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España, ante los veranos asfixiantes del futuro: «Puede que los turistas prefieran quedarse en su casa»

«Bournemouth está experimentando un ‘boom’ turístico debido a la prolongada racha de temperaturas récord. La demanda en hoteles y restaurantes ha aumentado un 40%. Según explica un hotelero, los huéspedes están empezando a levantarse temprano y reservar hamacas junto a la piscina como en los hoteles españoles». La noticia, publicada en un periódico local es de 2018. Desde entonces, el turismo en esta ciudad del sur de Inglaterra no ha parado de crecer: si por aquel entonces recibía unos siete millones anuales, ya se mueve en cifras cercanas a los doce millones de visitantes.

Aunque de primeras no lo parezca, son datos que afectan a España. Reino Unido es el país que más turistas nos envía cada año, 15 millones en 2022. «Los ingleses ya tienen el calor en sus playas. En Bornemouth hay desarrollo turístico y se promueve el ‘staycation’: quedarse de vacaciones en tu país», advierte Joantxo Llantada, experto en marketing turístico y técnico en la Agencia Valenciana de Turismo. «Hace años trabajé promoviendo el Irish Open de golf y no llegaban a 17 grados en verano. Ahora, la temperatura es más alta y cada vez se va menos gente. Nuestro modelo turístico se verá afectado por varias circunstancias: el nivel del mar, la reducción del consumo de agua… No es solo la temperatura. Cambia la forma de entender el turismo».

Un niño se refresca en una fuente en Sevilla. EUROPA PRESS

Esta observación contrasta con el sentimiento general del sector, que después de la pandemia y ante las previsiones optimistas para este verano no quiere ni oír hablar de nuevos problemas. Nuestro país podría batir este año el récord de 83,7 millones de turistas que alcanzó en 2019, además de incrementar notablemente los ingresos hasta los 79.000 millones de euros, según estima el sector. Y, sin embargo, varias dudas lógicas sobrevuelan al motor de la economía patria. ¿Habrá agua para todos? Si este abril las temperaturas ya han sido propias de julio, ¿cuánto tardarán los visitantes en buscar destinos más confortables? ¿Está amenazado el modelo sol y playa del litoral español?

«Yo estoy convencido de que este año va a ser el punto de inflexión», continúa Llantada. «Hay zonas de Andalucía con los pantanos al 15% y estamos en mayo. Va a haber que empezar a cuestionar si queremos el agua para los ciudadanos, la agricultura o los turistas«. Según diversos datos del sector, un turista de lujo puede consumir hasta cuatro veces más agua diaria que un habitante local. Cada español consume una media de 133 litros al día.

«La pandemia ha sido dramática. Ahora que parece que hay buenas perspectivas no queremos empezar a alarmarnos pensando en lo que pasará dentro de cinco, diez o quince años«, valora Fabián González, analista para el mercado español de la consultora turística Phocuswright. «Aunque el tema está empezando a sonar por la sequía. Hay una realidad de la que no podemos escapar: el 75% de los turistas internacionales que viene a España lo hacen por motivos de sol y playa. Si empeoran las condiciones climatológicas de este recurso, nos vamos a ver muy afectados«.

Sin previsiones propias

Varios estudios han tratado de predecir en el pasado cuántos turistas podría perder España a medida que suban las temperaturas. El problema es que son antiguos —de la primera década de los 2000— y algunos escenarios se han adelantado. El Ministerio de Transición Ecológica recoge en un informe de 2016 estas predicciones, que en general apuntan al fin de la temporada alta en verano. La única investigación que pone cifras es de 2007 y considera que, en 2080, España habrá perdido un 20% de turistas con respecto 2004: esto es, que vendrán unos 43 millones de turistas, aproximadamente la mitad que ahora.

«Este impacto», resume el MITECO, «sería menor en el norte y en Baleares. Y aunque el turismo aumentaría en primavera y otoño, no compensaría la pérdida de turistas estivales».

Este año ha habido temperaturas de julio en abril. EPC

«La relación entre turismo y cambio climático empezó a estudiarse con fuerza entre finales de los 90 y principios de los 2000. Hasta entonces había estado fuera de los principales estudios, porque es más un fenómeno sociológico que natural. A finales de la primera década de los 2000 los países solicitaban incluir material sobre cambio climático en su formación turística», explica el investigador en cambio climático y turismo Álvaro Moreno, autor de varios de esos estudios. «Pero con la crisis financiera se cayó de la agenda internacional. Ha sido recientemente cuando ha vuelto a estar presente».

