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A las 17, desde Hasenkamp, arranca la Peregrinación de los Pueblos

A las 17 de este viernes partirá, desde Hasenkamp, la 42° edición de la Peregrinación de los Pueblos, a lo largo de 90 kilómetros y durante más de 24 horas. Se espera que los peregrinos lleguen el sábado, alrededor de las 18, al Santuario de La Loma, en barrio Paracao, donde se oficiará la misa de clausura.

“Con María en oración, seamos misioneros de Jesús”, es el lema de este año de esta Peregrinación que une a pie más de 90 kilómetros.

Durante la pandemia, en 2020 y 2021, no se pudo realizar –se hizo virtual- y recién volvió a ser presencial en 2022.

«La Peregrinación es una gran manifestación de fe», dice Antonella Geminiani, del área de Comunicación de la Peregrinación de los Pueblos. «Es esta gran manifestación de fe que a los hasenkampenses particularmente nos atraviesa porque todo el pueblo está involucrado de forma directa o indirecta, ya sea en la organización, como peregrino, o colaborando silenciosamente», añade.

«Son 24 horas donde la persona que va con el propósito de peregrinar, ya sea para agradecer, para pedir, para lo que sea, pero con la fe puesta en llegar al Santuario de la Loma, en la que lo físico pasa a un segundo plano y uno llega, llega y puede recorrer estos 90 kilómetros», apunta.

Historia

La larga historia de esta peregrinación, que arrancó en 1983, registra dos suspensiones por lluvia, 2004 y 2006, mientras que en 2012 la fecha de realización fue cambiada por el mal estado en el que estaban las banquinas debido a la lluvia.

Todo lo demás, es una historia digna de ser contada. Y conocida.

Esa vez, ese primer año que arrancó la Peregrinación de los Pueblos, cuando ni siquiera se llamaba así, el cielo desató su furia.

Llovía con furia y pasión. El horizonte era una línea de agua y barro, de siembra y relámpagos.  El miedo no es zonzo, pensaron entonces aquellos dos muchachos que se habían agazapado malamente debajo de un eucalipto, al costado de la ruta, cerca de nada, lejos de todos.

Jorge Quirós y Amelio Rodríguez, aquel día de aquel año de aquella tormenta eran dos muchachos de veintipico. Se habían propuesto caminar casi 90 kilómetros siguiendo un designio misterioso: unir a pie su pueblo, Hasenkamp, con Paraná, andando casi todo el tiempo de noche.

El viernes 14 de octubre de 1983, a las 19, rezaron el rosario en la Parroquia San José, y media hora después estaban en la ruta, la ruta provincial 32, las mochilas al hombro, comida y agua en las mochilas al hombro, una imagen de la Virgen María en los brazos. Nada más.

Era un viernes abierto, una tarde azul. Quince kilómetros más adelante el cielo se transformó como en una escena bíblica: nubes y truenos, viento aciago y relámpagos, y estos dos muchachos caminando en la ruta, mochilas al hombro, rezando.

Una lengua de luz partió el cielo en dos, y un sonido de fin del mundo los paralizó. Decidieron salir de donde estaban, cobijados por aquel eucalipto, y empezaron a caminar. Llegaron hasta una estación de servicio, en el empalme de las rutas 126 y 127. La luz se había cortado y diluviaba.

Ocurrió el primer misterio: cuando pisaron la estación de servicio, volvió la luz. Y enseguida, paró de llover.

Pero la peregrinación había fracasado. La primera vez, al menos.

Lo intentaron otra vez.

El viernes siguiente, el viernes 21, octubre, 1983, siete de la tarde, la hora señalada.

De noche, peregrinando, haciendo altos, recobrando fuerzas, rezando, dándose ánimo. En la ruta. Primero El Palenque; después La Picada, y en La Picada, la posibilidad de hacer un alto en un comedor, pero en el comedor no los quisieron.

Siguieron. Cerca de la medianoche del sábado, llegaron a La Loma.

Así empezó todo.