Las aguas que rodean la isla de Annobón son tan profundas que las ballenas se acercan a pocos metros de distancia de las playas. La tradición manda que, cada siete años, los annoboneses pesquen una con arpones artesanales. A principios del siglo pasado, los balleneros españoles cazaban en las costas de esta provincia de la actual Guinea Ecuatorial hasta medio millar de ejemplares. Pero, desde la independencia de la excolonia española y el ascenso al poder del autócrata Teodoro Obiang, esta isla paradisíaca de clima agradable (20-30ºC) y donde el español es la lengua oficial vive inmersa en la pobreza, el aislamiento y la represión, denuncia la diáspora. El régimen de Obiang, el segundo autócrata más longevo de África, y de su hijo Teodorín ha convertido a Annobón en una pesadilla, según las denuncias de la oposición.
En su relato hablan de la detención y desaparición de opositores, alegaciones de violaciones de mujeres y niñas de la isla por parte de los soldados del régimen y cocodrilos que aparecen de forma inesperada como especies invasoras.
Annobón («Año bueno» en portugués) está presidida por una montaña con un enorme lago en lo que antes era un cráter de origen volcánico. La isla ocupa un territorio muy pequeño, de tres kilómetros de ancho por cinco de largo. Y muy aislado, a 350 kilómetros de tierra firme. Tiene una pista de aterrizaje y un puerto de reciente construcción, dos playas de arena dorada que desaparecen cuando suben las mareas y tres pequeñas poblaciones (la capital San Antonio de Palé, Aual y Mábana) donde viven ahora no más de 2.000 personas, según las fuentes consultadas. La mayoría de los annoboneses (unos 20.000) se han marchado al resto de Guinea Ecuatorial o a la diáspora en el extranjero.
“Soy Orlando Cartagena, un annobonés más”, se presenta el “primer ministro” de la autoproclamada República de Annobón en conversación telefónica con este diario. Vive en el exilio en Valencia desde un alzamiento fallido contra el control ecuatoguineano hace tres décadas. Salió del país tras ser detenido y torturado, según su relato. “La isla de Annobón lleva décadas de opresión por parte de Guinea Ecuatorial. Está sometida a un régimen de agresiones constantes de los militares que han mandado los Obiang a la isla. Los soldados violan a las mujeres en los campos. Secuestran niñas tan pequeñas como 12 años y se las llevan a su campamento para abusar de ellas, y nos las devuelven destrozadas. Muchas vuelven embarazadas”, asegura.
Dicen haber llevado el caso ante Naciones Unidas. Grupos de mujeres annobonesas se han manifestado por las calles de Madrid para pedir ayuda, enarbolando pancartas con la lista de nombres de presuntos perpetradores de los abusos.
Independencia, alzamiento y represión
La Isla de Annobón entró a formar parte del imperio español en 1778 tras un intercambio de territorios con Portugal en el Tratado de El Pardo. Fue, primero, parada para el comercio de esclavos con Brasil, hasta su prohibición a finales del siglo XIX. Luego, puerto ballenero.
En 1968, el dictador Francisco Franco concedió la independencia a Guinea Ecuatorial, y eso incluía la Isla de Annobón como una de las provincias del país. El poder se lo entregaron a los miembros de la etnia fang, dominantes en la parte continental del país. Francisco Macías Nguema dirigió la isla con mano de hierro hasta ser depuesto en un golpe de Estado por su propio sobrino y jefe de prisiones: Teodoro Obiang Nguema, que desde 1979 controla el país y que se prepara para transferir el poder a su hijo y vicepresidente “Teodorín” Nguema Obiang.
En 1993, un grupo de jóvenes estudiantes annoboneses se alzó contra el control ecuatoguineano. “Nos oprimían, no enviaban comida, no nos permitían entrar en el ejército ni podíamos acceder a una beca de estudios”, explica Orlando Cartagena. “Protagonicé con otros compañeros una manifestación contra el Gobierno. Al día siguiente, llegó un barco con 300 efectivos militares. Hicieron todo tipo de barbaridades: violaron a mujeres y a niñas, quemaron la casa de mi madre… Asesinaron a dos de mis compañeros a balazos. Yo estoy vivo de milagro. Noté el calor de las balas pasando delante de mi cara. Me buscaban a mí y me tuve que entregar. Me torturaron. Me colgaron de un árbol y se pusieron a saltar encima de mi espalda hasta que perdí el conocimiento. Me arrancaron las uñas con un trozo de hierro”. Tras un tiempo en la cárcel, Obiang le indultó y Cartagena huyó a España. Desde entonces ha podido regresar a la isla en varias ocasiones.
Ahora ya no puede ir. El 9 de julio de 2022, un grupo de annoboneses se dieron cita en España y proclamaron la independencia unilateral de la isla de Annobón “como única y última alternativa para salir de la tiranía de Obiang y de la miseria imperante en su territorio”. Contaban con el apoyo del Vidjil, una suerte de Parlamento formado por el Consejo de Ancianos de Annobón, que es el que siempre ha tomado las decisiones en la isla. Nombraron a Cartagena como primer ministro y a Pa Nando Bahê como presidente. Ningún país les ha reconocido. Han recibido apoyo moral de grupos independentistas catalanes.
