«Hace más de 7 años desde que viví en mi colegio el momento más traumático de mi vida. No lo pude olvidar por más que lo intentara durante toda mi adolescencia. Tardé años en poder salir del armario y sentirme a gusto con mi vida. Impedir borrar ese recuerdo es el principal objetivo del profesor que me provocó el trauma a los 11 años, edad a la que él interviene en sus alumnos ‘desviados’. Este docente intentó realizarme una de sus terapias de conversión en el propio centro escolar al que iba, en horario lectivo, por sentirme atraído por una persona de mi mismo sexo».
Es el testimonio de Hugo, de 22 años. Él es uno de los cinco exalumnos del centro Madre Josefa Campos de la localidad valenciana de Alaquàs, que ha denunciado a Inspección Educativa las terapias de conversión que su profesor F. M, supuestamente aplicaba sobre los estudiantes homosexuales. Uno de los testimonios, que prefiere mantenerse en el anonimato, es muy reciente y asegura que el docente le llegó a ofrecer una pastilla «para curar la homosexualidad».
Hugo, David, y otros tres chicos han decidido romper el silencio en varias entrevistas a Levante-EMV, del mismo grupo editorial que este periódico, para contar cómo este docente captaba a jóvenes en clase a partir de los 11 años para «recibir estas sesiones ilegales». Son chicos jóvenes de hasta 27 años.
El caso de Hugo sirve para ejemplificar el ‘modus operandi’ de F. durante más de una década, según la denuncia interpuesta en inspección educativa. Fue en primero de ESO: «Tras verme en actitud cariñosa con una persona de mi mismo sexo, el profesor (que aprovechó ser el tutor para sacarme de clase) me llevó a una zona donde pasaba poca gente para realizarme preguntas incómodas sobre mi sexualidad sin mi permiso ni el de mis padres. Duró más de 10 minutos, pero recuerdo segundos». «¿A tí te gustan los chicos? A lo que respondí: ‘No’. No era una respuesta sincera, me sentía inseguro y vulnerable por la situación que estaba viviendo. Él me hablaba de una manera que me hacía sentir culpable de lo que había hecho. Me estaba riñendo por ser cariñoso con un chico, a pesar de que ni yo sabía cuál era mi orientación sexual. Era como sí, por hacer lo que había hecho, mereciera que me dieran un toque de atención».
El centro desconocía la situación
El equipo directivo del centro asegura en un comunicado que «desconocía hasta el momento los supuestos hechos publicados» y ha anunciado que, si se confirman, se abrirá expediente al docente y denuncia a los juzgados. El centro Madre Josefa Campos reafirma su compromiso «con la igualdad real y efectiva y en el cumplimiento de los derechos y la igualdad de trato de las personas LGTBI». Este diario ha intentado ponerse en contacto con el docente por varias vías pero no ha recibido respuesta.
Las terapias
F., según cuentan las víctimas, era un profesor cercano que se mostraba confiable con sus alumnos, y aprovechaba las tutorías para realizar estos interrogatorios. «Después de mi respuesta, siguió: ‘Pero tú de mayor quieres tener novia, ¿verdad? Yo asentí inundado de miedo», cosa que libró a Hugo (en ese momento) de lo que se explica a continuación a través de varios testimonios recogidos en entrevistas.
«Tenía 11 años y no sabía pedir ayuda. Sentía vergüenza de mi sexualidad y acabé odiándome a mí mismo»
En el caso de contestar «no», se iniciaba un proceso «pensado para transformar o eliminar la identidad de género y orientación sexual de la víctima», critica. Tras esas preguntas, F.M solía explicar «cómo Jesucristo no aceptaba la homosexualidad» y también realizaba al alumno actividades con estos fines: «charlas semanales sobre la ‘masculinidad correcta’ y los traumas infantiles que ocasionaban tu ‘desvío’, power points y libros de ejercicios en los que se apoyaba e incluso recetas de medicamentos para tratar el problema de la víctima». Todo esto coincide en varios testimonios de exalumnos de distintos años recopilados por este diario. Las prácticas eran en privado y sin el permiso de los padres. Los estudiantes aseguran que en la actualidad F. continúa realizando estas prácticas, tanto con chicos como con chicas.
Hugo sigue, a día de hoy, en terapia psicológica por los daños que le provocó aquello. «Tenía 11 años, el miedo se apoderó de mí y no teníamos educación sexual. No sabía cómo pedir ayuda. Por eso la solución que pensé fue ocultar lo que me había pasado durante toda mi adolescencia. Sentía vergüenza de mi sexualidad y terminé odiándome a mi mismo«, recuerda.
Niños fútbol y niñas muñecas
Según explican los jóvenes, F.M ha comentado «de manera reiterada» a los padres de las víctimas cómo educar a sus hijos, lo que ha llevado a algunos enfados en los progenitores. Les aconsejaba, en el caso de tener hijos varones homosexuales, que jugaran al fútbol o que la madre les ignorara en sus casas para que la figura paterna estuviera más presente.
«Me hizo leer un libro de terapias de conversión y me dijo que era un medicamento para la gente como yo»
Otro de los jóvenes vivió una situación similar incluso antes, en Primaria, cuando una docente pidió a los alumnos traer un juguete y el joven decidió llevar a clase una Barbie. «Les dijeron que me apuntaran a fútbol. Mi madre se enfadó muchísimo, pero tampoco hizo nada por quitarme del colegio porque no quería separarme de mis amigos. No me dijo nada, me dejó que jugara, de esto me enteré ya más mayor, en la ESO», cuenta.
«Me metió en una clase y me dijo ‘lee la primera página de esto por favor’. Era un fragmento de un libro sobre terapias de reconversión en un power point. Le pregunté qué era eso y me contestó que ‘un medicamento para la gente como yo. Después intentó darme unas pastillas, no sé qué eran. En ese momento me levanté y me fui de clase», cuenta una víctima reciente.