El Gobierno aprobó hace unos meses el nuevo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), la gran hoja de ruta para todo este siglo que establece cuándo cerrarán todas las centrales nucleares, cómo se gestionarán sus desechos radiactivos y también cuál será la factura milmillonaria de desmantelar todos los reactores y construir los almacenes nucleares necesarios para guardar los residuos.
El nuevo Plan confirma el cierre escalonado de todas las centrales entre 2027 y 2035 hasta el apagón nuclear total y anticipa la complicada y larga tarea de ejecutar el desmontaje de todos los reactores solapándose unos con otros. La sociedad pública Enresa es la encargada de gestionar los residuos radiactivos y de ejecutar el desmantelamiento de las plantas. La empresa ya se ha encargado del desmontaje de la central de Zorita (Guadalajara), de hibernar bajo un gran sarcófago de hormigón el reactor accidentado de Vandellós I (Tarragona), y ha iniciado los trabajos para desmantelar Garoña (Burgos).
Ahora ya ha empezado a preparar la clausura de los dos reactores de Almaraz (Cáceres), previstas para 2027 y 2028, y luego se tendrá que encargar del enorme trabajo de desmontar las otras cuatro centrales restantes. Y para atender parte de esos trabajos Enresa va a poder hacer uso de una novedosa instalación para tratar los residuos radiactivos in situ y que va a poder trasladar de una a otra central mientras duren los trabajos en cada uno de los emplazamientos.
Transportarlo por partes de una central a otra
España trabaja en la construcción de un nuevo ‘superlaboratorio’ para poder tratar los miles de toneladas de los residuos de media y baja radiactividad procedentes de las centrales nucleares. Una instalación de dos plantas que será desmontable por partes y que será portátil para poder transportarse por módulos para llevarlo de una planta nuclear a otra.
El laboratorio contará con varios módulos con las medidas propias de los contenedores de transporte de mercancías, que se pueden montar y desmontar de manera flexible, que estén interconectados entre sí y que sean totalmente estancos para evitar eventuales fugas y garantizar el blindaje radiológico. La idea original es contar con seis módulos con unas dimensiones estándar propias de los contenedores de transporte de 40 pies (12,2 metros de largo, 2,4 metros de ancho x 2,6 metros de alto).
Las sociedades públicas Enusa (encargada de fabricar y comercializar combustible nuclear) y Ensa (centrada en la construcción de contenedores para residuos radiactivos) se han unido para hacer realidad el proyecto. Ambas compañías acaban de sacar a concurso público la contratación de una ingeniería para elaborar el proyecto de construcción de la instalación portátil de gestión de residuos radiactivos.
Tratar los residuos in situ
El laboratorio portátil servirá para “gestionar y reacondicionar los residuos actualmente almacenados en cada central”, mediante “diferentes procesos tales como segregación, trituración, compactación, corte, descontaminación u otros similares”, con el objetivo de permitir la clasificación de los residuos, reducir su volumen y acondicionarlos para poder trasladarlos finalmente al almacén de residuos de baja y media radioactividad de El Cabril (Córdoba), gestionado por Enresa, según consta en la documentación oficial sobre el proyecto.
Enusa y Ensa ya han desarrollado un diseño básico de la instalación y se está en proceso de obtener la apreciación favorable del diseño por parte del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), pero ahora necesitan desarrollar el proyecto construcción en profundidad. Y por eso buscan una consultora de ingeniería que se encargue de detallar cómo ejecutar el diseño y construcción de la instalación, cómo asegurar la estanqueidad entre los módulos al ser desmontables, cómo desarrollar todos los sistemas de protección radiológica, así como determinar un presupuesto base de lo que costará su construcción y los plazos para ejecutarlo todo.