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Parejas de lesbianas que viajan a Barcelona para inseminarse y luego sus países no las reconocen como madres

“Queríamos ser madres a pesar de todos los obstáculos con los que sabíamos que nos íbamos a encontrar”, afirma, convencida, Sonia, que viajó con su pareja desde Milán a una clínica de reproducción asistida en Barcelona. Para ella y Federica, cruzar la frontera fue el único camino posible para formar una familia juntas, aunque, por desgracia, a ojos de la legislación italiana, Sonia es la única madre de Beatrice y Leo.

La medicina de reproducción asistida española y su legislación permisiva atraen a una gran afluencia de pacientes extranjeros

En Italia, las parejas del mismo sexo y las mujeres solteras no tienen acceso a la medicina reproductiva, por lo que muchas optan por venir a España. Sin embargo, para las italianas, la odisea no termina aquí. Recientemente, el Gobierno ultraderechista de Giorgia Meloni ha asfixiado aún más los derechos del colectivo LGTBI y ha exigido a los ayuntamientos italianos que no inscriban en el registro civil a los hijos de parejas homosexuales.

Adoptar para ser reconocida

Hace dos años, antes de que naciera su primera hija, Beatrice, Sonia y Federica ya empezaron a moverse para que el Gobierno italiano las reconociera a ambas como madres. “Pedimos el reconocimiento de Federica, pero nos lo denegaron, por lo que iniciamos un proceso de adopción, que es mucho más largo, y requiere visitas y controles de asistentes sociales”, explica Sonia. La pareja espera conocer la decisión del juez en junio y, a pesar de que los asistentes sociales confían en un desenlace favorable, Sonia reconoce que le preocupa que las medidas de Meloni “puedan afectar la sentencia del juez”. 

La adopción también fue la solución para Maša. Ella y su pareja, Klara, condujeron desde Liubliana hacia el país vecino, Austria, con el deseo de tener un hijo juntas. Desde 2022, Eslovenia reconoce el matrimonio igualitario y permite a las parejas del mismo sexo adoptar a niños -a diferencia de la mayoría de los países de Europa del Este-, por lo que Maša logró adoptar legalmente a su hijo, Oliver. Sin embargo, “sigue habiendo otra ley aparte que solo permite el acceso a la reproducción asistida a las parejas heterosexuales”, aclara Maša.

Gobiernos con ideas conservadoras

Mientras que unas han encontrado una solución -aunque lenta y con obstáculos-, este no es el caso de Michaela y Denisa, que viven en Praga, donde no se permite que las personas homosexuales se casen ni tengan acceso a centros de reproducción asistida. Por este motivo, cogieron un vuelo con destino a Barcelona. “Yo gesté el bebé y lleva mi apellido, Kuttlerová”, cuenta Michaela, la única madre de Elizabeth reconocida ante la legislación checa. “Por el momento, no hay forma de que mi pareja sea reconocida legalmente como la madre de nuestra hija”, señala. 

“Nuestro gobierno tiende a ser bastante conservador, usa muchos argumentos con respecto a las creencias religiosas, aunque solo una minoría de la población va a la iglesia con regularidad”, detalla Michaela, que hace hincapié en la incoherencia de la legislación de su país: “Hay muchos países con igualdad de derechos matrimoniales donde la gente es mucho más religiosa que en la República Checa”. A Michaela y Denisa solo se les permite casarse mediante una unión civil, que no tiene el mismo alcance legal que el matrimonio. “Es mejor que nada, especialmente cuando se trata de criar a un hijo”, admite Michaela. “La propuesta para la igualdad de derechos en el matrimonio y las adopciones está en proceso, pero nadie sabe si tiene posibilidades reales de aprobarse”, agrega.  

España: pionera y permisiva 

Ramon Aurell, Director Médico del equipo de Reproducción Asistida de Hospital Quirón Salud Barcelona, celebra que, en el ámbito de la medicina reproductiva, “España es un país pionero a nivel europeo y mundial, con mucha afluencia de extranjeros, resultados exitosos y avances en tecnología de laboratorio”. Por ello, muchas mujeres europeas deciden viajar a las clínicas españolas para iniciar su embarazo. “No creo que encuentres una sola clínica de reproducción asistida en Barcelona que no cuente con un departamento de atención al cliente internacional”, señala María Peciña, responsable del Departamento Internacional del centro Gravida. Ambos profesionales del sector atribuyen el éxito de España a su legislación, que es muy permisiva. “Se puede hacer prácticamente todo”, afirma Aurell.

Aunque Michaela está “feliz de que exista la posibilidad de viajar al extranjero para someterse a un tratamiento de fertilidad”, reivindica los derechos de los hijos de parejas homosexuales en su país: “Es una cuestión de dignidad y seguridad jurídica para nuestras familias”.

Ana Muñoz, técnica de comunicación de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en Europa, aclara que a pesar de que la UE no regula sobre derecho familiar, que es una competencia nacional, sí tiene algo que decir en cuanto a la libertad de movimiento dentro de sus países miembros. La Comisión Europea propuso en diciembre de 2022 “el reconocimiento de la paternidad transfronteriza entre países de la UE”, explica Eleni Maravelia, presidenta de la Red Europea de Asociaciones de las familias LGTBI (NELFA). Se trata de una medida que protege la libertad de movimiento y los derechos de los niños en situaciones transfronterizas.

Turismo reproductivo

Agustín Ballesteros, Director de IVI Barcelona, afirma que en los últimos años ha habido un aumento de pacientes del colectivo LGTBI y de madres solteras. “Cada vez hay más personas transexuales que quieren preservar sus gametos antes de someterse al cambio de sexo”, indica. Asimismo, Ballesteros señala que en sus centros cuentan con “entre un 50 y un 60% de pacientes internacionales”, la mayoría de las cuales son italianas y francesas, aunque también hay alemanas e inglesas. En Reino Unido, por ejemplo, Aurell cuenta que, a diferencia de España, “la donación de óvulos y esperma no es anónima, por lo que faltan muchos donantes”. En este sentido, Mireia Folguera, del Instituto Marquès, subraya que “las mujeres quieren ser madres cada vez más tarde y sus óvulos no son válidos, por lo que hay que recurrir a una donante y España es el que tiene más”. 

Peciña, del centro Gravida, explica que, a pesar de que Francia liberalizó en 2019 la reproducción asistida a todas las mujeres sin penalización por su orientación sexual o estar solteras, “con lo que se enfrentan las francesas es un gran tabú social y el límite de edad, ya que siempre priorizan a la mujer más joven”. La doctora Michela Benigna, de Rainbow Fertility Barcelona del Institut Marquès, destaca también que las listas de espera son «muy largas».

Por otro lado, Peciña menciona una afluencia importante de pacientes andorranas en su centro y lo alude a una “falta absoluta de infraestructuras”. Y, en cuanto a Alemania, según Aurell, es un país que «tiene un sistema muy arcaico y el acceso de las parejas homosexuales a la medicina reproductiva no está regulado”. 

En España, “la mujer de hoy puede decidir cuándo, cómo y con quién quiere ser madre”, celebra Aurell. Sin embargo, para las familias LGTBI o las madres solteras de países más restrictivos, el camino no es tan fácil. Ante este panorama de desarmonía legal entre países, Sonia recuerda el mensaje de las manifestaciones en Milán en contra de las recientes medidas de Meloni: «L’amore crea la famiglia«, y reivindica que las traten como una «familia normal».