás coincidieran en el reclamo por los fondos de Anses a la Nación, aunque fue Frigerio el que recurrió a la Corte Suprema contra la gestión de Alberto Fernández. Pero el planteo iría más allá. Sus equipos trabajan juntos en áreas clave como seguridad, salud, desarrollo humano, educación y energía.

Llaryora promueve el partido cordobés, compuesto por el peronismo, la UCR y el PRO provinciales, detrás del cual se desliza una ambición política de nacionalizarlo. Frigerio desde el PRO, se distanció de las disputas internas para concentrarse en la gestión aunque por su alta imagen, hay sectores cerca de Mauricio Macri que quisieran promoverlo como figura nacional. Y Maximiliano Pullaro alimenta la consolidación de ese espacio de la región Centro y en lo nacional es crítico de Milei y mantiene viva su alianza con Martín Lousteau, pese a que el senador y actual presidente del partido -al que no ha logrado conducir- tiene un duro enfrentamiento con la mayor parte de la cúpula de la UCR que integran gobernadores y referentes partidarios.

Paulatinamente, el escenario político empieza a reconfigurarse. A falta de líderes opositores o alternativas de poder como lo fue Juntos por el Cambio, la construcción política de la oposición parece venir de la mano de los gobernadores. Y de un Mauricio Macri que deslizó, entre los suyos, que la Ley Bases fue el último gesto hacia Javier Milei.