sábado, 26 de octubre de 2024 22:36
El IV Encuentro Nacional del Capítulo Argentina del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (COPAJU), celebrado en Tinogasta, Catamarca, cerró este sábado con una contundente defensa del derecho a la protesta, el rechazo a la baja de la edad de punibilidad y el llamado a ejercer una justicia más humanitaria, con la mirada del Papá Francisco como inspiración. Al igual que en la jornada de apertura, estuvo presente el gobernador de la provincia anfitriona, Raúl Jalil.
Con la participación de magistradas y magistrados, defensoras, diputadas y diputados y referentes de la Iglesia Católica, el encuentro propuso debatir y reflexionar sobre temas urgentes y centrales de la realidad argentina.
“El derecho a la protesta y a la huelga, que sería la expresión de esa protesta por parte de la clase trabajadora, son instrumentos esenciales para la protección y la ampliación de los derechos”, afirmó Roberto Carlos Pompa, juez de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y vicecoordinador de la Comisión Directiva del Capítulo Argentina de COPAJU. El magistrado sostuvo que la protesta y la huelga “son una expresión de la democracia y del progreso de los pueblos” y se preguntó qué hubiese pasado si en 1810, en la Semana de Mayo, hubiesen estado la ministra de Justicia, Patricia Bullrich, y su protocolo antipiquetes. Pompa –quien participó de forma virtual– indicó que, en lugar de estimular una normativa represiva, los Estados deben promover un entorno propicio y seguro para la protesta y la huelga. “Como dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cada vez que se confronte un derecho del capital con un derecho social, debe prevalecer el derecho social, porque en él está en juego la dignidad de las personas y la justicia social”, concluyó el camarista.
La camarista tucumana Ana Carolina Cano se preguntó qué se le pide a la justicia. “La sociedad pretende una justicia cercana y la mayoría de las veces no estamos tan cerca. Nos piden transparencia, que mostremos lo que hacemos. Y nos piden humanidad, una consideración de los sujetos vulnerables, de los contextos y de las situaciones de vulnerabilidad”.
El padre Carlos Alberto Accaputo, responsable de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires, señaló que “la soberanía fundamental de un pueblo está dada por su soberanía cultural, y por eso hoy lo que se está cuestionando es la cultura, cambiar los valores que la sostienen, porque así se debilita la conciencia de un pueblo”. En ese punto, sostuvo: “Hay que repensar todo, sí, pero una cosa es repensar y otra es hacer responsables a los pobres de su pobreza. Los pobres son víctimas, no son victimarios”. El padre también advirtió sobre “el vaciamiento del Estado” y recordó que “el Estado no es un mero administrador de la economía de un país, es mucho más, es el garante y el promotor del bien común”. Por último, llamó a recuperar la idea de lo público como aquello que es de todos y alertó sobre la instalación de “un concepto de sociedad darwiniana, de que el futuro es de y para unos pocos, y que los que queden, queden pero como puedan”. Por eso, afirmó: “No podemos admitir que se privatice la vida de la sociedad y de la comunidad”.
Al referirse a “Los desafíos del Estado Social de derecho en Paraguay, ante una mirada franciscana”, el magistrado Camilo Javier Cantero Cabrera, integrante del Capítulo Paraguay de COPAJU, consideró: “El Estado social de derechos enfrenta desafíos significativos, pero con un enfoque franciscano basado en la solidaridad, la justicia y el cuidado del medio ambiente, podemos avanzar hacia un futuro más justo y equitativo”. Por eso, llamó al Paraguay a “adoptar una mirada franciscana”, capaz de “ofrecer un marco ético valioso” que enfatice “la dignidad humana”.
No al punitivismo
En el panel “La protección especial de niñas, niños y adolescentes ante los proyectos de reforma del sistema penal juvenil”, César Raúl Jiménez, juez en lo Correccional y de Menores de Posadas y coordinador de la Comisión Directiva del Capítulo Argentina de COPAJU, se refirió a “oscuras miradas que evalúan la condición de este colectivo –los jóvenes– para enfrentar la temática con perspectiva regresiva, represiva y punitivista”. También habló de “categorizaciones dentro de la población juvenil: las pibas y pibes pobres siguen siendo el eje”. En cuanto a la responsabilidad del Estado, Jiménez fue contundente: “La sociedad que no apuesta a la prevención acaba interviniendo a través de la represión. La prevención no requiere de una compleja ingeniería estatal, sino de políticas coordinadas y eficaces en materia de educación, fortalecimiento familiar, salud, empleo, vivienda, desarrollo urbano, todo fuertemente entrelazado”.
En esa línea, Mario Rodrigo Morabito, juez de la Cámara de Apelaciones de Responsabilidad Penal Juvenil de Catamarca, se preguntó: “¿Es realmente en la Argentina una prioridad bajar la edad de punibilidad? Históricamente, esta idea ha estado asociada a un hecho mediático, pero el gobierno actual lo trae como una bandera política, castigar más a las niñas y los niños”. Morabito señaló que “entre el 2 y el 4 por ciento del delito en general es el delito juvenil, es ínfimo”. Y concluyó: “Entonces, ¿es un flagelo? Evidentemente, no”.
En su conmovedora exposición, Rómulo Rubén Abregú, asesor de Incapaces de Trenque Lauquen y vocal de la Comisión Directiva del Capítulo Argentina de COPAJU, compartió su larga experiencia profesional dentro del sistema penal juvenil y el poder que tiene apelar a un trato más humano y a estrategias de empatía como la música.
Al cerrar el panel, Marisa Graham, defensora nacional de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, comenzó por remarcar que “los problemas de los pibes y pibas son los problemas de las familias argentinas, que son los problemas de nuestro pueblo”, recordando que hay en el país “8.200.000 chicos viviendo en hogares bajo la línea de pobreza y 3.200.000 bajo la línea de pobreza extrema”. En ese contexto, Graham señaló que el proyecto de ley del Poder Ejecutivo para bajar la edad de punibilidad a 13 años “es brutal” y consideró que “no va a salir porque es técnicamente pésimo”, pero advirtió sobre “los proyectos ‘progres’”. Aseguró: “La trampa está ahí, en esos otros dos proyectos que bajan la edad a los 14 años ‘con garantías’. No sé qué garantías, porque no sé qué garantías tienen los adultos frente al sistema penal, si las cárceles están llenas de pobres”.
Al finalizar su intervención, Graham señaló: “El 0,45% de los chicos del país tiene algún contacto con el sistema penal juvenil, quiere decir que el 99,55% no está cometiendo ningún delito. Viven en una casa más o menos pobre, más o menos rica o de clase media. Están jugando, yendo a la escuela. ¿Padecen pobreza e indigencia? Sí. ¿En los números brutales que vimos? Sí. Pero si todos esos chicos estuvieran cometiendo delitos, y encima delitos graves, tendríamos que techar la Argentina y eso no pasa, es mentira, no nos dejemos engañar”.
En el cierre del encuentro, César Raúl Jiménez y el juez Roberto Andrés Gallardo, presidente de COPAJU a nivel panamericano, agradecieron a expositores, moderadores y asistentes, y reiteraron el apoyo recibido por parte del gobierno de Catamarca.
De esta forma concluyeron dos jornadas –25 y 26 de octubre– de intenso intercambio de ideas, donde más de 20 expositoras y expositores, llegados desde distintos puntos del país, expusieron en el cine-teatro Museo del Sabor Catamarqueño, de la ciudad de Tinogasta. La actividad también fue transmitida por el canal de YouTube de COPAJU, donde los vídeos quedaron alojados.