Moreno, que en su doctorado estudió el impacto del cambio climático en el turismo costero de Europa, abunda en la tesis de los cambios de flujos de turistas. «El mar Mediterráneo perderá confort en los meses de verano. Pero el mayor impacto podría venir de otros factores, como la disponibilidad de agua y la mejora de condiciones en los países del norte de Europa», dice. «No es tanto que la costa vaya a ser un infierno como que los turistas prefieran quedarse en su casa».

Una agencia de seguros de viaje de Reino Unido, Insure and go, publicó una encuesta a principios de este año en la que la mayoría de los participantes (67%) dijo que pensaba cambiar sus planes vacacionales debido al calor: un 44% pensaba en viajar en otro momento (primavera u otoño) y un 24% en cambiar el destino para evitar temperaturas asfixiantes: a Escandinavia, países del norte de Europa, Irlanda o Canadá.

Exceltur, el principal lobby turístico de España, asegura no manejar ninguna cifra a este respecto y ha rechazado participar en este reportaje. En su último informe de coyuntura turística apunta a varios riesgos que podrían «ralentizar la actividad turística» este año: habla del coste de la energía, de la escasez de personal especializado, de la inflación, de la «fortaleza» de los competidores Turquía y Egipto e incluso del «hastío y desencanto ciudadano» con el turismo. Pero ni rastro de la sequía o de las elevadas temperaturas.

«Supongo que el sector no lo querrá ver. También es cierto que no es algo que puedas cambiar de un año a otro. El cambio climático depende de la cooperación entre países y de acuerdos internacionales, no puedes reaccionar de manera inmediata», sostiene Marina Díez, economista en la consultora medioambiental británica Ricardo Consulting. «Ya hay agencias de viajes británicas que dicen que España no es el mejor destino turístico, pero la industria turística española no puede lanzar un mensaje de alarma y decir: no vengas porque hace mucho calor».

Temporadas más largas y en el norte

Tradicionalmente, continúa Díez, las estrategias de lucha contra el cambio climático se han centrado en la mitigación: en que el mundo está aún a punto de cambiar la tendencia. «Pero se está girando hacia la adaptación, hacia cómo nos preparamos para el clima del futuro. A nivel ciudad, sabemos que se pueden plantar árboles, desincentivar el uso del coche, hacer casas con mejor aislamiento… Y a nivel turismo, puedes preparar las instalaciones», dice. «Yo pienso bastante en los bares y hoteles y en cómo va a afectar a los trabajadores. Hay estudios que miden cómo afecta el cambio climático a la productividad en distintos sectores. El sector servicios se queja de que no encuentra camareros, pero en el futuro va a tener que hacer turnos más cortos y poner más aire acondicionado».

Tanto los informes recogidos por el MITECO como los expertos consultados dan varios motivos para el optimismo (al menos, económico). Apuntan, por un lado, a la posibilidad de alargar la temporada y de que el norte se vea beneficiado. Por otro, al avance de la tecnología (desaladoras, aguas depuradas) para afrontar las sequías. Y recuerdan, por último, que ya hay municipios y comunidades adaptándose, ya sea mejorando la eficiencia energética de sus infraestructuras o diversificando la oferta turística. Un ejemplo es Benidorm, que en 2022 aprobó su plan de adaptación ante el cambio climático y que ya entonces reconocía como «oportunidad» la posibilidad de ampliar la temporada de playa a los meses de otoño e invierno.

Jorge Olcina es catedrático de análisis geográfico en la Universidad de Alicante, investigador de clima y ordenación del territorio y el más optimista de cuantos hemos consultado. «Yo no veo problema con este tema. Al contrario», avanza a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica. «Estas estimaciones suelen hacerse desde la economía. Creo que se prolongará la temporada turística de mayo a octubre. Zonas turísticas como Benidorm llevan años trabajando en esto, haciendo la ciudad más verde y sombreada y los edificios más eficientes. También invierten en hoteles para que ahorren agua. En la Comunidad Valenciana, antes de la pandemia se organizaron seminarios y se dieron ayudas para mejorar la eficiencia de las instalaciones hoteleras. Si me preguntaras por la agricultura te diría que está la cosa negra, porque están más expuestos y no se ve el empuje de las patronales, al contrario: solo piden más agua. Pero el turismo, como la industria automovilística pasándose a los coches eléctricos, sí que está por la labor».