Cocodrilos, una carta y la represión
En Annobón se cultivan bananas, yuca y otras frutas. No hay pan, galletas, leche ni productos derivados. Se vive de lo que da la tierra. Un barco llega una vez al año y los emigrados mandan en él algunos víveres, como arroz. Tampoco hay animales salvajes, salvo pájaros, ratones, gatos y gallinas salvajes de Guinea.
“Hay unos pocos annoboneses, unas decenas, que se enfadan y siempre dicen mentiras. Nosotros estamos contratados por el Estado para hacer el trabajo que nos piden”, afirma el presidente de Somagec, Roger Sahyoun. «Somagec está de 2007 en esta isla haciendo lo mejor que puedes para dar buenas condiciones de vida a los Annobones»
Pero la queja principal tiene que ver con las explosiones de dinamita que lleva a cabo la empresa. El pasado mes de julio, 19 ciudadanos de la isla de Annobón firmaron una carta que enviaron a Teodoro Obiang. Le pedían que se detuvieran las explosiones que está llevando a cabo la empresa Somagec “para sus actividades extractivas” y que se cambiara de ubicación la cantera, porque estaban dañando las zonas forestales y las casas y perjudicaban las zonas agrícolas y, con ello, la escasa seguridad alimentaria de la población. “Las consecuencias ambientales son nefastas y alarmantes: hemos presenciado la pérdida de tierras cultivables, inundaciones repentinas, pérdida de los cauces naturales de los ríos y un inminente peligro para el lago Mazafín de la isla como sostén del cráter volcánico la inestabilidad de las rocas provocadas por las explosiones. Nuestras viviendas están en riesgo constante de derrumbe, y la calidad de vida de nuestros ciudadanos se deteriora. Por eso suplicamos a su excelencia que sea atendida nuestra petición, ya que la voz del pueblo es la voz de Dios”.
La empresa Somagec en Annobón
Roger Sahyoun es un empresario marroquí de origen palestino, fundador y presidente de la Sociedad del Magreb para la Ingeniería Civil, Somagec. Se ha hecho rico gracias a la construcción de grandes proyectos de infraestructuras. Tanto en Marruecos (los puertos de Tánger Med o el de Dajla en el Sáhara Occidental) como en varios países del África occidental.
Destacan sus negocios en Guinea Ecuatorial. Allí, su filial SomagecGE ha realizado ya o lleva a cabo proyectos por valor de cerca de 2.000 millones de euros y 2.500 trabajadores, según su página web. El Gobierno le ha adjudicado, entre otros, la construcción de carreteras y la terminal de mercancías del puerto de la capital, Malabo, o una gran depuradora y la extensión del puerto de la ciudad más poblada del país, Bata. Pero los trabajos que le están trayendo más dolores de cabeza son los de la pequeña isla de Annobón. Allí construyó el puerto y prolongó la pista de aterrizaje para que pudieran aterrizar aviones de propulsión, un contrato de 200 millones de euros. Ha levantado también un pequeño hospital. Los comienzos fueron muy difíciles.
“La isla está rodeada de aguas muy profundas. Eso complica mucho las obras de construcción. El primer barco que enviamos con material en 2007 se hundió”, explica por teléfono Sahyoun a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Murieron al menos 13 personas, y pudieron ser hasta 49, según las fuentes. No fue el único accidente mortal. Un año después, un avión se salió de la pequeña pista de aterrizaje de la isla, que entonces tenía tan solo 1.200 metros, y se precipitó por un pequeño acantilado. Todos sus pasajeros perdieron la vida, 30 personas, en su mayoría miembros del partido gubernamental. Obiang ordenó prolongar la pista. Ahí entró SomagecGE.
Aquél proyecto se inauguró en 2010, junto a la terminal de pasajeros y la torre de control. ¿A qué se dedica ahora la compañía?
“La empresa no hace nada de nada. Llevan a cabo explosiones con dinamita para extraer minerales para el régimen”, acusa Cartagena. “No sabemos qué se están llevando, entre otras cosas porque a los pocos annoboneses que trabajan en la empresa les hacen terminar el turno a las dos de la tarde., aunque luego siguen operando. Luego llega el barco y llenan camiones y camiones de piedra”. Annobón lleva sin un avión civil desde hace 6 años, asegura, salvo visitas esporádicas de aviones militares del régimen.
Y minimiza el número de los que protestan. “Hay unos pocos, unas decenas, que se enfadan y siempre dicen mentiras. Nosotros estamos contratados por el Estado para hacer el trabajo que nos piden. No entramos en política. Nuestro deber es hacer las obras lo mejor posible. Si tienen quejas, que se las transmitan al Gobierno. No podemos mezclar política y negocios”, defiende Sahyoun. Asegura que el régimen de los Obiang “tiene problemas para pagar” últimamente porque “no tiene dinero” y que muchas empresas se han marchado del país, pero que ellos han decidido seguir trabajando con el Gobierno.
Sobre los problemas con las explosiones, el empresario recuerda que se ha abierto una cantera para hacer el puerto y el aeropuerto. Había que usarla para sacar los materiales para hacer las carreteras. “Han levantado casas chapuceras pegadas a la cantera y dicen que van a cultivar ahí. Son gente muy pobre. Yo les digo: si tienen problemas políticos, no me metan. O cojo todo y me voy de aquí”, zanja el constructor.