Pasaron los años de calma, aunque fuera relativa, en el Este de Europa. Hoy, el despliegue disuasorio de la OTAN frente a Rusia es una media luna de más de 3.000 kilómetros que, además de los grupos navales, distribuye patrullas aéreas, unidades acorazadas, artillería e infantería de los países miembros desde una punta norte en Estonia hasta la costa búlgara del Mar Negro, mirando al sur, a Estambul.
Todo ese flanco Este europeo de la Alianza Atlántica recoge la Presencia Avanzada Reforzada, que hoy suma 30.000 soldados, pero que en 10 días podrían superar el cuarto de millón si la situación lo precisara. En sus papeles fundacionales de este despliegue, la OTAN advierte en Rusia “un patrón de acciones agresivas contra sus vecinos”. El Este de Europa se blinda ante el Kremlin desde la cumbre de Madrid de 2022. Y forma parte de esa paulatina acumulación de fuerza el plan español de incrementar con helicópteros de combate Tigre la seguridad de la brigada OTAN que lidera el Ejército en Eslovaquia.
En un inicio serán dos los aparatos que se desplieguen en el pequeño país que hace frontera con Ucrania. Además se enviará otro helicóptero, un NH90 para patrulla y transporte de tropas.
Enlace con Bétera
Dos tigres es la previsión que se maneja en la hasta ahora calmada base aérea eslovaca de Kucyńa, En una explanada de terreno, las máquinas excavadoras han arrancado la hierba y han allanado la tierra que, en breve, debe recibir una capa de hormigón. Se construirán encima hangares, una pista y una zona residencial para los militares de los helicópteros que se enviarán en el futuro, pero también para los especialistas en transmisiones, los ingenieros, los logistas y los ejecutivos militares integrantes del Cuartel de Alta Disponibilidad de Bétera (Valencia) que actualmente forman la materia gris, sobre el terreno, del despliegue OTAN en Eslovaquia.
«Somos 33 neuronas», dice el coronel Gustavo Paredes Lobo, el jefe de este grupo avanzad en la base de Kuchyńa que sirve de enlace entre el músculo de la Brigada Paracaidista, los carros Leopard portugueses y los blindados eslovenos y checos de la Task Force Slovakia desplegados en los montes de Lest y el cerebro que vigila y coordina la seguridad mirando a Eslovaquia y Hungría desde el cuartel de Bétera.
El tiki-taka
La costa valenciana queda a 2.200 kilómetros detrás de las pistas de despegue y aterrizaje de Kuchyńa, y el frente del Donbás está a 1.900 kilómetros por delante, pero la onda expansiva de la guerra encendida por la invasión rusa se deja sentir en la vieja base, que en su día albergó los cazas Mig 29 de un ala de la defensa aérea checoslovaca. Ahora empiezan a llegar allí los F16 americanos con que Eslovaquia moderniza su fuerza aérea, después de que el país, de hecho, haya cedido la práctica totalidad de su aviación de ataque soviética a la Invadida Ucrania.
En noviembre de 2023, cuando obtuvo el plácet de la OTAN para ser el país organizador de esta brigada -de la que informó en exclusiva este diario- España asumió el liderazgo militar multinacional más amplio que ha tenido desde la batalla de Lepanto: en la flexible estructura de la Alianza atlántica, si se generalizara la guerra -eso que el eufemismo militar llama “alta intensidad”– lo que de momento es solo un enseñar los dientes crecería hasta una brigada OTAN de 60.000 soldados de múltiples cuerpos y naciones.
Rusia mirando
Dos coroneles mandan las fuerzas españolas sobre el terreno. En Kuchyńa, Paredes, del cuerpo de Transmisiones; en los montes de Lest, el paracaidista Francisco Calvo. Ambos convergen al referir a EL PERIÓDICO que la acogida que está teniendo el contingente militar español es “cálida y generosa”, dice Paredes, “excelente” según Calvo.
Hablan los dos con los pies en una tierra que gobierna el SMER, partido dizque socialdemócrata cuyo líder, Robert Fico, el primer ministro, no oculta su inclinación prorrusa.
Pero en este punto de Europa una cosa son las declaraciones y otra las acciones. Los paracaidistas españoles, máxima representación armada de la OTAN en el país, fueron invitados por el gobierno de Fico a desfilar entre las tropas eslovacas el 29 de agosto, segunda fiesta nacional.
En julio pasado, los medios rusos recogieron la noticia del despliegue español poniéndola en un contexto más amplio, con otras noticias, sobre el Este europeo. Por ejemplo, que el arranque de la Brigada OTAN que lidera España sepproducía al día siguiente de haber enviado Estados Unidos secciones de carros de combate Abrams a territorio polaco, o recordando, tras los párrafos dedicados a la brigada en Eslovaquia, que Vladimir Putin suele repetir que Rusia no es una amenaza para Europa.
Defenderse de eso es también parte del trabajo de los 33 de Kuchyña. Nada en las calmadas calles de la base, entre barracones que parecen casitas rurales, permite aventurar que la guerra más letal del momento se libra al otro lado de la frontera. Un joven gato blanco y negro sestea al sol. Los soldados españoles le han adoptado como mascota. Le llaman Converse. “Es que tiene las patas blancas, como si llevara zapatillas”, explica un joven capitán granadino tras saludar al gato pasar.
La calma es engañosa. Aquí se trabaja febrilmente en la transmisión de información a Valencia para la planificación de cualquier circunstancia, diseño de adiestramientos de tropa multinacional, entrenamiento ante los ojos de Putin, “Nuestra ventaja es la mente -dice Paredes- No paramos de pensar en cualquier escenario”.
Como su compañero Calvo, no habla Paredes del fin de la misión: Task Force Slovakia no tiene fecha de terminación. Puede que todo el gran despliegue de la OTAN en Europa del Este se convierta en una moneda de cambio en el futuro, cuando llegue el alto el fuego a Ucrania y, en una mesa de negociación, Putin exija menos OTAN en su frontera. Calvo, en Lest, solo sabe que «estaremos aquí mientras sea necesario y no se nos ordene volver». Paredes no se plantea ese escenario de negociación: “Eso es un futurible que no está en nuestro esquema -dice-. Aquí no hacemos esos pensamientos: nos dedicamos a otra cosa”.