7 de septiembre de 2024 – 01:15
Cristina Fernández de Kirchner se beneficia con la atención que le dispensa Javier Milei, que a su vez estima provechoso identificarla como su principal antagonista por una razón básica: las pasiones que produce la exvicepresidenta son un obstáculo para la articulación de una alternativa capaz de destronarlo.
Por el momento, se especulará, pero debe considerarse que esta característica del liderazgo cristinista, tan intenso en la producción de odios y amores como el del libertario, no es nueva y le impide extenderse más allá de los límites de su facción. De ahí que absolviera a Alberto Fernández y Sergio Massa para conformar el Frente de Todos en 2019, simulación de poder tripartito en el que dos jefes –ella misma y el tigrense- concedieron el ejercicio de la Presidencia a un operador que se mostró incapaz de construir poder propio ni siquiera con todos los resortes de la Casa Rosada a su disposición, el respaldo de la mayor parte de los caciques territoriales ajenos al conurbano bonaerense y ese indicio de su potencial que fue haber conseguido la aprobación del acuerdo con el FMI en el Congreso enfilando a todos los actores en contra del kirchnerismo y la izquierda. Los resultados del experimento eximen de comentarios.
Con astucia proverbial, Cristina asume el oficio de comentarista para desligarse de la catástrofe provocada por su maquiavelismo exacerbado. Sin embargo, sus medulares, obvias e indelegables contribuciones al desastre reducen la eficacia de sus comentarios, cosa que la convierte en la analista más conveniente para Milei.
Sea deliberado o no, la complementariedad del diseño es perfecta: Milei desacredita a la exvicepresidenta, pero al mismo tiempo la afianza en el centro del tablero político. Ayer fue una jornada particularmente ilustrativa de esta dinámica.
Cristina emitió uno de sus sesudos análisis bajo el título “Es la economía bimonetaria, estúpido” y Milei aprovechó para desautorizarla como economista. Ni lerda ni perezoza, Cristina le respondió y el intercambio continuó por redes sociales hasta la tarde, con Milei dedicándole su disertación en la 45° Convención Anual de Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) realizada en Mendoza. “Saludos, Cris, esto va para vos”, comenzó su “clase de economía gratuita”.
Milei empodera a Cristina al elegirla y este hecho se inserta en la interna peronista con mayor nitidez en la medida que la empoderada dedicó un importante fragmento de su proclama a cuestionar al peronismo que “se torció” y “se desordenó” en la gestión de Alberto Fernández. Seguramente este criterio es compartido por la mayoría de la población, pero es notorio cómo la exvicepresidente denosta la gestión anterior como si no hubiera tenido nada que ver con ella. Incluso si se omite que fue ella quien encumbró a Fernández, desde julio de 2022 el control de la Presidencia fue tomado por Sergio Massa, que se hizo del Ministerio de Economía tras una tarea de esmerilamiento de la gestión de Martín Guzmán ejecutada por el ultracristinismo. Es decir: la mitad del mandato peronista fue comandado por el cristinismo en sintonía con Massa después de deshacerse de Fernández, instrumento inservible. Y Massa, ya candidato a Presidente, llevó los desatinos económicos al paroxismo, con más empeño después de que Milei ganó las PASO.
Es otro de los favores que el peronismo debe agradecer a la señora: Milei contó para coronar su triunfo en las primarias con el respaldo de Massa y los cristinistas, que lo utilizaban como cuña para partirle el voto de Juntos por el Cambio. Lástima que el tipo se les desmarcó y se quedó con la victoria final, apoyado por Mauricio Macri. Es interesante: Milei, el outsider, no ganó sin aparato, como se dice, sino con los aparatos de los aprendices de brujo que lo suponían peón de sus estrategias.
Habrá que ver cómo sigue el juego del Presidente. Por lo pronto, a Macri le capturó el electorado y a Cristina la distingue confrontándola para facilitarle la tarea de tener al peronismo como rehén.